Diocleciano |
El 20 de noviembre del 284, Diocleciano, elegido emperador, restauró la estabilidad del imperio
El 20 de noviembre del 284, en Roma, Diocleciano fue elegido emperador. Gobernó hasta el 305 y es recordado por haber restaurado la estabilidad del imperio tras un período de casi anarquía durante el siglo III.Nacido en Dalmacia, de orígenes humildes, llegó al poder a través del ejército y se consolidó como uno de los reformadores más importantes de Roma. Su reorganización administrativa, fiscal y militar sentó las bases para el Imperio bizantino en Oriente y fortaleció temporalmente al decadente Imperio de Occidente. Durante su reinado también se produjo la última gran persecución de cristianos.Su biografía está oscurecida por la retórica y la falta de fuentes confiables, ya que muchos detalles se basan en leyendas o en documentos de dudosa veracidad. Aunque se sabe poco sobre sus orígenes, su padre probablemente fue un escriba o un esclavo liberado de un senador. Diocleciano adoptó el nombre "Diocles" al principio de su vida y, al ascender al trono, cambió su nombre a Cayo Aurelio Valerio Diocleciano. De su esposa, Prisca, se conoce poco, y gran parte de la información disponible proviene de textos cristianos contemporáneos que son cuestionables.
Antes de ser emperador pasó la mayor parte de su vida en campamentos, posiblemente en la Galia o Moesia, aunque no hay consenso sobre su paradero militar exacto. Sin embargo, fue uno de los comandantes clave en la lucha contra los persas durante la campaña de Numeriano, coemperador y hermano de Carino. En 284, Numeriano fue hallado muerto, y Diocleciano, respaldado por el ejército, acusó a Aper, el prefecto pretoriano y padre adoptivo de Numeriano, de asesinato. Diocleciano ejecutó a Aper personalmente, un hecho rodeado de simbolismo, ya que se le había predicho que se convertiría en emperador el día que matara a un "jabalí" (aper en latín). Este acto eliminó a un potencial competidor y aseguró su ascenso al trono.
Cuando fue proclamado emperador solo tenía control efectivo sobre Asia Menor y posiblemente Siria, mientras que el resto del imperio estaba bajo el control de Carino. Diocleciano enfrentó a Carino en batalla cerca del actual Belgrado, y la victoria fue incierta hasta que Carino fue asesinado por sus propios soldados, lo que permitió a Diocleciano convertirse en el único emperador a mediados del 285.
Una de las decisiones más notables de Diocleciano fue compartir el poder, algo poco común entre los emperadores romanos. Al darse cuenta de que el imperio era demasiado grande para ser gobernado por una sola persona, en 286 nombró a Maximiano como su coemperador, otorgándole el título de "Augusto". Maximiano se encargó del occidente del imperio, estableciéndose en Milán para hacer frente a las invasiones alemanas, mientras Diocleciano residió en Nicomedia, en Asia Menor, para supervisar el oriente y la frontera persa.
En el 293 llevó la idea de compartir el poder aún más lejos y fundó la Tetrarquía, un sistema en el que el imperio sería gobernado por dos "Augustos" y dos "Césares". Diocleciano y Maximiano tomaron los títulos de Augustos, mientras que Galerio y Constancio I Cloro fueron nombrados Césares, con Galerio actuando bajo la autoridad de Diocleciano y Constancio bajo Maximiano. Esta división territorial y de responsabilidades ayudó a estabilizar el imperio, ya que cada gobernante se encargaba de una región específica: Diocleciano vigilaba Tracia, Asia y Egipto; Galerio supervisaba Iliria y las provincias del Danubio; Maximiano gobernaba Italia, África y Sicilia; y Constancio I Cloro se encargaba de la Galia, España y Britania.
Este sistema de poder compartido también se consolidó mediante alianzas matrimoniales, con Galerio casándose con la hija de Diocleciano, Valeria, y Constancio I Cloro divorciándose de su esposa Helena, la madre del futuro emperador Constantino, para casarse con Teodora, la hijastra de Maximiano. Estos lazos familiares, junto con la propaganda política que presentaba a los cuatro emperadores como elegidos divinos, ayudaron a mantener la cohesión dentro del imperio. Diocleciano y Maximiano fueron incluso asociados con figuras mitológicas, adoptando los nombres de Júpiter y Hércules respectivamente, lo que reforzaba su carácter semidivino ante los ojos de la población.
Bajo su reinado, el imperio fue sometido a importantes reformas internas que mejoraron su estabilidad. Las reformas administrativas fueron esenciales para asegurar una gestión más eficiente del vasto territorio romano. También se reorganizó el ejército, separando claramente las carreras militares de las civiles, algo que Galieno, un emperador anterior, ya había iniciado. Diocleciano continuó esta política, excluyendo a los senadores de los mandos militares, lo que ayudó a evitar golpes de estado y garantizar la lealtad del ejército al emperador.
Además de sus reformas administrativas y militares, también fue responsable de importantes victorias militares que consolidaron su poder. Maximiano derrotó a los bagaudae, campesinos que se habían rebelado contra los impuestos en la Galia, y reprimió una rebelión en Britania liderada por Carausio, quien se había proclamado emperador. Carausio fue derrotado por Constancio I Cloro en 296, lo que permitió la reunificación de Britania con el imperio. En el oriente, Diocleciano enfrentó a Narsés, el rey de Persia, y, tras varias campañas, aseguró la victoria romana, devolviendo a Tiridates, el rey de Armenia, a su trono y asegurando la frontera del imperio en el río Tigris.
A pesar de sus éxitos militares y administrativos, su reinado también es recordado por su persecución de los cristianos. En 303, promulgó una serie de edictos que ordenaban la destrucción de iglesias, la quema de escrituras sagradas y la prohibición de las reuniones cristianas. Aunque estas persecuciones fueron las más intensas en la historia del imperio, no lograron erradicar el cristianismo, y la religión continuó creciendo, especialmente después de su reinado.
En el 305, en un acto sin precedentes, abdicó voluntariamente del trono, retirándose a su palacio en Salonae, Dalmacia (actual Solin, Croacia), donde vivió en relativa tranquilidad hasta su muerte en 316. Su abdicación marcó el fin de la Tetrarquía original, pero su obra como reformador perduró y sus reformas sentaron las bases para la continuación del imperio, especialmente en Oriente, donde se transformaría en el Imperio Bizantino.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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