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LENGUA Zapallazo: del sembrado al gol de puntín

El zapallo

Una hortaliza que llega al lunfardo con aires de torpeza, la usó Cortázar en su cuento “Torito” y figura en las crónicas del Mundial del 30

Amigos, vamos por un verbo interesante, aunque algo descuidado últimamente: zapallar. No en el sentido de sembrar esas plantas, sino en el de acertar de casualidad. El Diccionario de la Lengua Española dice que viene del quechua “sapallu”, la calabaza de otros países. Para la Real Academia, en la Argentina y en el Uruguay también es la persona simple o torpe. El diccionario quichua castellano de Domingo Bravo no la define con z, porque en el idioma de los santiagueños esa letra no se pronuncia. Y con s solo figura sapa, que es cada. Zapallo o sapallu no aparecen.

El uso de zapallazo y del verbo zapallar en el sentido de acertar de casualidad o tener un golpe de suerte sin buscarlo es popular en la Argentina y en el Uruguay. Se trata de una hortaliza de gran tamaño, que suele caer con torpeza si se la mueve. Su peso y volumen la hicieron símbolo de algo que cae de golpe, sin cálculo.
De ahí proviene la idea de zapallazo como golpe brusco o caída inesperada, algo que sucede sin destreza. En el habla coloquial empezó a usarse para designar un acierto involuntario, no tanto porque se haya hecho bien, sino porque cayó como un zapallo.
El término se afianzó en el fútbol: zapallar es clavar un golazo sin intención clara, un disparo mal pegado que sorprende al arquero. En el truco, zapallazo se dice cuando uno gana una mano de pura suerte, sin haber calculado la partida.
En el lunfardo y en el habla coloquial, zapallo se usaba como adjetivo para señalar a alguien torpe o poco hábil, connotación registrada desde fines del siglo XIX en Buenos Aires. Justamente por esa idea de torpeza, cuando alguien lograba algo inesperado se decía que había sido un zapallazo, un acierto que provenía del azar.
En inglés, fluke significa golpe de suerte. En España se dice chiripa o de carambola. En el Río de la Plata se inventó la versión con el zapallo como emblema de torpeza.
Otra teoría sostiene que el origen no estaría tanto en la imagen del zapallo que cae, sino en la figura del zapallo como metáfora de tontería. De ahí que un zapallazo sea un golpe de suerte que solo puede tener alguien que anda zapallando, es decir, que hace las cosas sin cálculo. En el fútbol se lo entiende como un tiro fuerte que entra de casualidad.
En su cuento “Torito”, Julio Cortázar usa la palabra: “Vos sabés lo que es el estilo, estás ahí y cuando hay que hacer una cosa vas y la hacés sobre el pucho, no como esos que la empiezan a zapallazo limpio, dale que va, arriba abajo los tres minutos”. Es la parte en que el protagonista, un boxeador que habla con un allegado, reflexiona sobre la diferencia entre hacer algo con estilo y hacerlo de manera impulsiva. Andar a zapallazo limpio, en este caso, evoca una forma tosca, rápida y sin gracia.
Un boletín de la Academia Argentina de Letras define zapallazo como hacer una cosa por casualidad, que ha salido bien sin haberlo pensado, mostrando ya en fuentes culturales y lingüísticas la acepción de acierto por azar.
En crónicas deportivas contemporáneas aparece en frases como gol de zapallazo o remate de zapallazo para describir un disparo inesperado que sorprende al arquero.
El término figura en la prensa al menos desde la década de 1940 y se documenta en literatura en 1956, en el cuento Torito de Cortázar, y en boletines académicos posteriores, lo que confirma que la acepción de acierto casual no es reciente. Al parecer comenzó a usarse en la prensa durante el Mundial de Fútbol de 1930, cuando el diario Crítica mencionó la palabra para comentar un partido el sábado 26 de julio de ese año.
A partir de entonces, el término quedó incorporado al habla popular y deportiva.
Juan Manuel Aragón
A 2 de septiembre del 2025, en Higuera Chacra. Viendo venir el nublado.
Ramírez de Velasco
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