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Mostrando las entradas etiquetadas como Supermercado

NEGOCIOS Un recuerdo para Emilio Salvador Luque

Cuando ya no le quedaba nada en las góndolas Fue el supermercado de las terceras marcas hasta que un día se fundió y los santiagueños se quedaron sin tener dónde comprar un poco más barato Luque fue el supermercado de las terceras y cuartas marcas. Ahí no iban a comprar las amas de casa con apellidos importantes y autos con chofer sino, como decían las madres de antes “los Gómez de la guía”, gente humilde, que debe estirar el sueldo solamente para comer hasta fin de mes. De un día para otro se vació de mercadería, después escasearon los clientes para las dos o tres cositas que iban quedando y al final, cuando no hubo más mercadería para comprar ya nadie fue y cerró. Todo se dio aquí en Santiago, en un lapso de tres meses, pongalé cuatro. Los empleados, que no tuvieron nada que ver con la caída de esta empresa, lo único que querían era, de alguna manera, conservar el trabajo, pero lo perdieron. De lo que pasaba en la empresa se enteraron lo mismo que los clientes, por los diarios, por l...

LETRA Supermercado

Supermercado El problema es que siempre me olvidaba de lo que mi mujer me encargaba comprar en el supermercado. Si eran galletitas dulces, no sé por qué elegía saladas, en vez de mayonesa traía mostaza, me confundía el arroz con el fideo, la harina con la maicena, y me enredaba las cantidades de té, mate y café. Siempre la misma historia: volvía del supermercado, ella abría la bolsa y me retaba. A veces me mandaba a la esquina a comprar una Fanta y yo caminaba diciendo “¡una Fanta naranja, una Fanta naranja, una Fanta naranja!”, pero no va a creer, llegaba al kiosco y decía: “Demé una Secco—cola”. Siempre la memoria me tendía la misma trampa. Hasta que un día que me dio muchos encargos, los memoricé tal cual: Mate, café harina, palmitos, yerba, mermelada, cacao, picadillo, paté, caballa, arroz, arvejas, sardinas, atún, choclo y lentejas”. Después le puse música, vendí la lista a Marolio y ya no me olvido más. ©Juan Manuel Aragón

SÚPER Ferro Quina Bisleri

Viejo cartel de almacén Entre el de Santiago y el de La Banda, a menos de tres kilómetros uno del otro, fundieron a varios Cachitos, sobre todo cercanos Cuando llegaron a Santiago los grandes supermercados conocidos en todo el país, lo hicieron detrás de una fenomenal propaganda. No solamente tenían los precios más bajos, también ofrecían servicios de cajero automático, eran amigos de sus clientes, mostraban imágenes de gente feliz y contenta porque compraba ahí, en fin. Nada nuevo, por supuesto. Eran tan, pero taaan amigos, que muchos hasta se lo creyeron. Trajeron algunos conceptos nuevos, por lo menos para los viejos esquemas que manejaban los santiagueños, acostumbrados, casi todos, a Cachito, el almacenero de la esquina y a dos o tres supermercados, embutidos en un espacio no más grande que un garaje para un fitito. Eran inmensos, la playa de estacionamiento del primero que se instaló tenía una superficie más grande que el propio negocio. Adentro, entre otros detalles, las góndola...