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Paisaje santiagueño, visto por Jorge Llugdar |
Etimología desarrollada de “judío” y de “Santiago”, dos vocablos que vienen juntos casi desde el principio de los tiempos
Ahora que se está hablando de Santiago, porque viene otro cumpleaños de la ciudad, sería bueno ver la etimología de Y'hudah, que significa “celebrado” o “festejado” en hebreo y tiene una rica trayectoria histórica, lingüística y cultural que conecta al pueblo judío con la tradición bíblica y llega hasta la identidad de Santiago del Estero, a través de la relación entre los nombres Jacob y Santiago. En el libro del Génesis, Y'hudah, el cuarto hijo de Jacob y Lea, recibe su nombre de la raíz hebrea yadah, que implica “alabar” o “dar gracias”.Según el Génesis (29:35), Lea exclamó: “Esta vez alabaré al Señor”, otorgando al niño un nombre que refleja gratitud y celebración. De este origen personal, Y'hudah se transformó en el nombre de una de las doce tribus de Israel, cuyos descendientes desempeñaron un papel central en la historia del pueblo hebreo. Con el tiempo, el término trascendió su significado tribal y geográfico, abarcando a todos los judíos, y su evolución lingüística a través del arameo, griego y latín dio lugar al vocablo español “judío”.Paralelamente, el nombre Jacob, padre de Y'hudah, evolucionó hasta convertirse en Santiago, un nombre que resuena en Santiago del Estero, fundada en honor a Santiago Apóstol, y que conecta las raíces hebreas con su identidad católica y colonial.
La tribu de Y'hudah, descendiente del hijo de Jacob, se consolidó como una de las más influyentes entre las doce tribus de Israel. Tras la muerte del rey Salomón, alrededor del 930 antes de Cristo, el reino unificado de Israel se dividió en dos: el reino del norte, Israel, con diez tribus, y el reino del sur, Judá, principalmente con las tribus de Judá y Benjamín, y algunos levitas. Los habitantes del reino de Judá, centrado en Jerusalén, fueron conocidos como Y'hudah, término que identificaba tanto a la tribu como a la región geográfica. La caída del reino del norte ante los asirios en el 722 a.C. y el posterior exilio babilónico de Judá en el 587 antes de Cristo marcaron un punto de inflexión. Durante el exilio, el término Y'hudah comenzó a designar no solo a los descendientes de la tribu homónima, sino a todos los hebreos, especialmente tras el retorno a Judea permitido por el edicto de Ciro en el 538 a.C. Este proceso unificó la identidad judía, extendiendo el nombre a los miembros de las doce tribus dispersas en la diáspora, consolidando así su uso como sinónimo del pueblo judío en su conjunto.
La transformación lingüística de Y'hudah refleja la interacción del pueblo judío con diversas culturas. En el período persa, el arameo, lengua franca del Cercano Oriente, adaptó Y'hudah como Jehudhai para referirse a los habitantes de la provincia de Yehud, nombre persa de Judea.
Con la conquista de Alejandro Magno y la helenización del mundo mediterráneo, el término pasó al griego como Iudaios, utilizado en la Septuaginta y en textos helenísticos para designar a los judíos de Judea y la diáspora. En el Imperio Romano, el griego Iudaios se convirtió en el latín Iudaeum o Iudaeus, término que identificaba a los judíos en contextos religiosos, culturales y administrativos. En las lenguas romances, Iudaeus evolucionó hacia el español como “judío”, palabra que se consolidó en la península ibérica durante la Edad Media para referirse a las comunidades judías, independientemente de su origen tribal. Este recorrido lingüístico, desde el hebreo al español, encapsula siglos de historia, migraciones y sincretismo cultural.
La conexión entre Jacob y Santiago, por su parte, ilumina otro aspecto de la etimología. Jacob, o Ya'akov en hebreo, deriva de la raíz ‘aqab, que significa “talón” o “sub plantar”, en alusión al relato bíblico en que Jacob nace agarrando el talón de su hermano Esaú (Génesis 25:26). Este nombre, que también se interpreta como “el que suplantó” por la obtención de la primogenitura, pasó al griego como Iakobos en el Nuevo Testamento, refiriéndose, entre otros, al apóstol Santiago el Mayor. En latín, Iakobos se transformó en Iacobus o Iacomus, y en el español antiguo dio lugar a formas como Yago, Diego y Jaime.
La variante Santiago surgió de la contracción de Sant Iago (San Yago), en honor a Santiago Apóstol, patrón de España, cuyo culto se popularizó durante la Reconquista y se trasladó a América con la colonización. En 1553, tras su fundación, Santiago del Estero, la “Madre de Ciudades”, adoptó este nombre en homenaje al apóstol, vinculando la provincia con la herencia de Ya'akov y, por extensión, con la tradición hebrea de las doce tribus, entre ellas Y'hudah.
La intersección de Y'hudah y Santiago en la provincia trasciende la etimología, conectando la historia del pueblo judío con la identidad de Santiago del Estero. El nombre Y'hudah, que evolucionó de un término tribal a una designación universal para los judíos, y la transformación de Ya'akov en Santiago reflejan la capacidad de los nombres para llevar consigo siglos de historia, fe y cultura. En Santiago vive esta herencia en su nombre, y su catolicismo, que entrelaza las raíces hebreas con la experiencia colonial y contemporánea de todo el norte.
Y esito nomás es lo que sé del asunto.
Podría averiguarle algo más.
Pero me da fiaca.
Juan Manuel Aragón
A 28 de junio del 2025, en la plaza Libertad. Mirando la hora.
Ramírez de Velasco®
Muy interesante Juan Manuel.
ResponderEliminarCon respecto a la palabra Judio, el nombre Judas, tiene la misma raiz.
Cuando se traducen al latin ( y diversos idiomas mas) los nombres de los 12 apostoles, el unico nombre que queda sin traducir es Judas. De ahi la connotacion de Judio: traidor. Tan arraigado en el antisemitismo.
Yehuda es un nombre muy bonito y comun en hebreo.
No firme mi comentario. Desde Israel, Mariela Furszpan
ResponderEliminarEl nombre de nuestra ciudad se debe a que Francisco de Aguirre venía enviado por Pedro de Valdivia, devoto de Santiago Apóstol y fundador de Santiago de Chile. Núñez de Prado, desplazado por Aguirre, también había puesto un nombre acorde con su jefe, el licenciado La Gasca.
ResponderEliminarInteresante artículo y muy buenos comentarios.
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