| La expoulsión de Rattín, en el Mundial |
El 2 de noviembre de 1942 nace Eustaquio Arce, tintorero que plancha la indumentaria de gala de la Selección Argentina que viaja al Mundial de Inglaterra en 1966
El 2 de noviembre de 1942 nació Eustaquio Arce en Santiago del Estero. Desde muy joven se vinculó con el oficio de tintorero y con el tiempo alcanzó reconocimiento nacional al encargarse del planchado de la indumentaria de gala de la Selección Argentina de Fútbol que viajó al Mundial de Inglaterra en 1966. Su vida estuvo marcada por el trabajo precoz, la dedicación a su familia y la decisión de regresar a su provincia natal para instalar su propio emprendimiento, la tintorería “Palermo”.Desde la infancia se destacó por la voluntad de trabajar. Antes de ingresar al rubro que lo acompañaría toda su vida, vendió naranjas, diarios y se desempeñó como repartidor de almacén. Con esos oficios iniciales aportaba al sostén familiar y aprendía las primeras lecciones de responsabilidad y constancia, cualidades que luego resultaron decisivas en su carrera.Al poco tiempo comenzó a desempeñarse en la célebre tintorería Tokio, ubicada en calle Salta casi Roca. Allí inició un aprendizaje integral, desde las tareas de cadetería hasta las más delicadas vinculadas con el lavado, la preparación de tinturas y el planchado. Ese entorno fue la verdadera escuela que le permitió adquirir un oficio en el que la prolijidad y la minuciosidad eran imprescindibles.
La vida familiar lo llevó a trasladarse a Buenos Aires, motivado por problemas de salud de su madre. En la capital continuó su desarrollo laboral en el mismo rubro, adaptándose a un ambiente de mayor exigencia y competitividad. Allí perfeccionó técnicas, se consolidó como un trabajador confiable y afianzó una reputación que pronto le abriría una oportunidad singular.
En 1966, en la antesala del Mundial que tendría lugar en Inglaterra, un episodio fortuito lo colocó en el centro de la escena. Ante una urgencia, se le confió la tarea de planchar la indumentaria de gala de la Selección Argentina de Fútbol. La responsabilidad era grande, porque no se trataba de prendas comunes, sino de la imagen oficial del representativo nacional en el acontecimiento deportivo más importante del mundo.
Cumplió el encargo con precisión y la tarea fue reconocida por sus superiores y colegas. El episodio lo proyectó como un profesional de prestigio, al punto de que se le ofreció permanecer en Buenos Aires para continuar trabajando con ese nivel de clientes y desafíos. La propuesta significaba un ascenso en su carrera y un reconocimiento explícito a su capacidad.
Sin embargo, decidió regresar a Santiago del Estero. La elección respondió a un apego profundo por su lugar de origen y por su familia, priorizando el arraigo antes que una proyección más ambiciosa en la capital. Esa determinación lo llevó a encarar un nuevo capítulo en su trayectoria, con un proyecto propio.
Ya instalado nuevamente en la provincia, abrió su tintorería bajo el nombre de “Palermo”, en la intersección de Pedro León Gallo y Aguirre. La denominación evocaba al barrio porteño en el que había vivido parte de su experiencia profesional y se convirtió en referencia para la clientela local que buscaba calidad y confianza en el servicio.
El emprendimiento consolidó su lugar en la comunidad y lo identificó como un trabajador tenaz que había sabido capitalizar lo aprendido tanto en Santiago como en Buenos Aires. Su historia unía el esfuerzo del niño trabajador con la destreza del profesional que enfrentó con solvencia una tarea exigente para el deporte nacional.
Ramírez de Velasco®


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