Mario Arnedo Gallo |
El 22 de noviembre del 2001 muere Mario Arnedo Gallo, destacado cantante y compositor, reconocido por su gran aporte a la música folklórica
El 22 de noviembre del 2001 murió Mario Arnedo Gallo. Nacido en Santiago del Estero, el 15 de mayo de 1915, fue un destacado cantante y compositor, reconocido por su gran aporte a la música folklórica, en especial a la chacarera. A lo largo de su vida, dejó un legado musical que aún perdura en el imaginario colectivo, siendo recordado principalmente por su emblemática obra “La flor azul”, pero también por un vasto repertorio de zambas y chacareras que marcaron a varias generaciones de intérpretes y Amantes del folclore argentino.Nació en el seno de una familia muy vinculada a la cultura y la política. Su madre, Herminia Gallo Levalle, y su padre, Rodolfo Arnedo, que fue diputado nacional por la Unión Cívica Radical, influyeron en su temprana inclinación hacia la música. Desde pequeño, vivió rodeado de sonidos tradicionales. En su hogar, especialmente a través de Narcisa Herrera, la mujer que cuidaba de los niños, escuchaba vidalas y zambas que despertarían en él una profunda conexión con las raíces musicales de su tierra.Comenzó su formación musical bajo la tutela de destacados maestros como José Cortez, Manuel Gómez Carrillo y Pepa de Paz, quienes le brindaron las primeras herramientas técnicas para el desarrollo de su arte. Sin embargo, su aprendizaje fue en gran medida autodidacta, caracterizado por la intuición y la sensibilidad. Entre los referentes que lo marcaron se encuentran grandes exponentes del folklore argentino como Andrés Chazarreta, Adolfo Ábalos y Sofanor Díaz, cuyas obras moldearon su estilo y comprensión del género. El piano, la guitarra y el bombo fueron sus compañeros inseparables en su búsqueda artística.Su obra es rica y diversa. Entre sus creaciones más significativas ha zambas como “Salavina”, en la que tanto la letra como la música son de su autoría, y “La amanecida”, compuesta junto al poeta Hamlet Lima Quintana. En el campo de la chacarera, destacan “La flor azul”, con letra de Antonio Rodríguez Villar, y “Pelusitas de totora”, obra íntegramente compuesta por él. Estas composiciones, aunque modestas en cantidad, tuvieron un impacto enorme en la música argentina, siendo interpretadas por algunos de los más grandes artistas del país, como Ariel Ramírez, Mercedes Sosa, Los Chalchaleros y el Dúo Coplanacu, entre otros.
El dúo Coplanacu canta Salavina
A lo largo de su carrera, Arnedo Gallo colaboró con figuras importantes de la música y la poesía. No solo trabajó con Lima Quintana y Rodríguez Villar, sino también con músicos y escritores de la talla de Polo Giménez, Buenaventura Luna, Armando Tejada Gómez y Los Hermanos Ábalos. Su capacidad para nutrirse de otras voces y talentos lo convirtió en un creador versátil y respetado dentro del ámbito folclórico. Uno de los momentos más significativos en su vida fue la creación del grupo Los Musiqueros, junto a Hamlet Lima Quintana y Antonio Rodríguez Villar. Fue un espacio para la experimentación y la exploración de las raíces folclóricas y en él hallaron su máxima expresión. Más tarde, también formó parte de Los Mandingas, otra de sus iniciativas musicales en las que fusionaba su amor por el folclore con nuevas formas de expresión.
A pesar de haber vivido casi cuatro décadas en Hurlingham, provincia de Buenos Aires, la esencia de Mario Arnedo Gallo siempre estuvo ligada a su provincia natal, Santiago del Estero. Su música evocaba los paisajes áridos y los sentimientos profundos de la tierra que lo vio nacer. Las letras de sus canciones, muchas veces inspiradas en la naturaleza y la vida rural, lograron capturar la melancolía y la belleza de los paisajes del norte argentino, a la vez que retrataban las vivencias cotidianas del hombre común.
Su influencia trascendió generaciones. No solo fue admirado por los intérpretes más consagrados de su época, sino que también encontró eco en músicos más jóvenes. Bandas como Divididos, lideradas por su hijo Diego Arnedo, reinterpretaron su obra y mantuvieron vivo su legado. Así, sus composiciones no solo se limitaron a los escenarios tradicionales del folclore, sino que también llegaron a otros públicos y contextos, lo que le permitió mantener una vigencia inusitada a lo largo de los años.
Su muerte no solo significó la pérdida de un gran compositor, sino también de un hombre que había logrado canalizar las emociones y las tradiciones de su tierra en una obra musical profunda y conmovedora. Hoy, su obra sigue viva, y sus composiciones continúan siendo interpretadas por artistas de diversas generaciones, demostrando que su música ha logrado traspasar las barreras del tiempo.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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