Ir al contenido principal

LUJURIA Una mujer de sueño

Recuerdos juveniles

La conocí grande cuando andaba cerca de sus cuarenta, tal vez un poco menos. Yo tendría catorce, quince años a lo sumo. Apreciaba la hermosura que seguramente habría tenido en su juventud, sin darme cuenta o quizás sabiendo de alguna oscura manera, que esos tiempos seguían siendo suyos, y esplendorosos, además. En ese entonces una mujer grande se vestía, se peinaba, caminaba y actuaba como una mujer grande, no como ahora que las madres se visten con más transparencias y escotes que las hijas. Y se ríen con la panza: “Cosa de putas”, habría dicho mi abuela quizás con algo de razón.
Ella no era así. Una sola ocasión mi madre la nombró, para decir que era una “mujer digna”, refutando a alguien que le contaba no sé qué chisme sobre ella. Me quedaron grabadas aquellas dos palabras, como un requiebro entre mi imaginación y la realidad. Pero, ya se sabe, los varones vivimos los sueños si la vida no nos alcanza.
Tenía rodete, una antigüedad ya por entonces. Las mujeres de su edad usaban el cabello batido, peinado con el que conocí a mi madre siendo chico y que siguió usando hasta su  muerte. Después llegaría Brigitte Bardot con el pelo suelto a imponer una moda más salvaje, pero me estoy desviando del asunto, vamos cuento adelante, de otra manera esto quedará pegoso como arroz pasado.
Tenía tres hijas buenas mozas, bien compuestas, siempre arregladas y lindas, pero ninguna llegó a ser tan bella como su madre, eso que eran parecidas.
Pasaba frente a su casa todos los días, a veces la veía y la saludaba, ella respondía siempre amable, con una sonrisa maravillosa que me iluminaba el día. Cuando llegué a los veintipico, calculé que andaría en sus curenta y  largos. Tendría sus achaques seguramente, pero seguía con la espalda derecha, erguida, elegante. Las tres hijas se le casaron en poco tiempo, luego se fueron a vivir a otra parte y ella siguió con el marido, un bigotudo, cara de no sé qué, a quien nunca quise saludar.
Un buen día, cuando ya tenía treinta largos, calculé que ella andaría por sus sesenta o por ahí nomás, dejé de tenerla tan presente, yo ya era viejo también. En ese entonces el tiempo no parecía transcurrir, o ahora me parece, simplemente porque la veía casi todos los días, ella volviendo del mercado, ella parada en la puerta de su casa, ella sacando la bolsa de basura, ella barriendo la vereda, ella yendo a misa, ella caminando por el bulevar.
Otra historia se tejía y destejía, mientras iba a la escuela, en algunos recreos perdidos de la secundaria, fumando  un cigarrillo a escondidas de mis padres en la piecita del fondo, en las largas siestas en casa de mis abuelos, cuando me quedaba callado y todos decían que estaba en la Luna, pero qué sabían.
Cuando pasé de largo mis cuarenta años, seguimos cruzándonos por la calle. Ya era viejita en serio, la espalda se le doblaba un poco y un rictus amargo le cruzaba la boca. Según contó una vecina se le vinieron los años encima cuando falleció el marido. Fui al velorio sólo para saludarla con un beso y decirle: “Lo siento mucho”. Ella me dijo: “Lo sé, él te apreciaba”. Calculé que eran palabras de compromiso, quién iba a creer que el viejo iba a dedicar cinco segundos de su tiempo para hablar de mí.
