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Mostrando las entradas etiquetadas como Zapallo

TRADICIÓN El secreto de Manuelito

Un Manuelito Los aviones aterrizaban en la parada del ómnibus y el abuelo fundaba una infancia de leyenda para la nietada Cuando los nietos se portaban mal, el abuelo hablaba con el piloto del avión a chorro de las 9 y media para avisarle y pedirle que baje y los lleve a la casa. Se iba detrás de la pirhua en que guardaban el maíz y el zapallo y se hacía el de hablar con el amigo. -Sí, sí. Son dositos nomás. Vaya bajando, endemientras les preparo los bolsitos así los lleva a… ¿cómo dice?... ¿primero va a Buenos Aires y después los lleva a la casa?, no importa, usted me los lleva y listo… Los nietos no iban al otro lado de la pirhua por la ampalagua. Los tíos habían pillado una y la habían dejado ahí para que comiera los ratones que se hacían en el maíz. A veces también pillaba un pollo, pero, según decía, era poco el precio que pagaba para tener el zapallar a resguardo. Algunas veces los nietos le preguntaban dónde iba a aterrizar el avión. Respondía que en el cerco del pasto ruso o en...

LENGUA Zapallazo: del sembrado al gol de puntín

El zapallo Una hortaliza que llega al lunfardo con aires de torpeza, la usó Cortázar en su cuento “Torito” y figura en las crónicas del Mundial del 30 Amigos, vamos por un verbo interesante, aunque algo descuidado últimamente: zapallar. No en el sentido de sembrar esas plantas, sino en el de acertar de casualidad. El Diccionario de la Lengua Española dice que viene del quechua “sapallu”, la calabaza de otros países. Para la Real Academia, en la Argentina y en el Uruguay también es la persona simple o torpe. El diccionario quichua castellano de Domingo Bravo no la define con z, porque en el idioma de los santiagueños esa letra no se pronuncia. Y con s solo figura sapa, que es cada. Zapallo o sapallu no aparecen. El uso de zapallazo y del verbo zapallar en el sentido de acertar de casualidad o tener un golpe de suerte sin buscarlo es popular en la Argentina y en el Uruguay. Se trata de una hortaliza de gran tamaño, que suele caer con torpeza si se la mueve. Su peso y volumen la hicieron ...

CERDOS El que terminó con el machismo

Jim West “En lo de los abuelos la vida era una fiesta constante mientras la infancia no terminaba de mandarse a mudar” En un tiempo a mi abuelo se le dio por los cerdos, pero a gran escala. Habíamos cosechado mucho zapallo forrajero y, como no tenía precio (“ni tiene ni tenderá”, decía el viejo), decidió armar la chanchería. Nos pusimos de tarea, porque hasta que no terminaba lo que estaba haciendo, el viejo no se detenía. Un pariente consiguió tres o cuatro camionetas de afrecho de maíz y ya tuvimos para darles de comer. Para los empiezos, al menos. Arrancamos con dos chanchas preñadas que le cambiamos por un mulo y tres cabritos a un vecino, más un chancho grande que ya estaba engordando en la casa desde antes. Cerca del surgente instalamos un gran corral, bien seguro, con parideras, mucha sombra y, por supuesto, abundante agua. En lo de los abuelos la vida era una fiesta constante mientras la infancia no terminaba de mandarse a mudar. Cabíamos primos, tíos, amigos en alegre camarade...