Morfeo, dios del sueño, velay |
Qué se debe hacer y qué no está permitido a la hora de dormir, cómo y en qué posiciones hacerlo, precauciones a tener en cuenta
Lo primero que debe hacer, antes de acostarse, es observar brevemente la cama, deleitándose de antemano por las horas en que estará horizontal sobre ella. Es un lugar de total libertad, ya sea decúbito dorsal —antarqueado —de panza o sobre cualquiera de sus otros dos costados, por suerte nadie ha llegado hasta la guarangada de imponer las posiciones en que uno debe dormir. Luego, el cuerpo decidirá solo, sin que nadie le indique nada, si se davueltará hacia la izquierda, la derecha, si la almohada irá perpendicular al cuerpo o paralela.De niños, muchos no comprenden lo que suponen que es una extraña fijación de las madres por tenerlas siempre tendidas. Al llegar a cierta edad, muchos jóvenes se marchan de sus hogares teniendo entre otras, la secreta esperanza de dormir, el resto de sus vidas, sobre lechos destendidos. Pronto la realidad los hace percatar de lo ilusorio de sus pretensiones y muchos contratan a alguien que les haga la cama, aunque sea una vez a la semana o se casan, con la vana esperanza de que la mujer hará esa tarea (“no soy tu sirviente, qué te has creído”, dirá ella a la primera de cambio, en la que tal vez sea la primera pelea seria de la flamante pareja).La cama es, junto con la comida, el mínimo indispensable que se considera para sobrevivir en el mundo con alguna dignidad, lo demás se consigue con algo de ingenio, voluntad. O trabajo, por qué no.
Antes de dormir no debería recordar lo que tiene que hacer mañana al levantarse, eso podría perjudicar su sueño. Tampoco es bueno, en esa sagrada hora, darse a las sumas, restas y multiplicaciones mentales de las deudas que ha contraído, porque entonces es posible que pase en vela las horas que le corresponden a Morfeo (nombre que inventó para el dios del sueño, un romano, lo puso en griego, porque era el idioma de la gente culta).
En las instrucciones para un buen uso de la cama, debería figurar también el protocolo para hacerlo en compañía, con consejos que digan que no se debe patear a la compañera, procurar un ronquido suave o no roncar directamente, evitar la evacuación de gases a como dé lugar. Y, sobre todo, no quitarle las colchas en las frígidas noches de invierno.
Un apartado debiera indicar que, quien primero se despierte, deberá levantarse con sigilo, procurando no hacer ruido, cosa de no despertarla, tan bella que te lo es cuando duerme. Y para el resto del mundo debería ser consigna universalmente aceptada que el sueño del prójimo es sagrado.
Un consejo para los recién casados o hace poco arrejuntados o machimbrados, sería que procuren tener los tornillos y clavos de la cama bien ajustados, pues con el ruido propio de sus íntimas caricias, es posible que despierten al envidioso vecindario en medio de la noche.
Si usted amigo, es de los que a menudo se muda de cama porque visita a señoritas distintas, recuerde para qué lado está la puerta, es posible que ande a la madrugada tropezando con una ventana que no debía estar en ese sitio o manoteando un ropero que no recordaba. En caso de que esté en la cama de una dama casada (con otro), analice muy bien antes de acostarse las posibles vías de escape y no pierda de vista los lienzos y los zapatos, pues podrían serle útiles a la hora de una eventual sorpresa.
Esta columna fue auspiciada por Piero, Cannon, Simmons, Suavestar, Belmo, La Cardeuse y, por supuesto Suavegom, colchones y sommiers.
Juan Manuel Aragón
A 21 de enero del 2025, en La Mesada (Jiménez). Horneando bollos.
Ramírez de Velasco®
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