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Hitler observa cómo quedó el lugar |
El 20 de julio de 1944, en Prusia Oriental, un grupo de oficiales de la Wehrmacht intenta asesinar a Adolf Hitler
El 20 de julio de 1944, en Prusia Oriental, el coronel Claus Schenk Graf von Stauffenberg y un grupo de oficiales de la Wehrmacht intentaron asesinar a Adolf Hitler mediante la colocación de una bomba en su cuartel general, conocido como la "Guarida del Lobo", para hacer un golpe de Estado que pusiera fin al régimen nazi. El atentado, que formaba parte de la operación Valkiria, fracasó y desembocó en una violenta represión del movimiento conspirador, con la ejecución de sus principales figuras y la consolidación del control hitleriano hasta el final de la guerra.El intento fue planieado por una red de oficiales y civiles alemanes que consideraban que Hitler había llevado a Alemania al desastre. Entre ellos figuraban Ludwig Beck, Friedrich Olbricht, Henning von Tresckow y Carl Goerdeler. El grupo consideraba que solo eliminando al Führer sería posible negociar la paz con los Aliados y evitar la completa destrucción del país. La operación debía activarse tras la muerte de Hitler, mediante el uso del plan Valkiria, originalmente diseñado para garantizar el orden en caso de levantamientos internos.Stauffenberg, recientemente ascendido y con acceso a las reuniones del alto mando, fue el encargado de colocar el explosivo. Ese día viajó al cuartel de Hitler, en Rastenburg, llevando un maletín con un artefacto explosivo de fabricación británica, activado mediante un detonador con retardo de diez minutos. Lo colocó bajo la mesa de conferencias, cerca de donde se ubicaba Hitler. Poco después se retiró con la excusa de una llamada urgente.
La bomba estalló a las 12 y 42 del mediodía, provocando una potente explosión que destrozó la sala e hirió gravemente a varios asistentes. Cuatro personas murieron, pero Hitler solo sufrió heridas menores: quemaduras, contusiones y perforación timpánica. Su supervivencia fue atribuida a que un oficial movió el maletín detrás de una gruesa pata de roble de la mesa, lo que desvió parte del impacto.
Stauffenberg, convencido de que Hitler había muerto, voló a Berlín para activar el golpe. Allí, junto a Olbricht y otros conspiradores, trató de poner en marcha la Operación Valkiria, moviendo unidades del ejército de reserva. Durante algunas horas, se detuvieron a oficiales de las SS y se ocuparon puntos estratégicos. Sin embargo, una vez confirmada la supervivencia de Hitler, la resistencia se desmoronó.
La reacción fue inmediata. Joseph Goebbels y Heinrich Himmler actuaron rápidamente para restablecer el control. Hitler habló por radio esa misma noche, reforzando la imagen de su invulnerabilidad. Los líderes del complot fueron arrestados, interrogados y ejecutados. Stauffenberg fue fusilado esa misma noche en el patio del cuartel general del ejército de Berlín, junto a otros tres oficiales. En las semanas siguientes, cerca de 200 personas fueron asesinadas por su vinculación con el atentado.
El Tribunal del Pueblo, presidido por Roland Freisler, organizó juicios sumarios transmitidos por medios oficiales, donde los acusados eran humillados públicamente antes de ser sentenciados a muerte. Las ejecuciones fueron hechas mediante horca con cuerdas de piano, filmadas por orden de Hitler.
El atentado aumentó la represión en el Tercer Reich y profundizó el miedo en la cúpula nazi. El aparato de seguridad se fortaleció, y las purgas dentro de la Wehrmacht y la administración civil fueron sistemáticas. Hitler utilizó el fracaso del golpe como justificación para eliminar cualquier disidencia restante.
Aunque fracasó, el atentado del 20 de julio se convirtió con el tiempo en un símbolo de la resistencia alemana contra el nazismo. Varios de sus participantes tuvieron vínculos previos con la oposición al régimen, desde el asesinato de Kurt von Schleicher en 1934 hasta las derrotas militares que evidenciaron la ineficacia del alto mando nazi.
La operación evidenció que existía una oposición estructurada dentro del aparato militar alemán, dispuesta a arriesgarse para terminar con el régimen. Su fracaso, sin embargo, extendió el sufrimiento hasta la capitulación de mayo de 1945. Hitler reforzó su culto a la personalidad y se encerró aún más en su visión apocalíptica del conflicto.
CONTRAFÁCTICO Si el atentado hubiera tenido éxito
Si Hitler hubiera muerto en la explosión del 20 de julio de 1944, la Operación Valkiria podría haberse ejecutado con éxito, permitiendo a los conspiradores tomar el control de Berlín y arrestar a los principales jerarcas nazis. Joseph Goebbels, Heinrich Himmler y Hermann Göring habrían sido depuestos o ejecutados en las primeras horas. El mando militar habría pasado a una junta encabezada por Ludwig Beck y Carl Goerdeler.
Con Hitler muerto, los nuevos líderes habrían intentado negociar un alto el fuego con los Aliados occidentales, probablemente aceptando la rendición en el frente occidental a cambio de frenar el avance soviético desde el este. El conflicto habría finalizado antes de 1945, evitando los bombardeos masivos sobre Dresde y otras ciudades alemanas.
Alemania habría evitado la división entre la República Federal y la República Democrática, al menos en su forma histórica. No obstante, los crímenes del nazismo ya eran conocidos, y los juicios de Núremberg habrían sido reemplazados por procesos internos, quizás más limitados. La desmilitarización habría seguido, pero con otros actores.
La caída del régimen por una rebelión interna habría modificado la narrativa de la posguerra, permitiendo a Alemania asumir un papel diferente en la reconstrucción europea. El símbolo del atentado del 20 de julio habría sido recordado como el inicio de la redención nacional.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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