Al final se murió y al tiempito me mudé a este barrio. Y nunca más me acordé de ella, hasta hoy. Tenía que ir por ahí y pasé por la que había sido su casa. Seguía igual, un poco más chica de que como la recordaba. Me pregunté si viviría alguna de las hijas o la habrían vendido.
Nunca le dije a nadie que ella amuebló mis sueños juveniles con fantásticas aventuras de amor y escándalo, en un barrio manso y sereno de Santiago. Después de aquello mi mamá le retiró la dignidad, mis amigos me envidiaron la suerte, algunos conocidos me guiñaban el ojo cuando me veían por la calle. Y nosotros nos reíamos de todo, viviendo una indecorosa aventura en una casita de barrio que habíamos alquilado al otro lado de Santiago, lejos de todo, en noches lujuriosas pobladas de magníficas estrellas y satélites y cometas que nunca dejaban de iluminar la alcoba. Porque con ella teníamos una alcoba, no una pieza, no una habitación, menos un dormitorio, porque no dormíamos nunca. De la mañana a la noche, de la noche a la mañana, y a la siesta, obvio.
Ah, la indignación de mis hermanas, ¡de mi madre!, la estupefacción pintada en el rostro de mi padre, la cara de sorpresa de algunos amigos, la sonrisa de mi abuelo, que se puso serio cuando mi abuela lo miró feo, las vecinas comentando el caso de vereda a vereda, el quiosquero pasando el chisme a conocidos y desconocidos, mis incrédulos primos, los compañeros del curso.
Y nosotros, allá lejos, en un barrio santiagueño de las afueras, dándonos cariño a más no poder, con un frenesí más digno de esa causa que de cualquier otra, justamente. El marido pegándose un tiro en los compagnones, las hijas sin salir de la casa por miedo al escándalo, sus parientes, en rueda de mates, preguntándose qué podría haber pasado por la cabeza de esa mujer, las amigas opinando "ya decía yo que no era tan mosquita muerta como parecía".
Vivimos así hasta que se nos acabó la plata de los ahorros que ella había puesto para mandarse a mudar de su casa. Después comenzamos a pelearnos, llegaron las cuentas de la luz, del alquiler, del gas, la Municipalidad, las recriminaciones, empezó a extrañar a las hijas, lloraba cuando no la  veía, se llenó de sermones por la tontería cometida. Y al final me echó la culpa de todo. 
Un día cuando volví de comprar pan, creí verlo al esposo a la distancia. Al día siguiente, al levantarme, se había ido sin un adiós, una notita a los pies de la cama, aunque fuera. La casita aquella me pareció enorme y vacía. Salí a la vereda, puse llave y me fui también, quedarme no tenía sentido. Volví a mi casa, con las manos en los bolsillos, silbando bajito y caminando por la sombra.
Era dueña, como le dije, de una sonrisa maravillosa. Y húmeda, creo. Pero, qué se yo, ¿no?, nunca tuve manera de saberlo.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

