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HISTORIA Y RECETAS Naranja agria, amiga de los santiagueños

Siempre terminan pudriéndose

Qué hacer con una planta que todos los años produce una buena cantidad de fruta en las calles de la ciudad


El naranjo agrio, de pie agrio o amargo, que abunda en las veredas del centro de la capital de los santiagueños es un árbol cítrico de la familia de las Rutáceas, híbrido entre Citrus máxima y Citrus reticulata.​ Muchas variedades de su fruto se usan para perfumes, saborizantes o como remedio. Se la conoce también como naranja bigarade, naranja andaluza, naranja de Sevilla, naranja cajera, naranja cachorreña​ y en el Paraguay es apepú. Suele ser un portainjerto de otras especies cítricas.​
Cuando hay naranjas agrias, las mujeres suelen cortarlas y levarlas a sus casas para condimentar el pollo a la parrilla o al horno y las empanadas árabes quedan exquisitas con su jugo, iguales o más ricas todavía que si las sazonaran con limón.
Para hacer dulce se suele exprimirlas bien, y dejarlas un día entero en salmuera, luego se las lava, y se las hierve en agua y azúcar que pese lo mismo que las naranjas. Luego es cuestión de esperar hasta que estén blandas, transparentes y sabrosas. Para mermelada, se las licúa, se hace lo mismo con una manzana y una pera, con semillas cáscaras y todo. Se hierve la preparación una hora y media o dos en agua con azúcar, hasta que toma la consistencia que uno quiere.
Es posible que alrededor del mundo anden dando vuelta cientos de recetas para preparar con naranjas agrias. Es planta originaria de China y del Japón, pueblos cultos y refinados, que seguramente le fueron extrayendo sus mejores sabores para hacer comidas y postres deliciosos.
Si algo caracteriza el centro de Santiago es la naranja agria, por este tiempo florecida. Sus pequeños y delicados azahares perfuman calles y veredas de una ciudad cuyos habitantes rara vez se detienen a observar las maravillas que sigue ofreciendo la tierra en medio del bosque asfaltado en que viven.
Enflorecida
Cabría pedir a la comuna que capacite a alguno de los municipales que tiene trabajando bajo planes de empleo nacionales, para que cosechen las naranjas agrias y les den algún fin útil. Dicen los que saben, que están al caer tiempos aciagos para los argentinos, aprender a hacer dulce podría ayudar a la economía de muchos hogares, si no a despegar, al menos mantenerse a flote con dignidad.
Una riqueza librada al uso público y al alcance de la mano de cualquiera se pudre en el cordón de las veredas de Santiago. Es una pena que muy pocos, contados con los dedos de una mano, aprovechen las naranjas agrias que previsoramente, nuestros abuelos plantaron quizás para cuando hicieran falta. Como ahora.
¡Báh!, dice uno sin saber mucho, ¿no?
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Cuando visitó Santiago, me busco algún changuito que me coseche suficientes para llenar una botella de jugo.
    Lo uso para adobar cuando hago cerdo a la parrilla por estos lados. Pará pincelear un costillar, o para inyectar una pierna, o para adobar todo el chanchito. En las sfihas también queda bárbaro.

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  2. Los dulces que se pueden hacer con naranja agria quedan riquísimos, son muy apreciados y es una gran idea la propuesta que realizas para ayudar a la economía de los hogares.

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  3. Linda nota. Felicitaciones. En La Banda también hay.

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