Imagen de Nuestro Señor en la Cruz, en el templo de San Francisco, en Santiago |
La gente de antes sabe lo que era la Semana Santa cuando la sociedad creía en algo distinto que en las cosas materiales
Los más viejos se han de acordar mejor cómo era la Semana Santa de antes, los templos con las imágenes cubiertas de velos morados, las calles desiertas y las radios pasando música sacra. No se hacían fiestas, muchos salían a la calle de luto, el Vía Crucis convocaba a multitud de fieles lo mismo que la visita a las siete iglesias, una romería repleta de graves murmullos.Una gran mayoría de la sociedad creía realmente que Jesucristo moriría en la cruz el Viernes Santo y resucitaría el Domingo de Pascua. La Iglesia Católica sostenía esa verdad fundamental de su dogma. Después se fue deslizando a opinar que todo era una representación más o menos fidedigna de lo sucedido en Jerusalén hace miles de años.Y hoy hay pocos curas que creen todos los años Nuestro Señor Jesucristo vuelve a entregarse a una muerte horrenda, por nuestros pecados. De hecho, ya no existe el pecado. Y el Sacramento de la Confesión ahora es de la Penitencia y la Reconciliación, palabras bonitas para encubrir que, del Papa para abajo, nadie cree en esas antigüedades, el Papa tampoco, como lo ha dicho en varias oportunidades.
De a poco la sociedad se fue soltando, primero la Semana Santa duraba siete días, después se acortó a cuatro, de jueves a domingo. Luego la música sacra se convirtió en las piezas instrumentales de Ray Coniff, al tiempo eran tangos y ahora es guaracha a todo lo que da, timbaletas, trombones y guacharacas atronando el dial, cumbia y rock.
Los viernes de Cuaresma, muchas familias acostumbraban no comer carne y hacer un sacrificio en los hábitos cotidianos: no fumar, no tomar, no ir a jugar al billar, no juntarse a chusmear, abstenerse de tomar mate. De alguna manera se debía recordar las tentaciones a que sometió el Diablo a Jesucristo. Le ofreció reinos, principados, ejércitos, oro, lo que quisiera. Nuestro Señor no solamente le dijo que no, sino que además ayunó los 40 días.
Si usted cuenta bien, del Miércoles de Ceniza al Domingo de Resurrección hay 45 días, no 40. Los domingos los católicos tienen un descanso de los sacrificios, no se los cuenta, digamos para simplificar.
Un día empezaron a aparecer los famosos carteles que ofrecían “empanadas de vigilia”. Mi mamá comentó con otra mujer que eso era una vergüenza, pues se comerciaba con la obligación cristiana de no comer carne. Pero se ve que tuvieron éxito los que vendían esas comidas de vigilia, porque todos los años se repitió el aviso. Hoy, por supuesto, nadie se acuerda. “¿Empanadas de qué?”, le preguntarán entre risas los amigos. “Mira si un librito me va a decir qué comer, por favor”, dirán.
No era una fecha turística. En Buenos Aires eran más liberales y los diarios ofrecían una “escapada de Semana Santa” a Salta, pongalé, “para vivir la fecha cristiana en un ambiente tradicional”, era una mentira, pero se guardaba alguna apariencia, aunque fuera. Ahora es feriado y punto. Y se alegran por la llegada de la fecha hasta los más acérrimos ateos, porque la disfrutarán mejor que nadie.
Los católicos dirán que no necesitan templos, ceremonias velas, misas, para creer en Dios y no acatarán, por supuesto, ninguno de los mandatos de la Iglesia para esta fecha. Porque la religión es lo que llevan en el corazón, en los sentimientos, ¿vio? Muchos se adelantarán a la Resurrección y festejarán el sábado a la noche, sin bendecir la mesa, sin recordar qué festejan, sin afligirse por la muerte de Nuestro Salvador. Lo único que quizás les importe es el lechón que les mandó el cuñado del campo, los sanguchitos, la pizza, el vino.
Las madres y abuelas que tan amorosamente enseñaron el catecismo a sus hijos, se removerán en sus tumbas, afligidas quizás porque se pierde el alma de la familia en medio de las cosas materiales, el hedonismo, el amor por lo que es de plástico. Pero a nadie le importará lo que les suceda, si tampoco van al cementerio. Tiraron a los chanchos sus fotos, sus libros de santos, sus Rosarios, sus misales, sus escapularios.
Y su recuerdo.
Mañana es Domingo de Ramos.
©Juan Manuel Aragón
Juan Manuel, ¡cuánta verdad!!!
ResponderEliminarEs cierto!! A los que aún guardamos los preceptos, amigos y familia se sorprenden y dicen: qué antiguedad!!
ResponderEliminarJuan Manuel gracias que lindos recuerdos!!
ResponderEliminarY.....los tiempos cambian. Si hasta el PAPA relaja preceptos y costumbres que queda para los FIELES. Pasaran los años y tendremos que adorar a ¡ SAN MARADONA !.
ResponderEliminarHay algunas frases confusas, por ej , " Y se alegran de la llegada de la fiesta hasta los más acérrimos ateos, porque la disfrutarán mejor que nadie". ¿Porque?. ¿ Les produce alegría la "supuesta muerte y resurrección" ?. No creo, no le dan importancia.
Otra...." Muchos se adelantarán a la Resurrección y festejaran...... etc etc",
¡ suposiciones !.
O quizá es que en realidad hay muchos menos CATÓLICOS de lo que suponemos ya sea declarados, o autodefinidos como tal. Pienso que la MAYORÍA son católicos A LA CARTA. Esto me gusta, lo tomo, esto no me conviene, lo dejo. ¿ son católicos ?