Ir al contenido principal

CRUELDADES Jubilarse sin un “muchas gracias perro”

Jubilados

No estaría mal que en algunos trabajos, cuando un empleado se retira, alguien agradezca por lo que hizo por todos

En los últimos tiempos he hecho unas preguntas a los amigos que se van jubilando de su actividad: “¿Alguien de tu trabajo te ha despedido el último día de una manera especial, los dueños te han dado las gracias?”. Y siempre, mire usté, la respuesta es más o menos la misma: “Un día me fui, todos sabían que era el último y me dijeron hasta mañana como siempre, eso que sabían que desde el día siguiente no estaría más ocupando ese lugar”.
Algunos amigos tenían más de 30 años trabajando en la misma empresa, muchas veces con la camiseta mucho mejor calzada que la de los propios dueños. ¿Por qué, pregunta?, porque si a los propietarios les hubieran ofrecido el precio correcto no habrían dudado en venderla y muchos lo hicieron. Pero el último día del pobre pelagatos que dejó hasta los bofes traspirando por toda la cancha, fue igual a los anteriores, como si nada ocurriera.
A veces son empleados a quienes les deben muchísimo, entre otras cosas no haber perdido la empresa por una equivocación o un error de ellos mismos. O pequeños grandes favores, como: “Quedate fuera de horario y poné el hombro, porque te necesitamos”. Y el tipo se quedó, no solamente puso el hombro sino el cuerpo entero, sin que le paguen un peso más por el esfuerzo y sin pedirlo ni esperarlo. Casi siempre cuando se fue a la casa luego de una jornada agotadora, ni siquiera le tiraron un: “Gracias che perro”.
Pero el empleado se enamoró de su trabajo, halló un lugar para pelear por algo, para hacer las cosas bien, para ser correcto, sea en una carnicería, una empresa de ómnibus, un diario, una tienda, la oficina de Rentas y se conforma con seguir en ese lugar, con ser un engranaje más de algo que supone importante. A veces se sintió alguien transcendental por ayudar a los dueños, a los jerarcas, a los jefes, a los directores, a salir de un grave problema y hasta le palmearon la espalda, porque: “Qué nos hubiéramos hecho sin vos”, le dijeron, pero despacito, como quién no quiere la cosa, no vaya a ser que se agrande y pida un aumento de sueldo.
El tipo —que puede ser un amigo, una amiga, un conocido, ese viejo que estaba detrás del mostrador, la señora que recibía los paquetes, el señor que daba entrada a los expedientes, hasta que un buen día no estuvo más —nunca pidió una recompensa por haber hecho tareas mucho más valiosas que el sueldo, a veces miserable, que le abonaban. Y no venga con que demasiado hicieron con pagarle el sueldo en blanco y que les costó muchísimo estar al día con las cargas sociales porque, de últimas, el esfuerzo fue recíproco y del otro lado también embolsaron fortunas con su trabajo.
Cuando ya no tiene qué ganar en el puesto con el que se llevó los garbanzos a la casa, porque se está por jubilar, tampoco quiere que le entreguen una recompensa ni una medalla ni un pergamino, no pretende que le hagan una fiesta. Se conforma con un: “Muchas gracias Pedrito (Martita, José, Andrés, Roberto, Amalia, pongalé el nombre que quiera), en mi nombre y en el de todo el directorio”. Mire qué barato sale ser bueno. El recién jubilado volverá a la casa y cuando le pregunten cómo le fue, responderá, quizás emocionado: “Me llamó el capo di tutti gli capi, me dio las gracias por todo y hasta me abrazó”.

Vea aquí una nota que cuenta cómo ensilla su flete el santigueño

Quizás con eso nomás le alcance para seguir tirando con la mísera jubilación que le espera para el resto del viaje. Cuando se reúna con los parientes, con los amigos, es posible que se alabe: ”El gran Fulano de Tal, dueño de las empresas Tales y Cuales, que se codea con diputados, gobernadores, y otros grandes empresarios, me distinguió el último día de mi trabajo y me agradeció por todo lo que hice durante estos años”.
Se viven tiempos muy crueles, hay gente que cree que todo pasa por las monedas, por los chelines, las sucias rupias. “¿Te he quedado debiendo algo?, no, entonces vete y no me jodas con cortesías y atenciones”, pareciera que dicen.
Para no hacer más larga esta relación, quedan a continuación, versos de Atahualpa Yupanqui que a muchos le habrán resonado mientras iban leyendo esta crónica. Son del Payador Perseguido y dicen:
“El estanciero presume
De gauchismo y arrogancia.
Él cree que es extravagancia
Que su peón viva mejor.
Más, no sabe ese señor
Que por su peón tiene estancia.”

Juan Manuel Aragón
A 18 de julio del 2024, en la Belgrano. Aguaitando la marcha de los bombos.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. La relación laboral es un contrato entre partes. Una parte ejecuta el trabajo y la otra paga por los servicios.
    La parte que hace el trabajo recibe además, según las condiciones, días libres, permisos, compensaciones extra, bonos, etc. o no. Todo depende del arreglo o negociación que uno hizo al momento del contrato. Hay otros incentivos "morales", como designar a alguien "empleado del mes", o "campeón de su área", que a muchas personas las reconforta y estimula.
    El empleador pone toda la inversión, el riesgo y la idea del servicio que la empresa o compañía brinda, genera las fuentes de trabajo, y por lo general trabaja más que cualquier empleado.
    No considero que sea necesario, o que corresponda, manifestar agradecimiento, u organizar un festejo a los empleados al tiempo de su retiro.
    Si uno trabaja y se dedica, "se pone la camiseta de la empresa", o lo que fuera, es una decisión propia y se sustenta en la propia percepción de lo que el trabajo merece o requiere. No sirve si uno lo hace esperando reconocimiento.
    Yo he sido.más pragmático en ese sentido; cuando mis superiores me quisieron ensalzar o alabar por mi trabajo, les he aclarado "A mi páguenme más......yo me compro el bronce".
    Y si alguna vez noté que había un desbalance entre mi dedicación y esfuerzo, y mi sueldo, simplemente me busqué otro trabajo. Nada de sentimentalismo.
    En USA hay un dicho que aplica bastante al caso. Aquí dicen que "el día que uno consigue trabajo, es el día en que se empieza a buscar el próximo"

