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1918 CALENDARIO NACIONAL Se funda el Partido Comunista

El contubernio con los militares

Relato de cómo y por qué se aliaron los militantes comunistas argentinos con el régimen encabezado por Jorge Rafael Videla


El 6 de enero de 1918 se fundó el Partido Comunista de la Argentina. Al principio se llamó Partido Socialista Internacional tras la ruptura con el Partido Socialista​ y en adhesión a la Revolución de Octubre y la Tercera Internacional leninista. Hoy forma parte de la coalición Frente de Todos. Edita una revista, llamada Nuestra Propuesta. En el orden internacional es miembro del Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros.
Un hecho desconocido de este partido en la Argentina es el apoyo que brindó a la dictadura militar argentina, surgida luego del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, bajo excusas que todavía hoy suenan a huecas y se explicarían por la necesidad imperiosa de alimentos que tenía en ese entonces la Unión Soviética.
Luego de marzo de 1976, el Partido Comunista no fue incluido en la lista de los partidos prohibidos y siguió trabajando. Pero sí se prohibieron organizaciones que estaban dirigidas u orientadas por el Partido Comunista, como sindicatos, grupos estudiantiles y el comité de solidaridad con Chile.
El Partido Comunista fue visto como un partido parlamentario, sus actividades fueron suspendidas, no prohibidas. Era obvia la conexión del régimen militar con la Unión Soviética. Las relaciones económicas soviético argentinas tuvieron mayor peso, sobre todo desde 1979.
Es curioso que hoy el Partido Comunista sea parte del Frente de Todos. Mientras muchos peronistas eran perseguidos y muertos durante la dictadura militar, el Partido comunista callaba, miraba para otra parte.
El día siguiente del golpe, el 25 de marzo de 1976, el Partido Comunista publicó una declaración que mostró su aceptación del cambio político y notó que los objetivos declarados de la Junta Militar coincidían con su propia línea, en lo que se refería a la independencia económica, la seguridad, la soberanía y la justicia social.
Después se enviaron emisarios a las provincias para transmitir a la militancia la posición de la dirección, puesta de manifiesto en esa declaración. Hubo provincias en que los comunistas conocieron esta declaración del partido a través de las transmisiones de la radio de Moscú, incluso antes de que llegaran los enviados.
Se alentó a los miembros del partido a cooperar con las autoridades, a comparecer en las citaciones de la policía, a no esconderse y a anunciar a la policía o a los militares su militancia del Partido Comunista, pues tales actitudes eran una garantía contra las represalias.
Antes del golpe, este partido desarrolló los contactos con los militares, apostando a sus relaciones con los oficiales, especialmente con el ala nacionalista y antiimperialista del ejército, al menos es lo que sostenían desde la dirección.
Unos dos meses antes del golpe, Gerónimo Arnedo Álvarez convenció al embajador soviético de que, a pesar del peligro de un golpe, en las Fuerzas Armadas primaban los sentimientos antigolpistas. Pero en febrero, Rubens Íscaro informó al embajador soviético que el golpe sería en el marzo, daba como fundamento los rumores e información de círculos militares.
En aquel entonces se hablaba del peligro derechista y proimperialista que representaba la parte reaccionaria de las Fuerzas Armadas de este lado del mundo y sobre su facción democrático nacionalista
Después del golpe, surgieron desacuerdos en el Partido Comunista Argentino sobre la línea política, pero todas las decisiones fueron tomadas por un pequeño grupo de líderes. O, como dijo Rodolfo Puiggrós, el Partido Comunista Argentino siempre había sido gobernado por gente que viajaba a Moscú.
En mayo de 1976, el partido aprobó un informe de Orestes Ghioldi “Democracia renovada o pinochetismo”. Afirmaba que Jorge Rafael Videla no era un representante de los grupos extremistas en las Fuerzas Armadas, lo que contradecía declaraciones del propio Videla sobre la solución basada “en la montaña de cadáveres” de los enemigos de la seguridad nacional.
El partido sostuvo su versión de la lucha interna de facciones en el ejército, proponiendo apoyar la más moderada de ellas, encabezada por Videla, en contraste con el ala ultranacionalista, “pinochetista”.
El partido llamó a la unidad de las fuerzas de la democracia contra los posibles intentos del golpe pinochetista contra el régimen moderado y llamó a unirse al gobierno de facto. Los comunistas no explicaban cómo resistirían un posible golpe “pinochetista”, dado que habían hecho todo lo posible para restringir las actividades de sus propias células con el fin de no violar la orden de la suspensión de las actividades de los partidos políticos.
