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RECORRIDO ¡La Banda!

Motocicletas en la vereda de San Martín y Alem

Una ciudad que sigue de mal en peor, soportando caudillejos que lo único que saben es remachar el clavo de la pobreza

A veces, cuando no tengo más remedio, vuelvo a La Banda, como lo hice la semana pasada, acompañando a una pariente que debía hacer un trámite en el Registro de la Propiedad Automotor de la calle Alem. No conozco la India, pero a estar por las fotos que circulan en internet, salvo por las vacas, quizás sea parecida a Nueva Delhi, Mumbai, Bangalore.
Un tránsito endemoniado, basura por todas partes, motos estacionadas en las veredas, perros comiendo basura, carritos tirados por famélicos rocines, como si el tiempo se hubiera detenido en este bendito lugar, forman un cuadro que oprime el alma con la fuerza del recuerdo de lo que alguna vez fue este bendito pueblo.
Además, como una maldición o un castigo que se aplican a sí mismos los bandeños, no queda un árbol en el centro ni como señal. Cruzar de una vereda a la otra se convirtió, con 40 y pico de grados del mediodía, en una peligrosa hazaña, sin una sombra a la vista en varias manzanas a la redonda.
La pobreza que se observa en el centro lastima los ojos, mucho más cuando se sabe que varios de los caciques que cobran fortunas están levantando edificios por todas partes y no solamente en la ciudad sino también en otros lugares de la Argentina. La llevan en pala, o sea.
Quise mostrarle el mercado Unión a la pariente. Pero me di con que no solamente no mejoró, sino que es una oscura y tosca sombra de lo que solía ser. La devastación de la pandemia primero y del mileísmo —o comoquiera que se llame —después, terminaron de destruir este sitio, que otrora fue orgullo de los bandeños. Hoy es el hogar de miles de ratas. 
En el primer piso, donde se hace la comida que cientos de campesinos disfrutan todos los días, sigue sin haber gas natural ni agua corriente ni normas de higiene a cumplir. Felicitaciones entonces a quienes no murieron luego de haber comido un sándwich de milanesa o cualquier otro alimento o bebida servidos en ese sector.
Los vendedores ubicados en las veredas, que otrora le daban su sello característico al mercado, brillan por su ausencia, han sido erradicados, para felicidad de la madia docena de socios que aún le quedan al Centro de Comercio e Industria. En vez de propender a una integración de esa gente, ansiosa por ganarse la vida de manera lícita, se los corrió de los lugares que solían ocupar, si hay pobreza que no se note pareciera ser el lema.
El resto sigue más o menos igual, lo que es mucho decir.
Ya que estamos, un pedido a las autoridades: ¿pueden sacar los semáforos que embotellan el tránsito sobre las vías de los pasos a nivel de la España y de la Aristóbulo del Valle? Ojalá que no, pero cualquier día de estos vendrá el tren y se llevará en la trompa a un auto puesto en la fila, que aguarda que le den la luz verde. Y como siempre nadie tendrá la culpa.
Después de todo es una suerte que no se haya hecho el festival de la Salamanca: miles de turistas iban a observar, en vivo y en directo, la ruina, el desastre, la devastación a que sometieron los políticos, durante los últimos cuarenta años y antes de ellos los militares, a una ciudad que supo ser una de las más bonitas de Santiago.
En una de esas los bandeños tienen suerte y las próximas autoridades comienzan a reconstruirla casi desde sus cimientos. Para eso será necesario davueltarles la cabeza, a ver si alguna vez eligen a alguien como la gente, en vez de seguir haciendo caso a pobres caudillejos de cuarta categoría.
Pero nombrarlos como caudillejos de cuarta, es mucho.
Juan Manuel Aragón
A 13 de marzo del 2025, en la Quintana e Irigoyen (La Banda). Mirando un edificio.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. Yo supe tener una novia en la Banda , era una morochita hermosa, dúctil, suave y atractiva. Un día me dejó xq yo no quería estudiar a pesar de sus consejos. Me contaron que ella logró ser lo que deseaba "maestra de niños especiales " y yo cumplí con mis sueños de ser Sgto de Pol y levantar una Casa de Cuentos,
    Mitos y Leyendas (El Come Anca). No sé si ella sabrá algo de mi , pero lo que si estoy seguro es que me sigue queriendo. Si la ven, díganle que aún la amo.

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