Un carancho en la costanera nueva |
Los caranchos fueron los grandes culpables de que se terminaran muchos teros que volaban por la costanera nueva, pero algunos zafaron, sepa aquí, por qué
Apenas se abrió la nueva calle costanera del parque Aguirre para el sur, comencé a transitarla en bicicleta. Muy linda, con una senda espectacular, de punta a punta, para los que van pedaleando.Entre las curiosidades de ese primer tiempo, figuraban los teros. Primero eran poquitos, luego fueron aumentando y se hicieron bandadas bastante grandes, daban un gran espectáculo y son bonitos, alegres y pareciera que lo saludan a uno. Entonces empezaron a llegar, muy de a poco, los caranchos. También al principio era unos cuantitos hasta que se hicieron muchos. En unos escasos seis meses, quizás menos, terminaron con las grandes bandadas de teros, casi las terminaron del todo. Ahora no hay tantos caranchos y tampoco hay tantos teros, como que se equilibraron.Esto me llevó a una pregunta: ¿por qué sobrevivieron algunos teros?, mejor dicho, ¿cómo hicieron para para seguir, a pesar de la constante amenaza de los otros bichos?
Sabido es que los teros tienen una estrategia genial para defender sus nidos: gritan siempre en otra parte, justo donde no tienen sus huevos o sus pichones, son capaces de atacar ferozmente a un intruso que se está acercando al lugar equivocado. Además, sus huevos se confunden con el follaje, son tan parecidos al pastito que los rodea que, si usted no tiene el ojo entrenado, es posible que se los señalen con el dedo y ni aun así los vea. Cuando llegan al nido lo hacen de manera subrepticia, asegurándose siempre, en vuelos previos, que no hay depredadores cerca.
¿Cuáles sobrevivieron, entonces?
La respuesta es lógica, el tero más tero, el que más esencialmente se apegó a la esencia más radical de su especie, siguió vivo y se reprodujo. Perdió el que se descuidó, el que se hizo el pícaro, el que intentó una maniobra que no estaba en su ser más intrínseco. Lo que salva a los teros que todavía quedan en la Costanera es, justamente, la ´teridad´ de cada uno, si es que esa palabra existe.
Eso me llevó a pensar en algo más: ¿cómo hacen los monos para zafar del tigre? Conservan la agilidad, andan de rama en rama, no bajan al suelo, salvo para tomar agua, siempre teniendo mucho cuidado y viven arriba de los árboles. ¿Cuál es el mono que se salva de que lo coma el tigre?, siguiendo el razonamiento anterior, el mono más mono. ¿Qué pasa si un mono de cualquier tipo quiere bajar de los árboles y meterse en la sabana?, lo comen los tigres que, como el carancho de la costanera, siempre están al acecho. ¿Por qué no sobrevive el mono que quiere imitar, pongalé a una vaca, comiendo pastito que muerde de la tierra?, porque para sus depredadores sería más fácil hallarlo.
¿Entiende lo que le quiero decir?
¿No?
Bueno, se lo cuento de otra manera. Es imposible que los hombres desciendan de algún tipo de mono, porque debieran primero abandonar el instinto primario básico que le avisa que se suba al árbol, pero si baja, que trate de no caminar erguido, porque lo van a ver. Y que nunca deje de usar la cola para que no se le atrofie, ya que también le será muy útil en su tarea de seguir vivo. Es decir, todos los animales se reproducen porque se afirman en su propio ser para seguir siendo, como lo reconocerá cualquiera. Ah, dicen los evolucionistas, el hombre era un mono que, al hacer lo contrario de lo que tenía que hacer para seguir vivito y coleando, no solamente sobrevivió, sino que se impuso a los demás.
Disculpe que se lo diga, pero algo no cuaja bien en esa teoría.
Aclaración necesaria, no hablo de Adán y Eva, no digo que todos los animales y el hombre fueron creados por Dios en seis días, no digo nada de Noé, olvídese de la Biblia, déjela de lado, si quiere.
Lo que vale para el tero debió valer también para los monos. Si no, explíqueme por qué no.
Abajo, como siempre hay lugar para ganar la discusión.
Juan Manuel Aragón
A 8 de enero del 2025, en Antajé. Chupando algarroba.
Ramírez de Velasco®
Digno de análisis tu razonamiento, ya no veo teros en la Costanera, solo los siento gritar en pequeños grupos al atardecer o primera hora de la mañana.
ResponderEliminarGenial tu razonamiento, Juan.
ResponderEliminarCarlos Zigalini