Ir al contenido principal

HISTORIA El burro y los dos cuervos

La única imagen con dos cuervos y un burro

Cómo fue que los animales del bosque santiagueño y tucumano dieron nombre a dos pueblos emblemáticos de las dos provincias

Cuentan en el pago, pero quién sabe qué será, que una vez se han juntado un burro tucumano y dos cuervos santiagueños a conversar en un bar de Piedrabuena, justo donde el ómnibus da la vuelta para agarrar rumbo al Arenal, en Santiago. Capaz que sigue ahí el bolichito, pero son tantos años que quizás ahora se llame de otra manera o ya no esté más.
Los cuervos llevaban una tropa de novillos para vender en Alderetes, han hecho noche en el pueblo y se han topado con el burro, que andaba de paseo alabándose de que tenía una novia en Villa María, justo en la raya con Santiago, pago de buena gente, como todos los de allá.
El burro era de un lugar que se llamaba Burru, que era apellido de su familia y los cuervos eran de Ishcay que en quichua significa “dos”. Y se han puesto a tomar en un boliche que sabía quedar a tres casas de “Recreo Lilí”, para que se ubique.
Primero eran graciosos, contaban cuentos, uno más chistoso que el anterior y se reían a las carcajadas y se trataban de compadre de aquí, compadre de allá y mire amigo esto y mire amigo estotro. Y han estado así un rato largo. Pero el vino les trepó por las venas hasta la cabeza y, cada nada salían a la calle y pegaban el grito: “Que vengan los machos, ¡miurda!, así vemos de qué color tienen las tripas”. También gritaban un montón de macanas más, pero la gente no se metía con ellos, justamente por la tranca que montaban.
Cosas de machalos, con el alcohol haciéndoles un revoltijo la sesera.
Han empezado a retarse con cosas de sus pagos. El burro decía que en Santiago son todos vagos, que nadie trabaja, que duermen la siesta hasta las tres de la mañana, pero no del otro día sino del siguiente. Los cuervos alegaban que en Tucumán eran rateros y recitaban la coplita: “Por caminos santiagueños // llevan preso a un tucumano // porque encontró un bozal // antes de que lo pierda el dueño”.
Y han pasado a hablar de las cosas que cada uno tenía en su pago chico. El de Burru se alababa de las mujeres de su pueblo, los santiagueños no se quedaban atrás, un poco más y las suyas eran Miss Universo. Si se trataba de caballos, ¡bueno!, no había fletes para las cuadreras más ligeros que los de Burru, pero los de Ishcay decían que los propios eran una luz. Y así con todo, vea.
Como a la madrugada recién se han puesto de acuerdo que lo mejor de cada lugar era el agua. Mire usté, tanto alegar tanto tirarse la mota para eso, pero ya estaban hasta el aca, perdone la expresión. Entonces el de Burru ha dicho que su pueblo se iba a llamar Burru Yacu, que significa, justamente, “aguada del burro” (aunque después los tucumanos, que tienen la mente medio chanfleada le cambiaron el nombre y ahora le dicen “Burruyacú”, esos maulas). Y los cuervos le han puesto a su pago “Ishca Yacu”, que es “Dos Aguadas”.
Ve po vos, ¿no?, tanto discutir y pelear toda la noche, y al final han acordao el burro con los cuervos. Y desde entonces esos pagos tienen nuevo nombre.
El de antes no era feo, pero el de ahora es mejor, ¿no cree?
Después se han ido todos a dormir.
Si usted tiene historias parecidas, cuéntelas abajo así todos nos ilustramos.
Juan Manuel Aragón
A 18 de diciembre del 2024, en Tiun Puncu. Campeando la majada.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

CUARESMA Tentado por el Diablo

Las imágenes se cubrían con un velo morado Lo que no se podía hacer antes porque era un tiempo de penitencia, oración, rezos, reflexión y arrepentimiento En esos tiempos nos preparábamos, de chicos, para algo terrible, íbamos a matar a Nuestro Señor Jesucristo el Viernes Santo, mientras recordábamos los 40 días que pasó en el desierto siendo tentado por el Diablo. Capaz que no sea una definición exacta de la Cuaresma, pero en eso creíamos. Debíamos hacer un sacrificio por día, además de comer menos, no podíamos cantar ni tocar ni oir música y, en lo posible, tampoco reírnos. El Diablo había tentado a Nuestro Señor Jesucristo con los reinos del mundo, su pompa, su boato, la admiración de las multitudes, quizás también mujeres, pensábamos nosotros, que éramos chicos. Y se la había bancado. A nosotros nos pedían solamente un pequeño sacrificio por día y no comer postre pongalé. No era mucho en comparación, pero costaba. Las madres repetían que, si no nos gustaba el dulce de membrillo, dej...

