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Mostrando las entradas etiquetadas como Tranquilidad

MENTIRA Mejor el campo

Vacas del pago Una de las tantas leyendas urbanas sostiene que hay romanticismo en medio de la naturaleza; pero no es cierto. Aquí le cuento por qué 1 La gente del campo es tranquila, la gente de campo es buena. Pregunte a uno del campo y le va a decir que en el pago hay tantos reverendos hijos de puta como aquí, sólo que tienen mejor prensa. Como hay menos gente, también hay menos delincuentes. 2 La gente del campo caza una corzuela, come corzuela, caza una perdiz, come perdiz. ¿Por qué no se pregunta entonces qué come cuando no caza ni un sorete? Ah, usted cree que todavía no usan dinero para sus transacciones. 3 Si no tienen plata para comprar carne, matan un pollo y no gastan. ¡Claaaro!, ¿se cree que el maíz es gratis? ¡Ah!, ¿se tragó el verso de que las gallinas comen bichitos o viven del aire?, pero mire qué pelotudo que había sabido ser. 3 (bis) Si se enferman tienen recetas ancestrales, hacen preparados con yuyos, sacan remedios de la naturaleza. Pero si quieren curarse van al

LLUVIA Qué hacer con el cielo indeciso

Un pato alza vuelo en la vieja represa “A los amores que tuve solía dejarles la puerta abierta, por si en algún momento se querían mandar a mudar para siempre” Esa tarde el cielo andaba indeciso. Todo estaba tranquilo, ¿no?, pero había en el aire quieto y sin una gota de viento, como un ansia de caminos y de otros soles brillando en el horizonte. Se notaba una inmóvil tranquilidad como la que suele darse en la campaña. Nunca he sido de quedarme estático, menos cuando estaba en el pago, ahí el tiempo duraba un segundo, los días pasaban en cámara rápida y la nostalgia anticipada de una época que no volvería nunca más, me ponía el alma chuya. Pero esa vez que le digo, el ánimo pedía sosiego y afloraban pensamientos que venían pidiendo pista desde siempre. Despacito rumbeé para la cocina, espabilé los tizones y puse el agua para unos mates. A lo lejos ladraban los perros de un vecino, las cañas huecas entregaban esos ruidos que sólo ellas saben hacer cuando se van acomodando en su crecimie