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Horacio Germinal Rava |
El 24 de junio de 1994 muere Horacio Rava, escritor, abogado, profesor, poeta, ensayista, perteneció a La Brasa y tuvo un estudio jurídico para obreros
El 24 de junio de 1994 murió Horacio Germinal Rava. Escritor, abogado, profesor poeta, ensayista, director de la revista Vertical, colaborador del diario El Liberal, perteneció al grupo La Brasa y fue un socialista que, como abogado tuvo un estudio jurídico para obreros.Había nacido en Santiago del Estero el 15 de agosto de 1905. Publicó en verso Astillas (1937), Hijo de América (Poema a Sarmiento, 1938 posteriormente reeditado), Romance sin romance y otros poemas (1940), Nacer y renacer en el paisaje (1945), Tres imágenes de Santiago (1935), Amor recuperado y otros poemas (1968, Premio Municipal de La Banda, en 1965). En prosa: La Zamba de Vargas (1967), Los sobrenombres santiagueños (1972), El Cabildo de Santiago del Estero (1972, reedición), Hermano y hermana (obra teatral, que obtuvo una importante distinción).Fue profesor en la Universidad Nacional de Tucumán y en la Universidad Católica de Santiago del Estero y junto a otro abogado, Arturo Bustos Navarro, mantenía un estudio jurídico para obreros como colaboración con la Asociación Pro fomento y cultura del barrio Norte.
Perteneció al grupo cultural La Brasa, fue miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras y presidió en algunos períodos la filial local de la Sociedad Argentina de Escritores.
Dirigió la revista “Vertical” de la cual se publicaron 17 números entre 1937 y 1940.
Fue un intelectual socialista, convencido que la intelectualidad podía y debía producir cambios sociales y culturales. Su obra como escritor es vasta y abarcó géneros variados.
Escribió ensayos sobre literatura santiagueña y anunció la publicación de su estudio. Panorama de las letras santiagueñas (con antología). Figura, asimismo -como autor- en antologías poéticas. Publicó varios trabajos en el diario El Liberal y sus números extraordinarios de 1948, 1968 y 1973.
Incursionó en la sociología, el folklore y la jurisprudencia Dirigió la revista Vertical y ediciones de libros con su sello. Profesor de la Universidad Nacional de Tucumán, participó en congresos literarios y disertó en universidades de América.
Vicente Oddo -con motivo de los 40 años de Astillas- estudió su obra poética, en un meduloso análisis: “La obra poética de Horacio Rava, las problemáticas del tiempo subjetivo como preocupación constante expresada en la misma” (1977).
En los comienzos no se aparta de una poesía tradicional en Astillas y Romances sin romances, pero sí incursiona en los temas sociales.
Su libro Nacer y renacer en el paisaje asegura los comienzos de una poesía más novedosa, cargada de una suave melancolía, que indaga en lo profundo de los sentimientos; esta poética dará sus frutos definitivos años más tarde, cuando trata con mayor libertad y más segura visión, poemas como “Se nos hizo el silencio” y “Alba presentida”.
Según el poeta Alfonso Nassif, Rava tiene grandes aciertos; se introduce dentro de sí mismo en una búsqueda poética y humana:
“La soledad perfora con rabia mi silencio
y rasca furibunda el arco de mis nervios.
Los muros han trepado delante de mis ojos.
Inútil que yo grite ¡Estoy solo! ¡Estoy solo!”
A Horacio Rava, la literatura de Santiago, le debe valiosos estudios que han rescatado del olvido nombres importantes.
Su actividad en el campo cultural ha sido fructífera para la provincia. Después de “La Brasa” su nombre cubre por espacio de varios lustros el movimiento literario, no sólo con su producción, sino facilitando a los escritores la publicación de sus trabajos en las páginas de Vertical, revista que dirigió y que cumplió una suerte de documento cultural de una época.
A continuación, una poesía:
Se nos hizo el silencio
Se nos hizo el silencio
Hablábamos cada año
en mis viajes al puerto
de tu paleta mágica.
Y la ciudad se abría
sobre un jardín sonoro
y la ciudad trepaba
una cuerda de luces y de sueños,
una cuerda azul de lejanías,
recuerdos y proyectos.
Se nos hizo el silencio.
No sé si podré hallarte
en la ciudad oscura.
Los moles trepadoras han quedado
colgadas en la nube
y un viento de papeles tartamudos
traquetea mis senderos.
Las calles cotidianas de tu paso
barajan sombras largas,
sombras estremecidas,
tremantes, sin palabras.
Se nos hizo el silencio.
Mi voz se quiebra sola
en el reclamo cruento.
La ciudad vela noches.
La penumbra. El misterio.
Yo ensayo el soliloquio.
Ya no mediré el tiempo.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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