DESPEDIDA Hasta la próxima Chacarera Musha (con vídeo)

Velorio de Musha, con música A último momento, cuando ya no quedaba mucho por hacer, se pensó en traerlo a La Banda, pero ya era tarde, la enfermedad estaba ganando Por Alfredo Peláez, “Fredy” Tenía un aprecio especial por Musha. Muchos años de amistad. Era como de la familia. Vi todas las fotos y leí todo los posteos que se publicaron en las redes con motivo de su fallecimiento. De todas la que más me gusto, fue una despedida que decía: "Hasta la próxima chacarera". Y sí. "Musha" Carabajal era pura chacarera. En los escenarios, solía gritar anta cada tema con voz impuesta: "Chacareraaa…". De su círculo íntimo, me contaron, que cuando ya no había nada que hacer, cuando la situación era irreversible, se pensó con SADAIC en trasladarlo a La Banda para que se apague su vida en la tierra que lo vio nacer un 2 de junio de 1952. Fue imposible. "Musha" ya no podía moverse. La terrible enfermedad que padecía le estaba ganando la batalla final. A sus amig...

CARABAJAL Los tres Petecos de la historia

El tercer Peteco de la historia Antes del conocido Peteco Carabajal, hubo otro que también llevó su apodo y antes de él, otro más, y  Chaca como hilo conductor Lo que pocos saben de la historia es que antes de Peteco Carabajal, hubo otro Peteco y antes de él, otro más y son esas leyendas que circulan en las familias, pasando de generación en generación, siempre recordadas y perpetuadas en las voces de quienes las atesoran para siempre. A Eduardo Carabajal le dicen “Chaca”, desde pequeño, y la historia de por qué le quedó el apodo sí es sabida por muchos. Cuando era chico, su tío Carlos no andaba muy bien económicamente. La música, el arte es así, o, lo que es lo mismo, los Carabajal no eran tan conocidos como se hicieron después de mucho andar. El padre de Zita, la esposa de Carlos, trabajaba en una panadería y le enseñó al yerno a hacer chipacos. Dicen que le salían muy ricos, crocantes y sabrosos. Y lo mandaban a Eduardo, entonces muchacho de unos diez años, a venderlos en un can...

SAUDADES El cuadro de la abuela

Frente de una casa antigua “En el medio, como chorizos superpuestos y una tras otras, la pieza de los padres, después la de los abuelos, la de los tíos…” Me gusta el liviano aire que portan las casas viejas, que tienen un aparente desorden en las cocinas con el que las abuelas suelen confundir a la gente que llega por primera vez. Me gusta cuando las conozco, cuando me dejan pasar a ese lugar sagrado, que solamente era profanado por los íntimos, y también por el electricista, el gasista, el plomero, cuando llegaban, tras un pedido de auxilio. En ocasiones, como esta madrugada de domingo en que escribo mi diaria crónica, algo en el aire trae el recuerdo de aquello y crece en el pecho un rencor añejo, por las cosas que no están, porque no hicimos mucho para retenerlas y porque, de alguna manera que no sabría explicar, podríamos haber cubierto de eternidad aquellos tiempos y no lo hicimos, ¡caracho! Le cuento por si lo ha olvidado o no lo experimentó, en esas casas había una sala española...

RECURRENCIA Tu perro es sólo un perro

Choco sin raza, obvio No es parte de tu familia, nunca lo será, porque la familia es el proyecto de vida que forman un hombre y una mujer para tener hijos y criarlos sanos y buenos Es sólo un perro, es sólo un perro, es sólo un perro. No, jamás será un ser humano, aunque pasen mil años él, su cría y la cría de sus crías, jamás serán gente. Seguirá siendo un perro, un triste perro. Un animal, ¿entiendes? Es animal y por lo tanto irracional, no razona, no piensa como vos, tu marido o tu señora. Y aunque estamos en pleno tiempo de autopercepción sensiblera, compasiva y tierna, no lo voy a reconocer como tu hijo. No es tu hijo. ¿Vos lo ves así?, bien por vos, para mí no lo es. Dile Pedrito o María Eugenia, para mí es lo mismo, es decir un perro, un pichicho, un choco, un firulais, como lo llaman los mejicanos. Y no, no me gusta tu perro, no es agradable, ¿no ves que tiene cara de perro?, ¿cómo quieres que me guste? Tampoco voy a tener la cortesía de decirte que es lindo. Porque, disculpame...