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ÓBITO Santiago Olmedo

Santi Olmedo con uno de sus nietos

Unas líneas para recordar al amigo y también para reivindicar su última lucha

Ha muerto Santiago Olmedo, amigo. Estuve en su casa, a la vera del Camino de la Costa (calle Víctor Alcorta), hace unos meses visitándolo y, como suele suceder en muchas más ocasiones que las que uno quisiera, no sabía que era la última vez que nos veríamos. Si algunas palabras hay que dedicar a su memoria espiritual, no dudo de que sus hijos y nietos han de continuar con el legado de hombría de bien y la comprensión hacia quienes lo perseguían que siempre tuvo, aun cuando los ataques arreciaban en brutalidad y mala leche, si vamos a decirlo todo. Su ánimo era el de siempre y sólo se quejó, esa vez, de algunos achaques propios de la edad.
Una de las máximas de la política cuando era una actividad prohibida para los pobres palurdos, cuyos hijos hoy pueblan la cloaca de las redes sociales de internet, es que se retrocedía ante el enemigo muerto. Si se murió ya está, es vana la lucha contra los cadáveres. Por respeto a quienes lo amaron en vida, cabía callarse la boca y acatar el dolor ajeno que, paradójicamente, muchas veces es simétrico, pues del otro lado se espera lo mismo.
Ha muerto el que fuera abogado, fiscal federal, juez de los tribunales locales, y quien juzgó con ecuanimidad el espinoso caso de María Soledad Morales, la chica asesinada por agentes públicos e hijos del poder de Catamarca, cuando fue juez de esa provincia. Como se sabe, algunas sociedades norteñas tienen profundas raíces que se entroncan desde siempre con el poder, como se vio después del vil asesinato de la chica catamarqueña.
A veces la impunidad de pequeños actos cotidianos, se va sumando en el hastío de la voluntad popular, para que un día todo explote por el aire, como sucedió con el caso de la adolescente muerta en Catamarca o el doble crimen de la Dársena en Santiago, cuando dos chicas cruelmente muertas fueron la mecha que detonó la implosión del hartante régimen juarista.
En Catamarca, las poderosas fuerzas del estate quieto provincial primero hicieron dimitir a un juez por un detalle ínfimo, una mirada que la omnipresente televisión juzgó fundamental y con la renuncia del jurado en pleno, todo volvió a antes de la primera foja. A partir de entonces, con una prolijidad digna de esa causa, Santiago Olmedo se hizo cargo y desentrañó por fin, cómo había sido el crimen, quiénes eran sus autores y qué grado de responsabilidad cabía a cada uno.
Los elementos remanentes del antiguo régimen catamarqueño no se lo perdonaron. Y buscaron por todos los medios una revancha con el juez que, en primera instancia, se negó a enjuiciar a los entonces sospechosos con las cámaras de televisión de Buenos Aires, enfocándolo durante todo el día. Con ese simple hecho salvó el proceso y evitó las malinterpretaciones casi siempre interesadas de la prensa de porteña, descreída de la verdad y ávida de escándalos.
El saadismo jamás perdonaría el hecho de que este simple juez santiagueño, bonachón, sencillo y sabio, les fuera a encajar en el pecho el prendedor negro de un crimen del que, digámoslo, sabían que eran culpables, tanto por haber sido los autores materiales como sus más conspicuos encubridores, tal como lo demostró la sentencia. Y empezaron a fustigarlo desde uno de los pasquines locales más leídos, como presunto autor de crímenes de lesa humanidad que no cometió. El poder residual del que hacía gala, empujó a una izquierda ávida de revancha, a acusarlo de delitos que, para decirlo de manera simple y llana no estaban en la lista que los propios derechohumanistas habían confeccionado para juzgar a sus enemigos ideológicos.
Luego de ser sobreseído varias veces, apelaron con una insistencia propia de los que quieren sangre y llegaron dos juicios orales, en el segundo lo condenó un tribunal unipersonal, pero continuó en libertad, como tantos otros acusados, hasta tanto no se demostrase fehacientemente que era culpable. En eso estaba, según parece, con muchas posibilidades de que la justicia al fin lo declarara inocente, cuando se murió.
Algunos excedentes poco memoriosos de aquella izquierda que quiso hacerse del poder en la Argentina con un revólver en la mano, ahora se alegran de su muerte, reivindican una responsabilidad que la justicia no determinó de manera fehaciente y pretenden seguir execrando su memoria, en nombre de unos derechos humanos que al parecer a ellos sí los autorizaron a poner bombas y causar el estrago, la desolación y la muerte en la Argentina de fines de la década del 60 y principios de la del 70.
No he deseado la muerte de ningún enemigo mío o de la Patria, ante ese sentimiento malsano y procaz siempre reculo. Y tampoco me he reído ni me he alegrado ni he festejado ni he mostrado mi rabia, mi rencor y mi furia, con los muertos, hacerlo degradaría mi condición de hombre a honduras impensables.
Y me congratulo de haber sido amigo de Santiago Olmedo. No era de su círculo íntimo, pero siempre me trató muy bien, con mucha deferencia y, a pesar de que no coincidíamos en algunos asuntos, tuvo en cuenta lo que le decía y lo pensaba y lo meditaba y al tiempo me daba una respuesta de argumentos que quizás yo mismo había olvidado. Ahora que ha no está más y que muchos temen escribir unas líneas en su memoria, vayan estas para recordar al amigo, al pariente de amigos, al padre, al abuelo. Y al hombre de bien que siempre fue.
Juan Manuel Aragón
A 2 julio del 2024, en Chumillo. Hondeando urpilas.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. Lo trate muy poco, la ultima vez que lo vi fue a fines del año pasado, estuvimos charlando al finalizar la misa (la de siempre, la tradicional) y me pareció que su animo había mejorado mucho. De lo veía mucho mejor que hace unos años atrás, cuando me comento que haber sido lector de Cabildo, le había costado caro.

