Jorge Batlle |
El 30 de mayo del 2002, Jorge Batlle, presidente del Uruguay dijo que los argentinos eran “una manga de ladrones”: las reacciones de las autoridades y el enojo de Duhalde
El 30 de mayo del 2002, el presidente uruguayo, Jorge Batlle acusó a los argentinos de ser "una manga de ladrones" y descalificó a Eduardo Duhalde: "No sabe adónde va", definió. En momentos en que el gobierno empezaba a abonar el terreno para llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el exabrupto del oriental abrió un inesperado conflicto con la nación hermana.Luego, como suele suceder estos casos, el uruguayo reculó a toda velocidad. Culpó al canal de televisión que reprodujo sus palabras. "Tomaron la grabación de una conversación particular", dijo. Y casi como un chiste, dijo: "Les consta al Gobierno y al pueblo argentinos los esfuerzos nuestros por defender a esa gran nación".También habló por teléfono con Duhalde. Pero no alcanzaron sus palabras para dejar conforme al Gobierno de este lado del Río de la Plata. Dijo que viajaría a Buenos Aires para verse con Duhalde en Olivos. Como suele ocurrir en estos casos, ofreció una disculpa en la perra cara al presidente argentino". Y la Casa Rosada consideró "superado" el incidente.Los dichos del uruguayo habían sido difundidos en una entrevista que le hizo el canal internacional Bloomberg. Cuando el cronista planteó un paralelismo entre las realidades de Uruguay y Argentina, Batlle, exaltado, lanzó:
—¿Usted conoce la administración argentina? ¿Sabe el volumen, la magnitud de corrupción que hay en Argentina?
Agregó:
—En vez de mirar las cosas de su país en serio, miran a su alrededor. Esa es la tragedia de los argentinos: se pasan diciendo ''a ver quién es el culpable de no ayudarnos''. No se dan cuenta que tienen que ayudarse a sí mismos.
—A Duhalde yo no le puedo plantear nada. No tiene fuerza política, no tiene respaldo, no sabe adónde va.
—Los argentinos son una manga de ladrones, desde el primero hasta el último. Como dijo el señor Barrionuevo: ''Si nos dejamos de robar por dos años, vamos a andar bien''.
—No me compare con Argentina. Uruguay es un país distinto. Compáreme con Chile o Brasil, pero no con Argentina.
Justo cuando le llevaron un papel con la desgrabación de las declaraciones, Duhalde estaba en la Rosada con algunos colaboradores. Después miraron lo que había sucedido por televisión. Y hubo una reunión, que los medios argentinos de prensa dijeron que fue “interminable”, porque “medio Gabinete se instaló toda la tarde para debatir qué hacer”.
El Presidente se comunicó con Carlos Ruckauf, ministro de Relaciones Exteriores, que no estaba en el país sino en una cumbre de la Organización de Estados Americanos en Barbados. El funcionario intuyó que esta anécdota terminaría opacando la declaración del secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell, a favor de encaminar una negociación entre el Fondo Monetario y la Argentina.
Duhalde no se quedó quieto, instruyó al segundo de Ruckauf, que era Jorge Fourie, para que pusiera en marcha todos los mecanismos diplomáticos. Fourie convocó de urgencia al embajador uruguayo en Buenos Aires, Alberto Volonté Berro, para que explique lo que había dicho su presidente.
El embajador argentino en Montevideo, Hernán Patiño Mayer, fue hasta la sede del gobierno de Uruguay, se entrevistó con el secretario de la Presidencia, Raúl Lago y le pidió a ese gobierno que ratifique o rectifique las palabras de Batlle.
En la Argentina, entretanto, se analizó la posibilidad de "llamar a consulta" al embajador Patiño Meyer, un gesto que endurecería la relación bilateral y paso previo a una declaración de guerra. Aunque en el ministerio de Relaciones Exteriores se dijo: "No lo podemos dejar pasar, pero tampoco podemos romper relaciones con Uruguay", medio reculando también, porque no era cuestión, ¿no?
La pregunta que hasta hoy sigue flotando en el ambiente es si Batlle en realidad tenía razón, aunque era impropio lo que dijo, si sus palabras estaban encaminadas, como se dice, a mojarnos la oreja y de esa manera medir a los argentinos o fue nomás una destemplanza del momento.
©Juan Manuel Aragón
Ha dicho que hay corrupción. ¡Qué horror! Tendríamos que haberle declarado la guerra y atacar a hondazos, si no se habían robado las piedras y/o las hondas.
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