El rey Carlos III |
La anécdota de cuando el entonces Príncipe de Gales visitó Estados Unidos y no supo cómo tomar el té que le invitó Ronald Reagan
Cuentan que el rey Carlos III del Reino Unido, fue de visita a Estados Unidos cuando gobernaba Ronald Reagan, quizás uno de los mejores presidentes norteamericanos de la posguerra. La anécdota cuenta que lo invitó al inglés a tomar el té, pues sabía que es una costumbre muy inglesa (el famoso five o'clock tea).(Siempre que cuento esta historia, alguno sale con que quién era Carlos de Inglaterra para tirarse de qué. No les contesto porque en la pregunta está la respuesta: a veces hay asuntos que la monarquía inglesa no tiene por qué saber).El caso es que les sirvieron el té, conversaron un rato largo, Reagan tomó el suyo y el entonces príncipe Carlos no probó una gota. Ya habían terminado de conversar, el príncipe se estaba yendo y el norteamericano aprovechó para preguntarle por qué no había tomado su té. El inglés le dijo simplemente que no sabía cómo se usaba “eso”, el saquito de té.Todo un detalle, es de suponer que un inglés descendiente de los que tomaron el mundo por asalto, piratearon todos los mares del mundo, abrieron los ríos interiores de todos los países alrededor del globo a sangre y fuego y, entre otras costumbres, popularizaron el té, no tenía cómo saber que venía en saquitos.
Los últimos años de la década del 60, quizás los primeros de la del 70, se empezó a vender el matecocido en saquitos en la Argentina. Había gente que venía de Buenos Aires y decía que era verdad, nos parecía increíble, como que algo del mundo antiguo moriría en nosotros si probábamos siquiera aquel brebaje.
Pero no es feo. De hecho, es casi igual al otro, sobre todo más cómodo: se calienta el agua, se la vierte en la taza, se pone el saquito y ¡pum!, listo. No hay que agregarle yerba al agua caliente, andar colando, dejar sucia la cocina porque por ahí se vuelca al hervir. Saquito, palo y a la bolsa.
En verdad, algunas comidas se han simplificado gracias a la modernidad: la polenta no hay que andar revolviéndola toda la mañana hasta que se ablanda, la que viene en paquetes desde la década del 50, simplificó tanto su preparación que ya es comida muy popular. Algo parecido sucedió con los merengues desde que no se bate a mano las claras del huevo. Y no tengo que avisarle las bondades del horno a microondas, porque seguramente ya las conoce.
Capaz que el rey Carlos III se preocupó por saber cómo era ese té que tomaban los norteamericanos. En una de esas le gustó y todo y quién sabe si dejó el otro, el que se prepara casi como un matecocido y ahora también usa los saquitos. Al fin y al cabo, es una monarquía moderna, o al menos eso dicen.
Pero no diga usted también, como un palurdo cualquiera: “De qué se las tira para hacerse el que no sabe qué es un saquito de té”. Su nombre completo es Charles Philip Arthur George (Carlos Felipe Arturo Jorge). Y, entre otros, sus títulos son príncipe de Gales, conde de Chester, duque de Cornualles, duque de Rothesay, conde de Carrick, barón de Renfrew, señor de las islas y príncipe y gran mayordomo de Escocia.
Tampoco daría como para que usted pregunte a quién le ganó, porque perfectamente le podrían responder que su reino triunfó sobre los argentinos en 1982. Y de última, toma el té como se le canta, qué tanto.
©Juan Manuel Aragón
Muy novedosa y original esta nota. Simpática como siempre. ( Cuando leo tus escritos, escucho tu voz.
ResponderEliminarBendiciones, amigo.
Sr. periodista : soy su fiel lector , pero ésta no le creo ni aca.
ResponderEliminarEse "hechar" es sin hache.!!!
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