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Martínez de Hoz |
Muy apretada síntesis del daño que infligieron los liberales a la Argentina durante el gobierno del Proceso
El 2 de abril de 1976, José Alfredo Martínez de Hoz, presentó su “Programa de recuperación, saneamiento y expansión de la economía argentina”, afirmando además que su política era la de las Fuerzas Armadas. Mi padre, que había estado emocionado por la llegada de los militares al poder, al otro día de esa presentación me dijo: “Parecía que iban a hacer una revolución, pero es un golpe más”, y agregó con cara de asco: “Entregaron la economía a los liberales”.“Joe”, como le decían los amigos, planteó aquella vez que quería “lograr el saneamiento monetario y financiero indispensable como base para la modernización y expansión del aparato productivo del país, en todos sus sectores, lo que garantiza un crecimiento no inflacionario de la economía, acelerar la tasa de crecimiento económico y alcanzar una razonable distribución del ingreso, preservando el nivel de los salarios en la medida adecuada a la productividad de la economía”. No lo logró, eso que eran metas más que modestas.Pero la “Argentina blanca” de la que habla Jorge Asís, estaba feliz con el presidente Jorge Rafel Videla, con Martínez de Hoz y el gobierno en general, porque “al fin habían terminado con los peronistas”.Fue un tiempo maravilloso para muchísimos, se sentían millonarios, iban a Miami en bandada a comprar televisores, remeras, ceniceros, llaveros, pantalones, lo que fuere. Los norteamericanos remarcaban los precios ante la avalancha y, sorpresivamente, los argentinos decían “déme dos” de lo que fuere.
¿Ven que es fácil ser poderosos en el mundo?, decían en la “Argentina blanca” de aquellos años. Era cuestión de correr a los peronistas y tener un dólar con un precio tan artificialmente barato que cualquier gallego pobretón cumplía el sueño de visitar el pueblo de sus abuelos, volver cargado de regalos y guardar el vuelto.
Fue en ese tiempo que se estatizó a la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad por la suma de 394.5 millones de dólares. Un solo argentino se opuso, Juan Carlos Casariego del Bel, director de Registros de Inversiones Extranjeras del Ministerio de Economía. Pero luego resultó “desaparecido”, lo mandaron a matar, es decir.
Martínez de Hoz había sido uno de los directores de Suiza Motor Columbus, entonces operadora de la Ítalo. Según denunció en ese momento la revista Cabildo —nacionalista y católica— la empresa era obsoleta y estaba endeudada con otras empresas que dependían de ella misma. Según se determinó después, hubo una negociación secreta en Zurich, para que el Gobierno pagara un buen precio por la compañía eléctrica.
La ferocidad de la economía impuesta a sangre y fuego en contra de los intereses argentinos, vino a revelar, a) que a los liberales les importa muy poco la libertad de la gente, pues imponen sus políticas en regímenes despóticos y tiránicos, b) cuando llegan al poder hacen negocios en su favor, pero bien a lo grande, así de un solo manotón tienen para vivir tres o cuatro vidas y c), son iguales a los socialistas en cuanto a la avidez de dinero, varían los métodos, el único detalle es que son algo más prolijos quizás.
Un detalle: Casariego determinó que lo máximo que podía pagarse, estirando muchísimo los precios y siendo condescendiente con la empresa, eran 8 millones de dólares por las instalaciones y las indemnizaciones. Como se dijo, se terminaron abonando 394 millones y medio de dólares.
Los diarios, las revistas, la radio, la televisión, daban cuenta de un país hermoso que al fin había hallado el equilibrio entre factores de poder aparentemente irreconciliables: partidarios de un Estado fuerte por un lado, y de la libre empresa por el otro.
Así como muchos dicen desconocer hoy los negociados de Martínez de Hoz, en ese entonces si les hablaban de miles de desaparecidos, también se hacían los estúpidos, como Ernesto Sábato y Magdalena Ruiz Guiñazú que, recién cuando el viento sopló para el lado de Raúl Alfonsín, se hicieron democráticos y se dieron por enterados de lo que sucedía.
Vuelvo al comienzo de otro comienzo, en el principio del gobierno de Alfonsín, mi padre ya lo miraba de reojo y con algo de recelo a Carlos Saúl Menem. Cuando Menem se puso del lado del gobierno nacional para apoyar la votación por el sí, para entregar a Chile las islas del Canal de Beagle, me dijo: “No vaya a ser cosa que éste después sea Presidente”.
Volvió a acertar, pero otro día le cuento esta historia, si pinta.
©Juan Manuel Aragón
Lindas historias de tu Tata!
ResponderEliminarSi Martínez de Hoz era liberal yo debo de ser trotskista. Martínez de Hoz estaba afiliado al Partido Demócrata Cristiano, cuyas ideas no tienen nada de liberales, sino que son socialdemócratas. Y durante su gestión hizo todo lo contrario de lo que haría un liberal. Metió al Estado a intervenir en el mercado cambiario, inventado una "tablita" para fijar arbitrariamente el precio del dólar y crear la fantasía de una moneda fuerte, que nos costó carísima, como era de esperar.
ResponderEliminarNo solo no privatizó ninguna de las empresas públicas ineficientes, que nos salían carísimas a causa de los enormes déficits, igual que hoy, sino que creó nuevas empresas públicas, como la CIAE ( Compañía Ítalo Argentina de Electricidad S.A.), a través de la cual todos los argentinos les pagábamos a los porteños la electricidad, igual que ahora.
Ni qué hablar con las libertades, que son la nave insignia del pensamiento lliebral, en un gobierno de facto en el que no había ni Poder Legislativo. Menudo liberal. Los peronistas lo llaman liberal para desacreditar al liberalismo, al que odian.
Sacó los aranceles al agro, tremendo liberal.
EliminarEl ingeniero Aragón... Viejo lobo de mar..!!
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