CÓNCLAVE Qué posibilidades reales tiene Bokalic de ser electo Papa

Vicente Bokalic Aquí se analiza, en qué se basan quienes dicen que el Arzobispo de Santiago podría ser el próximo Pontífice, un cálculo basado en la realidad Al ser uno de los Cardenales electores, el arzobispo de Santiago, Vicente Bokalic Iglic tiene posibilidades de resultar Papa. Más allá de la política vaticana, los negociados por debajo de la mesa que se sospecha que podría haber, los dimes y diretes que rodearán la reunión en que se decidirá el próximo Pontífice de la Iglesia Católica, todos tienen las mismas chances de ser electos. Si fuera una competencia deportiva, una maratón, antes de largar al menos, usted tendría las mismas posibilidades que cualquiera. Después, claro, en la calle se ven las zapatillas. Pero, vamos a ver cómo viene la mano. El cónclave tendrá 135 cardenales electores elegibles, de un total de 252 del Colegio Cardenalicio. Son los que no han cumplido 80 años al momento de la vacancia de la Santa Sede (nacidos el 21 de abril de 1945 o después), conforme a la...

OPINIÓN ¿Debemos honrar a un Papa que deshonró a Israel?

Francisco en Israel La siguiente nota expresa lo que significó Francisco para muchos judíos, en un mundo variopinto vale saber lo que piensan Por el rabino Elie Mischel En las calles de Roma, las banderas ondean a media asta. Los católicos de todo el mundo lloran al papa Francisco, un pontífice recordado por su humildad, su apoyo a los pobres y sus esfuerzos por reformar la Iglesia. Sus defensores señalan su compasión durante la crisis de los refugiados, su defensa del medio ambiente y sus intentos de enfrentar el abuso sexual dentro de los muros de la Iglesia. Sin embargo, detrás de este barniz de humildad se esconde un historial preocupante cuando se trata de Israel. En 2014, Francisco visitó tanto Yad Vashem (el monumento oficial de Israel a las víctimas del Holocausto) como la barrera de separación (la valla de seguridad que Israel construyó para evitar ataques terroristas durante la Segunda Intifada). En la barrera de separación, Francisco fue fotografiado apoyando su cabeza contr...

CÓNCLAVE El próximo Papa podría ser de Santiago

Vicente Bokalic Iglic El próximo Papa podría ser el mismísimo Vicente Bokalic Iglic, cardenal primado de la Argentina, vayan sacando pasaje a Roma Como se sabe, los Papas se eligen de entre los cardenales electores, es decir, los que tienen menos de 80 años. En este momento, la Argentina tiene dos con posibilidades de ser electos, el de Santiago del Estero, Vicente Bokalic Iglic y Víctor Manuel Fernández. Al menos hasta el día que se reúna el Colegio Cardenalicio, tendrán las mismas posibilidades que el resto. Después todo dependerá de la Providencia y del Espíritu Santo, por supuesto. Nunca se olvide del dicho italiano que expresa: "Chi entra Papa, esce cardinale", refiriéndose a que siempre puede haber sorpresas en la elección de los a veces caprichosos cardenales. Otro dicho: “El Espíritu Santo no lee los periódicos”, también hace alusión a que los candidatos que lanzan los diarios y los que supuestamente saben del asunto, pueden pifiarle y muchas veces no han pegado ni ...

CATÓLICOS La Iglesia que quieren los progres

Sacerdotisa imaginaria Mujeres sacerdotisas, matrimonio homosexual, aborto, lenguaje de género, comunión como sea, son algunas cuestiones que quedaron inconclusas en el papado de Francisco Un ejercicio interesante de estas últimas horas, ha sido leer en internet, en sus redes y oir en la televisión, en la radio, la mayor cantidad posible de notas laudatorias del Papa Francisco y tratar de hallar un hilo conductor en todas ellas. La idea de esta nota no es mostrar o dejar de mostrar lo que hizo el Papa argentino, sino lo que mucha gente vio en él, lo que quiso ver y lo que sigue observando ahora que ha muerto. Lo primero es que su papado fue el comienzo de una revolución que quedó inconclusa. Más allá de lo que se diga, el contexto o lo que se aclare, quedan frases sueltas, como “hagan lío” y otras, que calaron fuerte en la mentalidad del hombre común: "¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!", “Recen por mí”, "El verdadero poder es el servicio", ...

MÉDICOS El plus es plata en negro o ilegal (economía informal)

Ilustración Autoridades del Colegio de Médicos de la provincia, han dicho que se trata de un “arancel diferencial”, reconociendo un delito Cuando se habla de economía informal muchos imaginan verduleros, vendedores ambulantes, empleadas domésticas, practicantes “a prueba” en tiendas y otros negocios, zapateros y aprendices. Y es difícil calcular cuánta plata mueven, aunque los economistas tienen sus métodos. Dicen que, en la Argentina, el más común es el modelo del rastro del dinero. Se basa en la idea de que la economía informal utiliza principalmente efectivo, ya que las transacciones no registradas evitan medios electrónicos trazables. Se analiza la demanda de billetes en relación con el producto bruto interno. Un exceso de circulación de efectivo puede indicar actividad informal. En Santiago al menos, quienes viven en la economía informal, son en su mayoría profesionales, más concretamente los médicos o, al menos son los que más dinero recaudan en negro. De tal manera que, es casi ...