Una entrevista de Videla en el diario Clarín el 30 de enero de 1977 en la que habló del Proyecto de Desarrollo Nacional, provocaron un moderado entusiasmo en la dirección del partido, que apoyó al presidente.
Después del golpe, el partido tuvo contactos activos con los militares. Según Rodolfo Ghioldi, la persona que abrió la puerta para estos contactos fue Fernando Nadra. En un informe soviético de 1977 constaba que “l Partido Comunista está llevando a cabo un trabajo político significativo en las Fuerzas Armadas. Durante 1976, se celebraron alrededor de 800 reuniones a diversos niveles entre representantes del PC y las Fuerzas Armadas. El miembro del Comité Ejecutivo del Comité Central del PCA Rúbens Íscaro en una conversación con el Embajador Camarada S.P. Dokarev el 20 de enero de 1977 señaló que todas estas reuniones pasaron en la atmósfera amistosa. Los contactos con los militares nacionalistas moderados son de particular importancia, ya que ayudaron a neutralizar la represión contra el PC por parte de elementosreaccionarios”.
El Partido Comunista Argentino apoyó la política “antiterrorista” de los militares, llamando a la oposición armada como “ultraizquierdista”, acusándola en alinearse con los pinochetistas del ejército, dispuestos a derrocar a los moderados y establecer una dura dictadura similar a la chilena.
El partido comunista fue hostil a los grupos armados de izquierda y a la izquierda revolucionaria, apoyada por “los camaradas cubanos”. En el primer llamamiento después del golpe, el partido condenó la actitud de la ultraizquierda. Lo dijo la embajada soviética: “El Comité Central del PC lleva adelante un trabajo constante en los círculos militares convenciéndolos de no participar en las actividades de organizaciones extremistas”.
El 18 y 19 de diciembre de 1976, se celebró el pleno clandestino del Comité Central del partido. Hubo 41 delegados de casi todos sus comités regionales. Allí se aprobó la política de llegar a un acuerdo entre civiles y militares. El trabajo entre los militares fue reconocido como una parte importante de las actividades de los comunistas. Eso sí, se reservaron el derecho a la crítica del régimen ante el peligro del golpe pinochetista en el ejército.
Es verdad que las relaciones entre el Partido Comunista y el régimen no fueron ideales: hubo allanamientos y destrozos, como la oficina del partido en Rosario, cientos de comunistas fueron reprimidosn, detenidos, torturados, asesinados y desaparecidos. El partido protestó casi siempre ante las autoridades militares o policiales locales, pero no expuso al régimen al fuego de la crítica.
Un informe de la embajada de soviética dijo: “La dirección del PC, apoyando el curso político de Videla, entiende está jugando un doble juego con el PC, pero también estamos jugando un doble juego con él por razones tácticas".
El partido trabajó en condiciones difíciles. En dos años, cientos de activistas fueron arrestados, 109 personas desaparecieron, las bombas explotaban cerca del Comité Central y de los comités locales y sus oficinas fueron allanadas.
En 1978, el Secretario General del partido Arnedo Álvarez, señaló que uno de los obstáculos para la paz en el país seguía siendo la cantidad enorme de prisioneros políticos y de desaparecidos, pero considerando que la imagen del país preocupaba a las Fuerzas Armadas, los comunistas se opusieron a la crítica internacional del régimen militar por las violaciones de los derechos humanos. Esta doble posición le complicó su situación política interna y externa.
En fin. El contubernio entre el Partido Comunista y las autoridades del Proceso de Reorganización Nacional fue más que evidente. Es una de las culpas que, hasta el día de hoy, esta agrupación no ha podido purgar, por más que la disfracen con artículos de tono pretendidamente universitario repletos de citas incomprensibles que, en el fondo, pretenden absolverlos de culpa y cargo.
Hubo en ese tiempo como un juego de pinzas sobre el régimen militar argentino, mientras el gobierno de Cuba entrenaba y armaba a los argentinos que se alzaban en armas contra el régimen militar, su aliada, la Unión Soviética trataba de poner paños fríos a la relación.
Queda para otro día el relato de las empresas que instalaron los soviéticos en la Argentina a partir de 1979, sus nombres, sus contactos y la falta de escrúpulos, tanto de los militares argentinos como de los comunistas soviéticos, para hacer negocios.
©Juan Manuel Aragón

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