Ir al contenido principal

QUICHUA Influencia peruana en la cultura santiagueña

El Inca no llegó a Santiago del Estero

La influencia del Inca en la cultura precolombina local se dejó sentir a la distancia, no hay pruebas de que anduvieran en estas tierras, según el autor

*Por Domingo Bravo
Sería posición equívoca negar la influencia peruana en la cultura precolombina de Santiago. Pero sí hemos de sostener que esa influencia jamás se tradujo en una ocupación directa, sino que se dejó sentir desde la distancia.
Toda poderosa cultura es así, se irradia en el espacio y en el tiempo. Eso mismo ocurrió con la brillante cultura incaica de enorme difusión desde el Ecuador hasta el Maule en Chile. Lo propio habría ocurrido antes, aunque en menor medida, con la cultura aimara.
La llegada directa de los incas al territorio santiagueño en un pasado más o menos remoto se habría traducido con en el de otras naciones invasoras, en restos arqueológicos: alfarería, armas, elementos del culto, manifestaciones del arte… y si esa entrada hubiera sido reciente para la conquista hispana en el hallazgo de elementos peruanos que habrían sido mencionados por los conquistadores en sus probanzas y los cronistas primitivos en sus testimonios.
Cuando decimos que esa influencia se produjo desde la distancia, admitimos que vino del Noroeste Argentino por vía de las tribus diaguitas, en primer lugar, y de la costa del Bermejo y Pilcomayo por conducto de las tribus chaqueñas: tonocotés, mocovíes, etc.
Diego Fernández, el Palentino, cronista de la Primera Entrada, al describir a los juris, tribus del Dulce, dice que los hombres vestían con plumas de avestruces y las mujeres llevaban mantas de manera que recordaban a las mujeres de Egipto, no así a las peruanas.
A su vez Jaimes Freyre al hablar de los lules, tribu chaqueña, dice que franquearon el Salado en época ignorada y asolaron la región de la Mesopotamia Santiagueña. Estaban en un estado de salvajismo primitivo que bien a las claras se desprende que nada tenían de la cultura incaica puesto que eran hasta antropófagos.
Por su parte, Sotelo de Narváez, en su informe del año 1582, refiriéndose a los tonocotés del Bermejo dice que “vestían a la usanza peruana”, pero no dice lo mismo de los indios de Santiago. Estas tribus tonocotés y lules, hablaban sus respectivos idiomas con tantas semejanzas que el padre Machoni, un siglo y medio más tarde ha compuesto su Gramática y Vocabulario lule—tonocoté. Estas lenguas nada tienen de común con la incaica, ni siquiera encontramos vocablos que hagan suponer una influencia del quichua, según se desprende del análisis comparativo de estas lenguas que hemos efectuado en base al libro Idiomas Aborígenes, de Carlos Abregú Virreyra.
Los juris con los diaguitas y los calchaquíes tenían sus idiomas que llegaron a unificarse en la denominación común de cacán, que tampoco tiene relación con el quichua.
En Arqueología hay una ausencia total de elementos incaicos pue no los encontraron ya investigadores como Wagner, Von Hauenschild, Righetti.
A la llegada de los españoles los juris estaban en guerra con los invasores lules. De haber estado ocupado Santiago por los incas, con éstos habría sido la guerra del malón chaqueño.
Por todo ello no creemos que ya sido penetrante la influencia peruana en Santiago del Estero en un tiempo determinado de la pre conquista, sino la sostenida irradiación de la brillante cultura incaica ejercida a lo largo de sus por lo menos tres siglos de florecimiento.
En este orden de ideas cobra veracidad la verosímil visita de los indios del Tucma al Inca Huiracocha, 200 años antes de la conquista, desde una región ubicada “200 leguas al sudeste de Charcas” que según Groussac estaría ubicada entre el Salado y el Bermejo; pero que la acción peruanizante de amautas, aravicus y sacerdotes del Inca resultó tan débil que no ha dejado constancias firmes de su paso por la región, para la Historia.
*De su “Diccionario Castellano - Quichua santiagueño”.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

Entradas populares de este blog

HISTORIA La Casa de los Taboada

La Casa de los Taboada, recordada en El Liberal del cincuentenario Por qué pasó de manos de una familia de Santiago al gobierno de la provincia y los avatares que sucedieron en la vieja propiedad Los viejos santiagueños recuerdan que a principios de 1974 se inundó Santiago. El gobernador Carlos Arturo Juárez bautizó aquellas tormentas como “Meteoro”, nombre con el que todavía hoy algunos las recuerdan. Entre los destrozos que causó el agua, volteó una pared del inmueble de la calle Buenos Aires, que ya se conocía como “Casa de los Taboada”. Y una mujer que había trabajado toda la vida de señora culta, corrió a avisarle a Juárez que se estaba viniendo abajo el solar histórico que fuera de la familia más famosa en la provincia durante el siglo XIX. No era nada que no pudiera arreglarse, aunque ya era una casa vieja. Venía del tiempo de los Taboada, sí, pero había tenido algunas modernizaciones que la hacían habitable. Pero Juárez ordenó a la Cámara de Diputados que dictara una ley exprop

RECUERDOS Pocho García, el de la entrada

Pocho García El autor sigue desgranando sus añoranzas el diario El Liberal, cómo él lo conoció y otros muchos siguen añorando Por Alfredo Peláez Pocho GarcÍa vivió años entre rejas. Después de trasponer la entrada principal de El Liberal, de hierro forjado y vidrio, había dos especies de boxes con rejas. El de la izquierda se abría solo de tarde. Allí estaba Juanito Elli, el encargado de sociales; se recibían los avisos fúnebres, misas, cumpleaños. Cuando Juanito estaba de franco su reemplazante era, el profesor Juan Gómez. A la derecha, el reducto de Pocho García, durante años el encargado de los avisos clasificados, con su ayudante Carlitos Poncio. Pocho era un personaje. Buen tipo amantes de las picadas y el vino. Suegro de "Chula" Álvarez, de fotomecánica, hijo de "Pilili" Álvarez, dos familias de Liberales puros. A García cuando salía del diario en la pausa del mediodía lo esperaba en la esquina de la avenida Belgrano y Pedro León Gallo su íntimo amigo Orlando

HOMBRE San José sigue siendo ejemplo

San José dormido, sueña Un texto escrito al calor de uno de los tantos días que el mundo secularizado ideó para gambetear a los santos Todos los días es día de algo, del perro, del gato, del niño, del padre, de la madre, del mono, del arquero, de la yerba mate, del bombo, del pasto hachado, de la madrastra, del piano de cola, de la Pachamama, del ropero, de la guitarra, del guiso carrero, de la enfermera, del abogado, del pañuelo usado. Todo lo que camina sobre la tierra, vuela en el cielo, nada en el agua, trepa las montañas, nada en las lagunas, patina en el hielo, surfea en las olas o esquiva a los acreedores, tiene su día. Nada como un día sin connotaciones religiosas, sólo nuestro, bien masón y ateo, para recordar a los panaderos, a las mucamas, a los canillitas, a los aceiteros, a los carpinteros, a los periodistas a los lustrines, a los soderos, a los mozos, a los vendedores, a los empleados públicos, a los policías, a los ladrones, a los jugadores, a los abstemios y a los tomad