Ir al contenido principal

RECORRIDOS Tranquilo Vilmer

Entrada del pueblo

A 30 minutos en bicicleta desde Santiago, un lugar sereno y limpio


Búsquenme en Vilmer, si algún día, con la vejez que se me viene al galope, me pierdo y no me hallan por ninguna parte. Andaré dando vueltas y vueltas por sus tranquilas, aseadas y silenciosas calles, tal vez en bicicleta o en una de esas de a pie, pues, según un somero cálculo queda a solamente dos horas de caminata de casa, en la capital de los santiagueños. Hace unos días hablé del otro extremo de La Banda, San Ramón, otro casi paradisíaco lugar de la provincia, fresco, cercano, amable.
Tampoco es tan grande como para no hallarme rápido: pregunten por un viejo con cara de estúpido que mira feliz para todas partes, como si hubiera llegado al paraíso. Por ese rincón del departamento Robles andaré disfrutando del aire puro, oyendo el canto de los gallos, saboreando el hecho de seguir vivo y molestando, lo que mejor nos sale a los viejos.
El otro día anduve por ahí, meta pedaleo. Recordé que debía una nota al pueblito y grabé un vídeo con mi teléfono móvil, no para dejar un testimonio de mi paso por ahí, porque a quién le importa qué diablos hago, sino porque andaba buscando una nota para el domingo y se me ocurrió que bien podía ser esta. El yo de hace tres días, es el mismo que teclea la computadora y el que usted está leyendo ahora.
Repito lo que escribí hace más de un año: Vilmer es un pueblo limpio, sin suciedad en sus calles, ordenado, sereno. Ideal para comprarse un terrenito, hacer una linda casa e irse a vivir. Está a escasos 10 o 15 minutos del centro de Santiago, no tiene contaminación ambiental y su gente parece tranquila.
Algo fundamental, sobre todo para quienes conocen alguito del campo de Santiago, de mañana, desde Vilmer se oye el canto de las charatas, clarito, como si estuvieran en la otra cuadra, gritando tarípay cha cucharata, como lo vienen haciendo desde antes de todos los antes, cuando ni los indios andaban en este pago y ellas eran las dueñas de todo lo creado.
Si presta atención, va a oir a un gallo cantando, al principio del vídeo que filmé en en el pueblo, pero si no lo siente, no importa. El ruido que lo acompaña son los fierros de mi vieja bicicleta, una balona, también llamada doble caño, compañera infiel.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Me recuerda cuando mi padre nos llevaba a visitar a su primo, el tío Lindolfo Ávila, en Vilmer, y pasábamos un domingo de campo, con la alegría de la familia reunida.

    ResponderEliminar
  2. Que hermoso debe ser ese lugar.geacias x compartirlo.

    ResponderEliminar
  3. Se escucha clarito el canto del gallo y los pajaritos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

AÑORALGIAS Santiago querido

La Secco Somera lista (a completar), de lo que hay todavía en la ciudad mágica habitada por los santiagueños, sus sueños y saudades Algunas cosas que antes sabía haber en Santiago y no hay más, se perdieron para siempre, consignadas en este sitio para que al menos quede su recuerdo. Esta lista la publiqué hace algunos años en Feibu y los amigos la completaron. 1 Helados “Kay”, más ricos no hay. 2 El auto Unión, (con motor de dos tiempos, como la Zanella). 3 Las heladeras Vol-Suar. 4 Las prohibidas del Renzi (¡Coca!, cuánto amor). 5 La bilz de Secco (la de ahora no es lo mismo, qué va a ser). 6 El Santa Ana, El Águila, empresa Robert, el Manso llegando desde el fondo del saladillo. 7 Cheto´s bar. 8 El peinado batido de las mujeres. 9 El jopo (ha vuelto, pero como mariconada). 10 La nueva ola y los nuevaoleros. 11 El Tuco Bono. 12 El departamento Matará. 13 Panchito Ovejero vendiendo billetes de lotería. 14 La Porota Alonso. 15 La Gorda de Anelli. 16 Tala Pozo. 17 Mi tata. 18 Panadería L

LEYENDA El remís con chofer sin cabeza

Imagen de Facebook de David Bukret Un misterioso auto circula por las calles de Santiago y La Banda: un caso que está dando que hablar en todos lados Un hombre detiene su motocicleta en el parque Aguirre, lleva una mujer atrás, son las 3 de la mañana. Se apean debajo de un eucalipto, justo cuando empiezan a besarse aparece un auto, un remís que los encandila y se queda parado, como esperando algo. Ella pega un grito: “¡Mi marido!”, suben de nuevo a la moto y se van. Antes de irse, el hombre observa que en el remís no hay nadie, parece vacío, pero ya ha acelerado, a toda velocidad y no se va a detener. Ha pasado varias veces, según cuentan los parroquianos en el café con nombre y apellido, en una historia que va pasando de mesa en mesa, repitiéndose todos los días con más detalles. Las mentas hablan de un remís que aparece de manera impensada, no solamente cuando detecta traiciones amorosas, sino que asustó a varios muchachos que andaban trabajando de noche en casas que no eran las suya

EVOCACIÓN El triste final de la Dama de Hierro

Mercedes Marina Aragonés El recuerdo para quien el autor de esta nota llama Dama de Hierro, algunas anécdotas y la apreciación sobre una personalidad controvertida Por Alfredo Peláez No fue el final que posiblemente soñó en sus años de poder y esplendor. Cuando el nombre Nina paralizaba hasta el más taimao. Se fue en silencio, casi en puntas de pie, como vivió sus últimos años. Muy pocos lloraron a Marina Mercedes Aragonés de Juárez, la dama que supo ser de hierro, en tiempos idos. Seguramente coqueteó en esos años con un funeral al estilo Evita, con su féretro en el salón principal de la Casa de Gobierno, o en el Teatro 25 de Mayo, y largas colas de santiagueños para darle el último adiós. Pero solo fueron sueños de diva. Nada de eso ocurrió. Los diarios santiagueños apenas se hicieron eco de su fallecimiento. Al fin y al cabo, más importante eran los 470 años del pago que ella intento domesticar a rienda corta y chicote. Quedarán miles de anécdotas que la tuvieron como protagonista.