Canción de cuna para Hiroshima
En esta fecha vio la luz el cantor, guitarrista y poeta más reconocido de la Argentina, cuya música es universal
El 31 de enero de 1908 nació Héctor Roberto Chavero, conocido en el mundo como Atahualpa Yupanqui, en Campo de la Cruz, Pergamino. Fue cantautor, guitarrista, poeta y escritor. Es también, para muchos, el músico argentino más importante de la historia del folklore.Cuando tenía dos años de edad, a su padre Juan Demetrio Chavero, empleado ferroviario, lo nombraron en la estación de Peña, por lo que su primera infancia transcurrió en una casa frente a la estación del pueblo. Luego su familia se trasladó a Agustín Roca hasta que en 1917 los Chavero se fueron a Tucumán. Su padre era oriundo de Monte Redondo, Santiago del Estero y sabía hablar la quichua. Su madre, Higinia Carmen Haran, tenía antepasados argentinos y vascos. Su padre trabajaba en el ferrocarril como telegrafista y también era domador.Empezó su carrera musical estudiando violín con el padre Rosáenz, el cura del pueblo. Luego aprendió a tocar la guitarra en Junín con el concertista Bautista Almirón, su único maestro. Al principio vivía en Junín en la casa de Almirón; luego regresó al pueblo de Roca y viajaba 16 kilómetros a caballo para tomar las lecciones en la ciudad. Con Almirón descubrió la música de Sor, Albéniz, Granados, Tárrega, y también las transcripciones para guitarra de obras de Schubert, Liszt, Beethoven, Bach y Schumann.
En 1917 con su familia pasó unas vacaciones en Tucumán. Conoció un nuevo paisaje y oyó otra música, con instrumentos desconocidos para él, como el bombo y el arpa india, y sus propios ritmos, como la zamba.
La temprana muerte de su padre lo convirtió muy joven en el jefe de la familia. Fue maestro de escuela, tipógrafo, cronista y músico. Jugó tenis, boxeó y se hizo periodista. A los 19 años de edad, compuso “Camino del indio”, en el que mostró la calidad de su música.Conoció Jujuy, los valles calchaquíes y el sur de Bolivia. A los 20 años, llegó a Urdinarrain, Entre Ríos, con su guitarra y trabajó como peón para la Casa Goldaracena.
En 1931 se casó con su prima María Alicia Martínez, que tenía un hijo nacido en 1923 de una relación anterior. No le fue bien en Buenos Aires, y se fueron a la provincia de Entre Ríos, y en Urdinarrain nació su primera hija, Alma Alicia Chavero. Algún tiempo después se afincaron en Tala.
En enero de 1932 participó en la fallida intentona revolucionaria yrigoyenista de los hermanos Kennedy, en La Paz (provincia de Entre Ríos), en la que estuvieron entreverados también el coronel Gregorio Pomar y el escritor Arturo Jauretche, quien reflejó el hecho en su poema gauchesco El Paso de los Libres.
Después de la derrota se exilió. Estuvo un tiempo en Montevideo, y luego en otros pueblos uruguayos y el sur de Brasil. Mientras, su esposa había regresado a Junín. Allí nació el 11 de enero de 1933 su segundo hijo, Atahualpa Roberto Chavero. En 1936 en Rosario (provincia de Santa Fe) nació Lila Amancay Chavero. Al año siguiente, se separó de su mujer. Ella y los cuatro hijos volvieron a Junín.
En 1934 volvió a la Argentina por Entre Ríos y se fue a vivir a Rosario. En 1935 se estableció en Raco, a unos 40 km al noroeste del Tafí Viejo, en Tucumán. Pasó brevemente por Buenos Aires para actuar en radio. Luego recorrió Santiago del Estero, para retornar por unos meses a Raco en 1936. Incursionó también por Catamarca, Salta y Jujuy. Más tarde visitó nuevamente el altiplano en busca de testimonios de las viejas culturas originarias. Volvió a los valles calchaquíes, recorrió a lomo de mula los senderos jujeños y vivió por un tiempo en Cochangasta, La Rioja.
En Tucumán, en 1942, conoció a la pianista y compositora sampedrina Nenette Pepín Fitzpatrick (1908-1990), con la que mantuvo una relación durante 48 años.
Como en la Argentina no había divorcio, se casaron en Montevideo. Con Nenette tuvo a su último hijo, Roberto Chavero, que fue el único que mostró como tal.
Se dice que ella firmaba como Pablo del Cerro y sería la coautora de muchas de sus canciones como “Chacarera de las piedras”, “El alazán”, “El arriero va”, “Eleuterio Galván”, “Guitarra Dímelo tú” y varias otras.
Por su afiliación al Partido Comunista, fue censurado durante la presidencia de Juan Domingo Perón, detenido y encarcelado varias veces.
Cuando se fue a Francia en 1949, ya usaba el seudónimo Atahualpa Yupanqui.La cantante Edith Piaf lo invitó a actuar en París el 7 de julio de 1950. Firmó contrato con Chant du Monde, la compañía de grabación que publicó su primer Long Play en Europa, Minero soy, que obtuvo el primer premio de mejor disco de la academia Charles Cros, que incluía 350 participantes de todos los continentes en el Concurso Internacional de Folclor. Después viajó por Europa.
En 1952 volvió a Buenos Aires, rompió su relación con el Partido Comunista y se le facilitó actuar en la radio. Mientras con su esposa construía su casa de Cerro Colorado, en Córdoba, recorría el país. Puso música a las películas Horizontes de piedra, basada en su libro Cerro Bayo, y Zafra.
Durante la década del 60, artistas como Mercedes Sosa, Alberto Cortez y Jorge Cafrune grabaron sus composiciones y lo hicieron popular entre los músicos jóvenes, que lo conocen como don Ata.
Entre 1963 y 1964, hizo una gira por Colombia, Japón, Marruecos, Egipto, Israel e Italia. En 1967 realizó una gira por España, y se fue a vivir a París. Volvía cada tanto a la Argentina. En 1973 apareció en la película Argentinísima II. Pero mermó sus visitas cuando llegó al poder la última dictadura militar.
El 14 de noviembre de 1990, falleció en Buenos Aires su esposa, Nenette Pepín Fitzpatrick.
Y en 1992 volvió a Francia para actuar en Nîmes, se descompuso y murió el 23 de mayo. Sus restos fueron repatriados y descansan en Cerro Colorado, bajo un roble europeo.
Cuestión personal
Lo conocí por mi padre, gran admirador suyo, lo mismo que muchos de su generación. Creía que se trataba de un gusto de intelectuales, capaces de apreciar su guitarra y sus letras minimalistas y profundas. Pero un día, en la casa de mi abuelo, Sol de Mayo, departamento Jiménez, el encargado de la estancia, Matías Llodrá oyó Los ejes de mi carreta en la radio. “Esa la pasaban en el invierno del 59, cuando estaba en la cosecha, en Tucumán”, contó. Entonces tuve cabal conocimiento de que era un músico universal.
©Juan Manuel Aragón
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