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LITERATURA La poesía quichua santiagueña

Niñas santiagueñas

Algunas características de un idioma que llegó a Santiago con los españoles

Por Domingo Antonio Bravo*
Originase en el remanso del quichua, que ocupa buena parte del área territorial de la provincia de Santiago del Estero, la poesía quichua santiagueña, copiosa producción que toma sus motivos del ambiente mismo que la rodea. En ella vemos reflejada la vida anímica de nuestra campaña interpretada por los bardos anónimos del bosque.

Cantan ellos sin pretensiones literarias cuanto hiere su sensibilidad de alguna manera. Son ellos poetas intuitivos, cantan como los pájaros porque tienen la vocación natural del canto. Sienten la belleza y la expresan con el sentido del ritmo sin la más lejana noción de la Preceptiva Literaria.

Más aún, su poesía es oral, compuesta para el canto y no para la lectura. Ello se confirma con dos hechos evidentes: 1º, que el “quichuista” santiagueño, hasta antes de nosotros, siempre estuvo convencido que el quichua no podía escribirse y aún hoy muchos siguen aferrados a esa idea; y 2º, que no hay lectores, recitadores o declamadores de poesía quichua. No se conoce este aspecto del arte en ella. Nuestra poesía popular quichua es oral. Se la compone, transmite, aprende y canta por oído. De ahí resulta que es anónima. Se la transmite y conserva por tradición.
Ello no da por resultado que sobre la base de una composición hay numerosas variantes tantas como el recuerdo, el ingenio o la gracia de cada cantor pueda agregarle o quitarle a la factura primitiva.
Ello mismo hace que haya una selección natural en el verso porque si éste no agrada o tiene elementos que no interpreta el sentir popular se pierde en el olvido puesto que no tiene asegurada su vivencia en la página escrita. Por eso toda la poesía quichua popular que hemos recogido es viva y actuante, anda de boca en boca entre nuestros cantores populares.
Hemos recogido sobre el terreno el material de nuestro Cancionero Quichua, ya en acción personal directa ya por medio de personas de buena voluntad que han colaborado desinteresadamente en esta tarea que venimos realizando desde años atrás. Además hemos transcripto algunas composiciones de los libros de Orestes Di Lullo, Ricardo Rojas, Bernardo Canal Feijoo y Angel L. López para que esta recolección sea lo más exhaustiva posible y contenga también, como material, el mayor acopio de elementos de juicio que nos permitan adelantar alguna opinión con probabilidades de acierto en este difícil como jamás estudiado tema.
Recogido el material tócanos estudiarlo en sus tres aspectos fundamentales: a) carácter, b) forma, c) historia de esa poesía.

