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| Bush, a los esquives |
El 14 de diciembre de 2008, el periodista iraquí Muntazer al Zaidi arroja sus zapatos contra el presidente de los Estados Unidos, George Walker Bush
El 14 de diciembre de 2008, durante una conferencia de prensa en Bagdad, el periodista iraquí Muntazer al Zaidi arrojó sus dos zapatos contra el presidente de los Estados Unidos, George Walker Bush, que realizaba su cuarto y último viaje a Irak antes de dejar el cargo. El episodio ocurrió en la sede del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, y quedó registrado por las cámaras que cubrían el encuentro. Bush esquivó ambos zapatos sin resultar herido, y el periodista fue inmediatamente reducido y detenido por las fuerzas de seguridad presentes en la sala.El lanzamiento de los zapatos estuvo acompañado por un grito en árabe que al Zaidi dirigió a Bush: “Este es el beso de despedida del pueblo iraquí, perro”. La escena recorrió el mundo y se transformó en una de las imágenes más recordadas del período final de la guerra en Irak. El periodista declaró posteriormente que su acción era un gesto de protesta por las víctimas civiles, la ocupación militar y el sufrimiento causado por el conflicto.En gran parte del mundo árabe e islámico, mostrar la suela del zapato o arrojar un zapato es un insulto grave. Tiene un significado cultural que combina desprecio, humillación y deshonra. Hay tres razones principales:
El zapato es considerado la parte más sucia del cuerpo humano o de la vestimenta, pues toca el suelo, asociado a la impureza. Mostrar la suela equivale a colocar al otro —simbólicamente— en el nivel más bajo y degradado.
Arrojar un zapato es una forma extrema de desdén, usada para expresar rechazo absoluto hacia una persona. En ese gesto se condensa la idea de que el destinatario no merece respeto.
En sociedades donde la cortesía, la dignidad personal y el honor social tienen un peso fuerte, usar el zapato como instrumento de agresión simbólica eleva el insulto al máximo nivel sin recurrir a armas.
Por eso, cuando Muntazer al Zaidi lanzó sus zapatos, no se trató de un simple acto impulsivo, sino de un gesto cargado de sentido cultural: un rechazo total a la figura de Bush y a la intervención norteamericana en Irak.
Tras el lanzamiento de los zapatos, Muntazer al Zaidi fue inmovilizado de manera violenta por personal de seguridad iraquí y norteamericano. Fue golpeado dentro de la sala y luego trasladado a un lugar de detención donde, según su testimonio, permaneció incomunicado durante varios días. Su familia denunció de inmediato que no les informaban su paradero y que no podían visitarlo. La presión pública creció en Irak y en otros países de la región: miles de personas marcharon reclamando su liberación y considerándolo un gesto de resistencia política.
El 15 de diciembre, al Zaidi fue presentado brevemente ante un juez, pero su proceso judicial se extendió durante semanas. Se lo acusó de “agredir a un jefe de Estado en visita oficial”, un delito que podía alcanzar varios años de prisión. En marzo de 2009 fue finalmente condenado a tres años, aunque la pena se redujo a un año tras una apelación. Durante ese período afirmó haber sufrido malos tratos físicos y psicológicos.
El 15 de septiembre de 2009 recuperó la libertad. A su salida declaró que su acto había sido una reacción frente al sufrimiento del pueblo iraquí. Luego viajó al Líbano, fundó una organización de ayuda a víctimas de la guerra y continuó participando en actividades públicas vinculadas a la situación política de Irak.
Ramírez de Velasco®


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