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Mostrando las entradas etiquetadas como Vestidos

SEXO Fornicá como quieras, y no jodas al prójimo

Termo Lumilagro “Nadie te impone que, si sos mujer consigas un novio hombre y viceversa, si te da bola, metele para adelante” Va de nuevo, por las dudas. A nadie le importa cómo te gusta fornicar, con quién lo haces o qué es lo mejor para vos cuando estás en la cama con otra persona… o con lo que sea. Es tu gusto, es tu drama, es tu felicidad, es tu goce, es tu vida. En serio, es poco importante si sos varón y lo haces con tu vecino o sos mujer y te encanta hacerlo con tu vecina. Nadie quiere saber si les gusta más la cama, el sofá del living, la mesa de la cocina, la bañera, el patio, el gallinero, la galería. Por definición es un “acto íntimo”, casi tanto como limpiarse después de cagar: algunos prefieren el papel rugoso, otros quieren que sea suave, los hay que piden de doble hoja y están los amantes del bidé que, a su vez, puede ser con agua fría o tibia. Es irrelevante, porque, ¿de nuevo hay que decirlo?, a nadie le interesa. Es tu elección o, como decían las viejas de antes: “Hac

HOMBRES Por qué no llevar los pantalones

En el hipódromo Brevísimo repaso de la historia de una prenda que quedó caduca hace bastante tiempo Más o menos hasta el siglo I después de Nuestro Señor Jesucristo, los hombres usaban túnicas, vestidos amplios. En ese tiempo invadió España una tribu de árabes bereberes, los zenetes, llevando al mundo occidental, el más fenomenal invento que ojos humanos han visto ni verán, el estribo. Hasta ese entones se montaba en pelo o con una jerguilla, pero al no tener algo seguro en qué sostenerse, la caballería de los ejércitos era un arma más o menos ineficaz. Se presentaba al principio de la batalla, lanzaba sus flechas y se mandaba a mudar, más no podía hacer. Pero apoyar el cuerpo en los estribos permitió lancear a los enemigos, combatir con espadas de manera más enérgica. Esos zenetes, que luego serían llamados jinetes, revolucionaron el arte de la guerra y, de yapa, abrieron las puertas a la aparición del tiempo más luminoso de la humanidad, la Edad Media, que terminó de definir la relig