Muñecos de torta Algunas consideraciones que, por suerte para ella, mi hija no tendrá en cuenta a la hora de elegir un hombre para casarse Primero pedía a Dios que el día que mi hija se casara, eligiera un muchacho con algo de cultura, no digo uno de esos pedantes que creen que se la saben todas, pero sí al menos un tipo que leyera un libro por semana y, si era posible más también. Me daba lo mismo si el que elegía era argentino, italiano, boliviano, paraguayo o japonés. Mis amigos me convencieron de que bajara las expectativas: “Estás pidiendo mucho, ninguno te va a conformar, pedí solamente que de vez en cuando lea un libro”, me indicaron. Entonces bajé mis pretensiones, me empecé a conformar con que agarrara un libro dos o tres veces por año. Aunque fuera Paulo Coelho, insistente y machacón serial de lugares comunes, la Isabel Allende, que escribe para chicas —y chicos por qué no— que quieren tener pensamientos de izquierda, pero no se animan a confesarlo ni saben por dónde emp
Cuaderno de notas de Santiago del Estero