Carácter de la poesía popular quichua santiagueña
La poesía quichua santiagueña es esencialmente lírica. Nuestros trovadores cantan lo que hiere sus sentimientos de algún modo. Causas externas del medio ambiente excitan su sensibilidad, mueven su razón y encienden su inspiración que traducen en versos destinados para el canto.
Dos son los motivos principales que inspiran nuestro cancionero popular: el amor y los animales de la fauna regional.
En el amor el principal personaje es el cantor mismo, declarado o sobreentendido, canta por lo general, lo que a él le pasa. Ahí es fuertemente subjetivo. Canta su amor en las diversas situaciones que éste le presenta.
En éste, que es el tema de su predilección, se muestra más bien donjuanesco, es querendón, y no tiene las pasiones intensas que lo lleven a la desesperación, sino que es alegre, satírico a veces, jactancioso en ocasiones y cuando le va mal en sus lances de amor a menudo lo toma por el lado divertido como para darse un desquite de las veleidades de su fortuna. Sólo parece conmover sus fibras recónditas la ausencia. En este caso el dolor no es arrebatado, desesperante, intenso, sino pausado y profundo. La canción que lo traduce, especialmente la vidala, toma los caracteres de la endecha. Sólo por excepción asoma un vivo dolor en su canto. Su tono en los temas amorosos es casi siempre festivo, alegre, picaresco; en ellas gusta reírse de las viejas con las cuales siempre tiene que vérselas en sus andanzas donjuanescas.
Su segundo tema lo inspiran los animales de su fauna, doméstica o salvaje. Gusta también reírse de ellos. El caballo, el burro, el chivo, el zorrino, todos los animales de silla, si no mueven a risa poco interesan para sus coplas. Lo propio cabe decir de los salvajes: tortuga, iguana, zorro, comadreja, vizcacha, etc. ya entren como temas de descripción o como personajes de fábula.
En general, la poesía quichua santiagueña, contrariamente a lo que se ha creído siempre, no es triste sino en sus vidalas. Pero en sus coplas, donde está lo más copioso de su producción es alegre, picaresca, intencionada. Ello nos permite levantar el concepto de la tristeza de nuestro criollo, como el sello peculiar de su carácter. Como el hombre canta lo que impresiona su cuerda sensible al acento de su canto refleja su estado de ánimo. Si esto es verdad, en un espíritu triste el canto deberá ser triste.
A quienes tienen por verdad irrefutable la tristeza de nuestros criollos invito a que situándose por un momento en un plano imparcial recuerden a los cantores de coplas quichuas que alguna vez hayan oído y digan si esas canciones movieron a pena o a risa. Yo los he oído cantar muchas veces y confieso que el auditorio los escuchaba alegremente y recibía con risas sus cantos. Si las coplas fueran tristes no se prestarían para letras de chacareras y gatos, danzas alegres, ni para las chispeantes e intencionadas relaciones.
En lo que estamos de acuerdo es en la tristeza de las vidalas, su acento quejumbroso y hondo es el canto de las penas de amor, de las ausencias, de la esperanza; aunque pueden ser de índole diversa. Tienen el acento melancólico de las endechas. Todas las poesías, y dentro de éstas la española, que es la que más conocemos, tienen sus endechas; y a nadie se le ha ocurrido pensar que el pueblo español sea triste porque sea triste la endecha española.
Si aún quedan dudas de que la tristeza está ausente como sello característico de nuestra poesía quichua ahí están las 426 composiciones que integran el material de nuestro Cancionero Popular Quichua Santiagueño para disiparlos. Estas canciones andan de boca en boca en nuestros cantores populares. Ellos que sólo cantan por vocación cantares aprendidos en la tradición oral las habrían abandonado o no las habrían aprendido sino estuviesen en el pueblo interpretando su propio sentimiento. En última instancia, si es que el pueblo santiagueño fuese triste no es el cancionero quichua el que va a demostrarlo.
El segundo tema de su predilección es: los animales de la fauna regional. Toma a éstos en sus caracteres naturales o en los que su fantasía les atribuye, todo, dentro de una órbita actual y lacia. No encontramos en estas composiciones reminiscencias totémicas y está ausente el sentimiento religioso en la apreciación de los mismos. Los ven, sencillamente, como son en la vida real, ya sea describiéndolos como a la tortura y a la iguana, aludiendo a su carne como al pato silvestre o refiriéndose a su condición de fiera como al tigre. Cuando rebasa los límites de lo concreto su fantasía los lleva a la fábula: la iguana será comisario, autoritario y donjuanesco; la tortuga (que como la iguana es masculino en quichua) será ridiculizada por sus desplantes de guapo y querendón; el zorro será pícaro siempre, etc.
Fuera de estos dos temas predominantes entran otros como la pobreza, las frutas del bosque, la familia, el viento.
No hay en la poesía quichua santiagueña elementos indígenas a excepción del idioma. Si es que alguna vez lo hubo se han perdido totalmente. Es puramente criolla. No hay la menor alusión al indio. Nada dice de la heroica resistencia nativa a la conquista. Tampoco de las guerras de la Independencia y ni siquiera de la civil en las luchas de la organización nacional pese a que muchos de nuestros cantores serán ocaso nietos de los montoneros.
La poesía quichua santiagueña es esencialmente lírica y canta siempre en tiempo presente, aunque ella venga de tiempo inmemorial por vías de la tradición. No se inspira en motivos históricos, es como si nuestros poetas populares no tuvieran la aptitud de la visión retrospectiva. Todo lo canta en presente o en un pasado cercano que no ha llegado a convertirse en historia, aunque la composición sea muy antigua como se desprende de algunas coplas cuyos transmisores nos refieren que las oyeron a sus padres o a sus abuelos quienes a su vez las habrían oído en épocas imprecisables. Otras, hay, que denuncian su antigüedad en algunos vocablos arcaicos que contienen, como anotamos en las notas insertas al pie de las mismas.
Tampoco le inspira el paisaje. No tenemos una composición descriptiva de la naturaleza que le rodea. Va directamente al personaje, que actúa sin ubicación de escenario, salvo alguna rara excepción donde se alude fugazmente al medio. No describe el panorama ni el conjunto sino individualmente o cuando más se refiere a un grupo reducido. Nuestro poeta quichua tiene sobresaliente aptitud para la descripción individual especialmente en las composiciones que describe los “parecidos”, cualidad ésta en la que el santiagueño goza de merecida fama. Sus “parecidos” sólo por excepción intentan destacar las cualidades de sus personajes, pocas veces lo hace en serio, generalmente los describe en tono jocoso para satirizarlos y reírse o hacer reír. Nuestros cantores quichuas estiman como signo de éxito hacer reír con sus coplas, elocuente forma de aprobación y aplauso de su auditorio1.
*De su libro “Cancionero Quichua Santiagueño”.

1 No ejemplificamos cada una de nuestras afirmaciones porque tratamos de conceptos generales deducidos de apreciaciones de conjunto. Ejemplificaremos brevemente cada caso cuando tratemos puntos en detalle.





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