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Manuel Machado |
El 29 de agosto de 1874 nace Manuel Machado, poeta, dramaturgo y miembro destacado de la Generación del 98
El 29 de agosto de 1874 nació Manuel Machado y Ruiz en Sevilla. Fue un poeta, dramaturgo y miembro destacado de la Generación del 98, conocido por su obra modernista y su colaboración con su hermano Antonio. Hijo de una familia sevillana, estudió filosofía y letras, vivió en París, trabajó como bibliotecario y archivero, y fundó revistas literarias. Durante la Guerra Civil Española, se alineó con el bando republicano, pero tras el conflicto se exilió brevemente y regresó a España, donde continuó su labor literaria hasta su muerte en 1947.
Nacido en la calle de San Pedro Mártir, fue el primogénito de Antonio Machado Álvarez y Ana Ruiz Hernández. Su padre, conocido como “Demófilo”, era un destacado folklorista. Creció en un ambiente culto, rodeado de literatura y tradiciones andaluzas, lo que influyó en su sensibilidad poética desde temprana edad.En 1883, la familia se trasladó a Madrid tras el nombramiento de su padre como catedrático. Estudió en la Institución Libre de Enseñanza, en la que se formó junto a su hermano Antonio. Más tarde, ingresó en la Universidad Central de Madrid, donde obtuvo el grado de licenciado en filosofía y letras en 1897.
En 1898, viajó a París, donde trabajó como traductor y se impregnó del modernismo literario. Allí conoció a poetas como Rubén Darío y Paul Verlaine, cuyas influencias se reflejan en su obra. Regresó a España en 1902, publicando su primer libro, Alma, una colección de poemas modernistas.
En 1903, junto a su hermano Antonio, publicó Soledades, galerías y otros poemas, una obra conjunta que marcó su reconocimiento en el panorama literario español. Su estilo, elegante y musical, se distinguía por su lirismo y su conexión con el modernismo, aunque también exploró temas andaluces y populares.
Entre 1905 y 1910, trabajó como bibliotecario y archivero en el Ayuntamiento de Madrid. Durante este período, fundó la revista Helios junto a Juan Ramón Jiménez y colaboró en otras publicaciones como Renacimiento. También escribió piezas teatrales, muchas en colaboración con Antonio, como La Lola se va a los puertos.
En 1916, contrajo matrimonio con Eulalia Cáceres, con quien no tuvo hijos. Su vida personal estuvo marcada por una dedicación intensa a la literatura, aunque su figura quedó parcialmente eclipsada por la de su hermano Antonio en los círculos académicos.
Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), permaneció en Madrid y apoyó a la Segunda República. Fue vocal del Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Museos, trabajando para proteger el patrimonio cultural. Tras la guerra, enfrentó dificultades por su alineación republicana y se exilió brevemente en Francia.
En 1940, regresó a España y se instaló en Madrid, y continuó escribiendo poesía y teatro. Publicó obras como Cante hondo y Fénix, manteniendo su estilo modernista con influencias andaluzas. Su producción incluyó sonetos, romances y poemas dedicados a la tauromaquia.
Murió el 19 de enero de 1947 en Madrid, a los 72 años. Sus restos descansan en el cementerio de la Almudena. Su obra, que abarca más de una docena de libros de poesía y varias obras teatrales, refleja su versatilidad y su profundo vínculo con la cultura española.
En 1898, viajó a París, donde trabajó como traductor y se impregnó del modernismo literario. Allí conoció a poetas como Rubén Darío y Paul Verlaine, cuyas influencias se reflejan en su obra. Regresó a España en 1902, publicando su primer libro, Alma, una colección de poemas modernistas.
En 1903, junto a su hermano Antonio, publicó Soledades, galerías y otros poemas, una obra conjunta que marcó su reconocimiento en el panorama literario español. Su estilo, elegante y musical, se distinguía por su lirismo y su conexión con el modernismo, aunque también exploró temas andaluces y populares.
Entre 1905 y 1910, trabajó como bibliotecario y archivero en el Ayuntamiento de Madrid. Durante este período, fundó la revista Helios junto a Juan Ramón Jiménez y colaboró en otras publicaciones como Renacimiento. También escribió piezas teatrales, muchas en colaboración con Antonio, como La Lola se va a los puertos.
En 1916, contrajo matrimonio con Eulalia Cáceres, con quien no tuvo hijos. Su vida personal estuvo marcada por una dedicación intensa a la literatura, aunque su figura quedó parcialmente eclipsada por la de su hermano Antonio en los círculos académicos.
Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), permaneció en Madrid y apoyó a la Segunda República. Fue vocal del Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Museos, trabajando para proteger el patrimonio cultural. Tras la guerra, enfrentó dificultades por su alineación republicana y se exilió brevemente en Francia.
En 1940, regresó a España y se instaló en Madrid, y continuó escribiendo poesía y teatro. Publicó obras como Cante hondo y Fénix, manteniendo su estilo modernista con influencias andaluzas. Su producción incluyó sonetos, romances y poemas dedicados a la tauromaquia.
Murió el 19 de enero de 1947 en Madrid, a los 72 años. Sus restos descansan en el cementerio de la Almudena. Su obra, que abarca más de una docena de libros de poesía y varias obras teatrales, refleja su versatilidad y su profundo vínculo con la cultura española.
Cuestión personal
Mi padre solía recitarme un verso suyo especialmente bonito:
La copla
Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decires a gente
que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.
Ramírez de Velasco®
Mi padre solía recitarme un verso suyo especialmente bonito:
La copla
Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decires a gente
que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.
Ramírez de Velasco®
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