    ResponderEliminar
  2. Por las dudas , excelente el articulo, no el otro comentario que me pareció una pelotudez

    ResponderEliminar
  3. si consigues un trabajo y te pagan en blanco la mitad del jornal llamate dichoso... Ibarra,... hay pocos laburos y son para un grupo escaso de privilegiados-... consegir otro es imposible... y todavía los dueños, porque saben de tu necesidad, te verduguean, te eslavizan... te hacen qedar hasta la hora k quieren... ¿pensar en otro trabajo??? eso es estados unidos no argentina... ya que se han pasado la vida cogiendonos por dos monedas al menos cuando nos vamos queremos un besito.... ah, soy Marcial Alejandro Ruiz

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me refería a Santiago, donde trabajé10 años en 3 lugares diferentes. En cada caso estuve mientras ganaba experiencia y me convenían las condiciones. Si decidía irme me tomaba el tiempo para buscarme el próximo trabajo, y me cambiaba cuando lo conseguía.
      Siempre hubo esa actitud de aprovecharse por parte de la patronal, lo que toleraba mientras lo que recibía a cambio lo compensaba.
      Es la.manera de irse por la puerta grande y evitar el resentimiento que noto en todas las opiniones que compartieron.

      Eliminar
  4. O peor de todo es cuando te forrean, me pasó a mi, recuerdo que un lunes, me mandaron una nota de felicitaciones por mi dedicación al trabajo y el día sábado en la mañana recibo un telegrama de despido, la causa: que mi sueldo era alto, que tenían profesionales que por la .itad de mi sueldo hacían el trabajo, la felicitación fue por hacer el trabajo que no supieron o no pidieron hacer los profesionales, yo lo hice porque cumplí con mi trabajo, la patronal me usó de forro para masturbarse, tenía los años de servicio pero me faltaba edad

    ResponderEliminar
  5. El Sr. Ibarra, habrá escuchado hablar del término " plusvalía" ?

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

HISTORIA La Casa de los Taboada

La Casa de los Taboada, recordada en El Liberal del cincuentenario Por qué pasó de manos de una familia de Santiago al gobierno de la provincia y los avatares que sucedieron en la vieja propiedad Los viejos santiagueños recuerdan que a principios de 1974 se inundó Santiago. El gobernador Carlos Arturo Juárez bautizó aquellas tormentas como “Meteoro”, nombre con el que todavía hoy algunos las recuerdan. Entre los destrozos que causó el agua, volteó una pared del inmueble de la calle Buenos Aires, que ya se conocía como “Casa de los Taboada”. Y una mujer que había trabajado toda la vida de señora culta, corrió a avisarle a Juárez que se estaba viniendo abajo el solar histórico que fuera de la familia más famosa en la provincia durante el siglo XIX. No era nada que no pudiera arreglarse, aunque ya era una casa vieja. Venía del tiempo de los Taboada, sí, pero había tenido algunas modernizaciones que la hacían habitable. Pero Juárez ordenó a la Cámara de Diputados que dictara una ley exprop

RECUERDOS Pocho García, el de la entrada

Pocho García El autor sigue desgranando sus añoranzas el diario El Liberal, cómo él lo conoció y otros muchos siguen añorando Por Alfredo Peláez Pocho GarcÍa vivió años entre rejas. Después de trasponer la entrada principal de El Liberal, de hierro forjado y vidrio, había dos especies de boxes con rejas. El de la izquierda se abría solo de tarde. Allí estaba Juanito Elli, el encargado de sociales; se recibían los avisos fúnebres, misas, cumpleaños. Cuando Juanito estaba de franco su reemplazante era, el profesor Juan Gómez. A la derecha, el reducto de Pocho García, durante años el encargado de los avisos clasificados, con su ayudante Carlitos Poncio. Pocho era un personaje. Buen tipo amantes de las picadas y el vino. Suegro de "Chula" Álvarez, de fotomecánica, hijo de "Pilili" Álvarez, dos familias de Liberales puros. A García cuando salía del diario en la pausa del mediodía lo esperaba en la esquina de la avenida Belgrano y Pedro León Gallo su íntimo amigo Orlando

HOMBRE San José sigue siendo ejemplo

San José dormido, sueña Un texto escrito al calor de uno de los tantos días que el mundo secularizado ideó para gambetear a los santos Todos los días es día de algo, del perro, del gato, del niño, del padre, de la madre, del mono, del arquero, de la yerba mate, del bombo, del pasto hachado, de la madrastra, del piano de cola, de la Pachamama, del ropero, de la guitarra, del guiso carrero, de la enfermera, del abogado, del pañuelo usado. Todo lo que camina sobre la tierra, vuela en el cielo, nada en el agua, trepa las montañas, nada en las lagunas, patina en el hielo, surfea en las olas o esquiva a los acreedores, tiene su día. Nada como un día sin connotaciones religiosas, sólo nuestro, bien masón y ateo, para recordar a los panaderos, a las mucamas, a los canillitas, a los aceiteros, a los carpinteros, a los periodistas a los lustrines, a los soderos, a los mozos, a los vendedores, a los empleados públicos, a los policías, a los ladrones, a los jugadores, a los abstemios y a los tomad