Julio César Salgado |
El poeta friense es entrevistado, hace varios años, y habla sobre, justamente, la poesía, la condición humana y su maestro, Carlos Alberto Bruchman
El poeta friense Julio César Salgado estuvo en la biblioteca 9 de Julio, ofreciendo un recital de poesía junto a Jorge Rosenberg y Alberto Tasso. En la cálida noche santiagueña de fines de julio, el vate se animó a brindar algunas definiciones clave para entender quizás su obra, una de las más comprometidas con la tierra y con la naturaleza del hombre que ha dado esta provincia en los últimos años.En una entrevista que concedió a esta revista, recordó a Carlos Alberto Bruchman de quien dijo que de él aprendió que “la poesía no solamente es lo que se dice sino también lo que se hace, que tiene que ver con una condición, con un carácter, tiene que ver con un abrazo con lo humano”.
Su definición de poesía fue la que sigue:“La poesía es una experiencia particular y no creo que nadie tenga la capacidad, desde mi modesta óptica, de describirla con cierta precisión. Es algo que se aproxima a un modo de respirar. Cuando uno respira con la condición de poeta, se da algo esencialmente único; cada poeta es hijo de muchos otros poetas, es aprendiz de otros poetas, pero también es un aprendiz de la singularidad de su experiencia y por eso digo que la poesía es un modo de respirar. Siempre tiene que haber un poema en el espíritu original y fundamental de la poesía y tiene que ver mucho la ambigüedad.
“Los griegos decían que la poesía es memoria y si tuviéramos que recurrir a toda la gente que alimenta la condición que hace que un poema pueda ser un poema a través del gesto, del vigor y de la pulsión de la poesía, tendríamos que recurrir a muchos lugares. Pero hay que decir una cosa: los materiales originales de la poesía tienen que ver con lo humano y particularmente con la naturaleza que nos preocupamos todos los días en destruir. En los últimos diez mil años de la historia de esta tierra, apareció el homo sapiens, pero lo que hizo este homo sapiens en los últimos cincuenta años no lo hizo en los 9.950 que pasaron antes.”
Después hubo otras preguntas, como qué es Frías. Además de recordar que fue el lugar donde nació y donde nació su primera experiencia con la poesía, sostuvo que “los alrededores de Frías y el monte de Frías, los bosques de Frías, la gente de Frías, los personajes que allí descubrí y las cosas que me imaginé, son la condición esencial de mi lenguaje actual”. Agregó que cada vez que piensa “cómo tengo que enlazar esas ideas que me pueden llevar a un texto que tiene algo que ver con la poesía, pienso y recurro a la memoria y cada vez que recurro a la memoria vuelvo a mi experiencia de niño y de juventud”.
-¿A qué poeta recuerda más cuando piensa en Santiago?
-Primero recuerdo a un poeta que me hizo descubrir que la poesía no solamente es un texto, que no solamente es algo que se convierte en verso o poema o que tiene que ver con lo estético. Ese poeta santiagueño se llamaba Carlos Alberto Bruchman, aquel antiguo director de “Jardinalia”. Él me enseñó que la poesía no solamente lo que se dice sino también lo que se hace, que la poesía tiene que ver con una condición, con un carácter, tiene que ver con un abrazo con lo humano. La poesía no solamente tiene que defender las cosas del lenguaje sino que tiene que defender las cosas de la condición humana. Si uno no es generoso, si no es humilde, está distante del fondo de la trenza, de lo que urde, arma y desarma la condición del poeta. Para ello son necesarias la honestidad y la humildad. Eso es lo que me enseñó Carlos Alberto Bruchman, uno de los poetas que más abrazó y difundió y defendió, no solamente su poesía sino la poesía de os hombres que lo acompañaban o estaban distantes, pero eran santiagueños.
-Antes del recital, usted ha repetido una frase de Juan Nicolas Arthur Rimbaud, “yo es otro”, ¿qué lo llevó a profundizar en esas tres palabras”.
-Rimbaud es el primero y el único que ha recurrido a esa frase. Toda la psicología, toda la filosofía moderna, actual, tratan de saber qué es eso, qué lo hace decir a Rimbaud “yo es otro”, esa cosa de palabras tan contradictorias. Se ha escrito muchísimo sobre eso, los más grandes filósofos contemporáneos han recurrido a ese “yo es oro”, que es uno de los secretos, la condición de sacar relaciones con el pensamiento. “Porque “yo es otro” es lo que nos hace pensar muchas veces, que nosotros como individuos entramos en otro lugar y ese otro lugar es otro hombre, otra mujer, otro ser humano. Y que la intención de recurrir al lenguaje para comunicarnos, para arrogar esa vieja botella que se lanza al mar con el mensaje de la poesía, algo tiene que ver con esa frase. Yo quiero ser otro, quiero ser aquel, quiero ser el distante, el próximo y eso se consigue solamente con la experiencia, con el lenguaje que es, como principio, bastante, pero bastante difícil, no solamente para el poeta sino para muchos y muchos poetas.
Nota aparecida en El punto y la coma.
Así escribe
La aeromoza de la Transcatamarca
Por Julio Salgado
Le he preguntado si era una técnica de la poesía
ella ha contestado
que era la aeromoza de la Transcatamarca.
Al fondo
a quinientos metros sobre el nivel del mar
los yuchanes florecen pálidamente rosas
entre las nubes bajas
y las semillas que irán a nacer.
Después de tantos años
mis botas están aún al lado de sus pies
los pequeños fragmentos
de los dedos desnudos de los pies.
Yo diría
que ésta o es la historia más grande
pero
lo que sobresalta mi memoria
es el peso de los sueños
esa jauría que ambula por nuestros cuerpos
mientras algo
muy alto
ha pasado
como la flecha del atardecer.
Ramírez de Velasco®
ella ha contestado
que era la aeromoza de la Transcatamarca.
Al fondo
a quinientos metros sobre el nivel del mar
los yuchanes florecen pálidamente rosas
entre las nubes bajas
y las semillas que irán a nacer.
Después de tantos años
mis botas están aún al lado de sus pies
los pequeños fragmentos
de los dedos desnudos de los pies.
Yo diría
que ésta o es la historia más grande
pero
lo que sobresalta mi memoria
es el peso de los sueños
esa jauría que ambula por nuestros cuerpos
mientras algo
muy alto
ha pasado
como la flecha del atardecer.
Ramírez de Velasco®
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