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  2. Bonacina Enrique2 de julio de 2024, 9:05

    Adhiero en todo tus palabras Juan. Lo traté cuando era chico, ya que era muy amigo de mi hermano Mario. Excelente persona.

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  3. Es el hermano querido, de una amiga y alumna, le mandare tu escrito, seguramente será un consuelo!

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  4. Simplemente gracias, Juan Manuel. Peta

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  5. Bonachón , sencillo y sabio, el último calificativo te lo acepto Juan Manuel, pero no era ni bonachón ni sencillo era de una clase, no común en esos días, un caballero inglés, con un poquito de informalidad, lleno de buenas formas y modales...un hombre recto, una sonrisa amplia y hermosa que no a todos regalaba, su hombría de bien se notaba a la distancia. Un placer haberlo tratado en el ámbito de Tribunales

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  6. Ni sencillo ni bonachón, si sabio, un caballero, con sus formas tan especiales y su don de gente, como se decía antes, era facil comunicarse y quedarse con algo para pensar, hablar con Él sin duda, era enriquecedor,conocerlo en sus funciones de Juez Santiagueño fué un placer, un orgullo ajeno muy especial cuando fué a desempeñarse en Catamarca en ese caso con tanta controversia y maldad...solo un Quijote...Y Él lo hizo con su manera, para bien...a pesar de sus burdas consecuencias que tanto lo afectaron... Todo lo sobrellevó con la gallardía que lo caracterizaba... lamento su perdida, nosotros y los que vienen por detrás seguro lo recordarán...en su descendencia dejó su sello....

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  7. Excelente descripción de cómo era y de las injusticias que sufrió como el sr.que era.

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  8. Excelente este homenaje que bien merecía el Dr. Santiago Olmedo. Impartió justicia de manera implacable y no se quebró cuando fue víctima de la IN jUSTICIA. Abrazo grande a toda la familia. Descanse en paz Doctor.

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  9. En todo de acuerdo con la nota de Juan M . Aragon. Justas y merecidas las referencias que expresa sobre Santi como ser humano y como juez.Me siento orgulloso como su pariente y amigo de toda la vida. Antenor Alvarez.

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  10. Excelente descripción de un honorable ciudadano, funcionario probo y honesto.
    Lo conocí en su función de Magistrado siempre procurando resolver con ecuanimidad y no buscando culpables.
    Tampoco nos creímos los juicios críticos mslintencionados de la izquierda vernácula.
    Santiago Olmedo que descanse en paz.

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  11. Muere en Santiago del Estero un héroe nacional. Que supo batallar contra impunidad y la corrupción. Perseguido por haber hecho justicia en el caso María Soledad Morales. Nunca tuvieron intención de dejarlo en paz. Ridículamente acusado de Juicios de Lesa Humanidad. Época en la que el era un simple y joven secretario de juzgado. Un enorme beso a su hijo, mi ahijado y a su hijo Cirilito . Malala Castelli

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  12. Nunca tuve el gusto de conocer a este señor, pero sirva la nota, y lo que en ella se describe sobre las actitudes del poder, para reflexionar sobre las causas de esa impunidad de quienes usan el poder para atacar de manera despiadada a quienes los desafian, y que curiosamente a muchos escandaliza.
    Esa impunidad está mayormente cultivada, alimentada y arraigadada por la cobardía de los ciudadanos que ven ocurrir los ataques a la gente proba, honesta y valiente sin decir ni mu, mirando para otro lado, o enterrando la cabeza en la arena.
    Tal vez se necesitaron muchos más artículos similares en vida de este señor, antes que este réquiem, que si bien tiene mucho valor y le hace justicia a su buen nombre, llega un poco tarde para su propia satisfacción.

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  13. Un hombre de bien, sencillo. humilde y sin duda sabio, mi condolencias al Dr Santiago Olmedo su hijo y toda su flia.

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  14. Lo conocí. A Santi Olmedo desde hace muchos años era vecino de mis tías en la calle Pedro. Leon Gallo. Y ya su educada sencillez semejante a l la de su padre lo distinguía y marcaba su futuro Descanse en paz

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  15. Una gran persona,de buenos sentimientos hacia el prójimo.. QEPD

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  16. Siempre agradecida por su bondad y corrección .QDEP

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