![]() |
Periódico un poco posterior |
El 11 de abril de 1918 se funda la Federación Universitaria Argentina, surgida luego de la Reforma de ese año en la Universidad de Córdoba
El 11 de abril de 1918 se fundó la Federación Universitaria Argentina. Fue una organización surgida luego de la Reforma Universitaria de ese año en la Universidad de Córdoba. Marcó un intento de los estudiantes por transformar el sistema educativo argentino, exigiendo autonomía universitaria, cogobierno y modernización de los planes de estudio. Sin embargo, aunque se presentó como una fuerza progresista, sus limitaciones internas y su falta de cohesión en algunos momentos generaron críticas sobre su efectividad y representatividad.Su creación se dio en un contexto de agitación estudiantil que comenzó en marzo de 1918, cuando los estudiantes de Córdoba declararon una huelga general contra las políticas conservadoras del rector José Antonio Salinas.Le demandaban la democratización de la universidad, la eliminación de la influencia eclesiástica y una mayor participación estudiantil en la toma de decisiones. El 11 de abril, delegados de centros estudiantiles de varias universidades, como las de Córdoba, Buenos Aires y La Plata, se reunieron en Córdoba para establecer la federación.
Entre los presentes destacaron Deodoro Roca, Horacio Valdés y Enrique Barros, que luego contribuyeron al Manifiesto Liminar, publicado el 21 de junio de 1918, que articuló los ideales reformistas.
La institución se estructuró como una federación de centros de estudiantes, con una asamblea como órgano principal para coordinar las acciones en el orden nacional. Se buscaba unificar las luchas locales bajo una plataforma común que defendiera la autonomía, la libertad de cátedra y el acceso igualitario a la educación.
Sin embargo, desde el inicio, la organización enfrentó dificultades para consolidar una representación homogénea. Las diferencias entre los centros estudiantiles, marcadas por intereses regionales y enfoques ideológicos dispares, limitaron su capacidad de actuar como un bloque sólido.
En sus primeros meses, logró cierta influencia. Las movilizaciones estudiantiles de 1918 presionaron al gobierno de Hipólito Yrigoyen, quien en octubre de ese año intervino la Universidad de Córdoba y designó un nuevo rector afín a algunas demandas reformistas. Este avance, aunque significativo, no fue uniforme en todas las universidades, y la Federación mostró falencias en su capacidad para imponer cambios estructurales a nivel nacional.
Las autoridades universitarias y el poder político resistieron las reformas, y la federación, a menudo, careció de una estrategia clara para contrarrestar esa oposición de manera sostenida.
Otro punto crítico fue su composición. Si bien se proclamaba representativa de todos los estudiantes, en la práctica, sus dirigentes provenían mayormente de sectores urbanos y de clases medias, lo que dejó fuera las voces de estudiantes de regiones más alejadas o de contextos socioeconómicos desfavorecidos.
Esta falta de diversidad debilitó su legitimidad como vocera del conjunto del estudiantado argentino. Además, las asambleas, aunque concebidas como espacios democráticos, a veces se vieron dominadas por debates prolongados y disputas internas que retrasaron la acción concreta.
La fundación de la Federación fue un momento clave para el movimiento estudiantil en la Argentina. Inspirada en ideales de justicia y progreso, intentó articular una visión renovada de la universidad pública. Sin embargo, su estructura federativa, aunque ambiciosa, no siempre logró superar las tensiones entre sus miembros ni traducir las demandas en reformas duraderas.
La dependencia de liderazgos carismáticos, como el de Deodoro Roca, y la incapacidad de mantener una presión constante sobre las autoridades evidenciaron las grietas de una organización que, pese a sus intenciones, no siempre estuvo a la altura de los desafíos que enfrentó.
Había nacido con un propósito noble, pero su ejecución dejó entrever las limitaciones de un movimiento que, en su origen, prometía más de lo que pudo cumplir.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
Hoy ese sistema de gestión ha convertido a las universidades en comités políticos, en los que gravitan aprendices de políticos y activistas que coquetean con sus partidos en la búsqueda de un cargo, a cambio de haber dedicado sus esfuerzos a arrimar votos, más que a alcanzar una profesión. Todo a costa de los dineros públicos, que se gastan en lo que luego se anuncia como "educación gratuita"
ResponderEliminarTal vez las intenciones y visión original de la reforma haya respondido a las necesidades y atendido la situación de las universidades en 1918. Ciertamente representa un atraso para las universidades en 2025.
La reforma universitaria fue un moco teórico. Pretendía "democratizar" la Universidad. Eso es como democratizar un ejército.AMBAS SON INSTITUCIONES DE MANDO PIRAMIDAL En el primer caso lo consiguieron. Error la democracia se da entre ciudadanos iguales. Un estudiante (aparte de ser un imberbe y analfabeto funcional)) no es igual a un profesor porque este enseña y el otro viene a aprender; por lo tanto puede tener voz, pero no voto. Un ordenanza (empleado administrativo) no es igual a un profesor y no puede opinar sobre la calidad de la enseñanza. Afecta mucho la calidad de la institución, la elección de autoridades por gente que no está capacitada en absoluto para hacerlo. Como país es una vergüenza el sistema universitario nacional.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
Eliminar100% de acuerdo con su apreciación
Eliminar