Ignacio Corsini la grabó por primera vez
El 20 de marzo de 1942 fue registrado el vals “La pulpera de Santa Lucía”, tal vez el más representativo de una épocaEl 20 de marzo de 1942, se registra el vals “La pulpera de Santa Lucía”, con música de Enrique Maciel y letra de Héctor Pedro Blomberg. La canción cuenta la historia de una mujer a quien se la llevó un soldado unitario de las tropas del general Juan Lavalle. Es quizás la música más representativa de la Argentina de aquellos tiempos.El vals fue estrenado en radio Prieto en 1928 por Ignacio Corsini, quien lo grabó el 22 de abril de 1929, con las guitarras de Rosendo Pesoa, Armando Pagés y Enrique Maciel. Según algunas versiones la obra se inspira en un personaje real.En una entrevista de 1948 Enrique Maciel narró que cuando se estrenó el vals, el público reclamaba por teléfono, por correspondencia y también en persona su repetición. Se vendieron quinientas mil partituras y ciento cincuenta y siete mil discos.Entre los artistas que lo grabaron luego figuran Luis Aguilé, Soledad Bravo, Andrés Calamaro, Alberto Castillo, Ginamaría Hidalgo, Santiago Chalar y su cuarteto, Hugo Díaz, Los Indios Tacunau, Jairo, Nelly Omar, Los Tucu-Tucu, Enzo Valentino con orquesta, Palito Ortega, Antonio Tormo, Soledad Villamil, Raly Barrionuevo, la cantante Silvana Gregori (2008) con guitarra y bandoneón.
Por el tiempo de la canción, se tenía la parroquia como división territorial y esa misma división era usada, como región a los fines civiles.
Santa Lucía es una iglesia cuyo nombre completo es Parroquia y Santuario Santa Lucía y está en el barrio de Barracas de Buenos Aires, a metros del cruce de las avenidas Montes de Oca y la avenida Martín García. En 1783 se levantó allí un oratorio dedicado a venerar a Santa Lucía de Siracusa, patrona de la vista. El templo actual fue bendecido en 1887.
Desde la época de Juan Manuel de Rosas hasta fines del siglo XIX en Barracas al Norte vivían algunas de las familias más acaudaladas de la ciudad.
Entre las décadas de 1820 y 1840, en sus cercanías había una pulpería donde concurrían carreros, cuarteadores, copleros y otros habitantes de aquella zona que por entonces se encontraba a mitad de camino entre la pampa y la ciudad.
Hay varias leyendas sobre la joven que atendía una pulpería. Una sostiene que se llamaba Dionisia Miranda y era hija del dueño de la pulpería, a quien algunos conocían como “la rubia del saladero”. Quedó a cargo del negocio cuando murió su padre.
Otros sostienen que se llamaba Dionisia o Flora Valderrama, también rubia y de ojos claros que, por su devoción por Santa Lucía frecuentaba la parroquia. Pero hay quienes dicen que en realidad se llamaba Ramona Bustos.
La letra
Era rubia y sus ojos celestes
Reflejaban la gloria del día
Y cantaba como una calandria
La pulpera de Santa Lucía.
Era flor de la vieja parroquia.
¿quién fue el gaucho que no la quería?
Los soldados de cuatro cuarteles
Suspiraban en la pulpería.
Le cantó el payador mazorquero
Con un dulce gemir de vihuelas
En la reja que olía a jazmines,
En el patio que olía a diamelas:
"con el alma te quiero, pulpera,
Y algún día tendrás que ser mía,
Mientras llenan las noches del barrio
Las guitarras de Santa Lucía".
La llevó un payador de Lavalle
Cuando el año cuarenta moría;
Ya no alumbran sus ojos celestes
La parroquia de santa lucía.
No volvieron los trompas de rosas
A cantarle vidalas y cielos.
En la reja de la pulpería
Los jazmines lloraban de celos.
Y volvió el payador mazorquero
A cantar en el patio vacío
La doliente y postrer serenata
Que llevábase el viento del río:
“¿dónde estás con tus ojos celestes,
Oh pulpera que no fuiste mía?"
¡cómo lloran por ti las guitarras,
las guitarras de Santa Lucía!
En 1840, Lavalle acampó cerca de Buenos Aires, pero cuando se percató de que Juan Manuel de Rosas, tenía superioridad de fuerzas, se retiró a Santa Fe y de allá a Córdoba. “Cuando el año 40 moría”, luego de su derrota en la Batalla de Quebracho Herrado, se retiró hacia el norte de país. Pero es otra historia.
La que sí existió es la Rubia Moreno, pulpera gaucha, de falda roja, vincha y puñal, en el antiguo camino real de La Banda. Pero de ella se hablará otro día, cuando la fecha se tope con una efeméride.
©Juan Manuel Aragón
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