Velay el bicho |
Como pronuncian la palabra “hormiga” los santiagueños y los hombres de otras latitudes, qué características tienen y qué no se aprendió de ellas
¿Cómo se dice hormiga en quichua? Domingo Bravo, el gran lingüista santiagueño, en su diccionario quichua—español, dice que es shishi, la “sh”, suena en este caso como en inglés para decir “she” o como los porteños cuando pronuncian “pollo” (´posho´). Hay de varias clases para los quichuistas. La shishi añapera, shishi ásnaj es la hormiga hedionda, ávida de comer dulces, especialmente añapa. También está la shishi manquera, le dicen así porque la tierra que saca es ideal para fabricar ollas de barro. La shishi piña es la hormiga brava, la shishi puca es la hormiga colorada, la shishi umalu, como su nombre lo indica es la hormiga cabezona y shishi yana es la hormiga negra.En sánscrito la hormiga era “morwi”, de ahí pasó al griego “myrmex” y en latín le dicen “formica”, la “f” inicial se hizo “h” igual que en hacer “facer” y hembra “femina”. La “c” se transformó en “g”, como en amigo, que viene de “amicus” y segundo, que deriva de “secundus”. La “mirmecología” es la rama de la entomología que estudia las hormigas.No tiene nada que ver con la fórmica, que es una marca registrada por una empresa de Cincinatti, Ohio, Estados Unidos y que significa de mica o “for mica”, in english.
En inglés es ant, en portugués formiga, en croata mrav, en checo mravenec, en danés myre, en holandés mier, en finés muurahainen, en francés fourmi, en alemán ameise, en italiano formica, en noruego maur, en polaco mrówka, en rumano furnică, en sueco myra, en turco karınca y en vietnamita es con kien. Hay cientos de idiomas más, pero suficiente, para qué aburrirlo más.
Si se pone a estudiar las hormigas, amigo, lo primero que le dirá cualquier enciclopedia es que son animales eusociales, es decir tienen el rango más alto en cuanto a organización. Si usted sabe alguito de griego sabrá que “eu” es bueno, como eufemismo que es una buena palabra que sustituye a otra o Eufemiano, que significa de buen nombre.
Casi como los cristianos, entre las hormigas (y las abejas, entre otros), los adultos cuidan a las crías, viven dos o más generaciones en el mismo nido y los miembros de la colonia están divididos en una casta reproductora o “real” y otra que no se reproduce y está formada por “obreros” o “soldados”.
Están sobre la Tierra desde mucho antes que apareciera el primer hombre, desde hace 130 millones de años, quizás un poco más. Entre ellas hay 14 mil grupos descritos, pero se calcula que podrían ser unos 22 mil. Son pocos los animales que vieron levantarse y desaparecer a los dinosaurios, sobrevivieron a la gran oscuridad que se supone que vino después y luego observaron al hombre enredarse tratando de hacer fuego, inventando la rueda, domesticando caballos, perros, vacas, gallinas.
Algunos hormigueros tienen unas pocas docenas de individuos que viven en cuevas naturales, pero otros son colonias con millones. En estos hay hembras estériles sin alas, la casta de las “obreras” y grupos especializados. También hay machos fértiles y una o varias hembras fértiles, las “reinas”.
Están sobre la Tierra desde mucho antes que apareciera el primer hombre, desde hace 130 millones de años, quizás un poco más. Entre ellas hay 14 mil grupos descritos, pero se calcula que podrían ser unos 22 mil. Son pocos los animales que vieron levantarse y desaparecer a los dinosaurios, sobrevivieron a la gran oscuridad que se supone que vino después y luego observaron al hombre enredarse tratando de hacer fuego, inventando la rueda, domesticando caballos, perros, vacas, gallinas.
Algunos hormigueros tienen unas pocas docenas de individuos que viven en cuevas naturales, pero otros son colonias con millones. En estos hay hembras estériles sin alas, la casta de las “obreras” y grupos especializados. También hay machos fértiles y una o varias hembras fértiles, las “reinas”.
Son superorganismos, pues actúan como si fueran una sola entidad en la que trabajan en forma colectiva en apoyo de la colonia. Hasta se podría decir que tienen un régimen socialista, si no fuera porque carecen de ambición de dinero o sangre ajena.
Tienen colonias en todos los continentes del mundo, salvo la Antártida y algunas islas lejanas o inhospitalarias. Se calcula que son entre el 15 y el 25 por ciento de la biomasa de los animales terrestres. Los científicos estiman que hay entre mil billones y diez mil billones de estos animalitos viviendo sobre la faz de la Tierra. El éxito de la supervivencia en el planeta, se debe a su organización social, a su capacidad para modificar hábitats, a su aprovechamiento de los recursos y a su capacidad de defensa.
En los hormigueros rige una estricta división del trabajo, hay comunicación entre los individuos y, aunque usted no lo crea, son capaces de resolver problemas complejos. Estas semejanzas con los hombres, fueron durante mucho tiempo fuente de inspiración y objeto de estudios que siguen hasta el presente.
Estos bichitos alegraron los espíritus de los militantes antimperialistas locales, cuando en el 2002, se supo que una hormiga originaria del norte de la Argentina y el sur del Brasil se convirtió en plaga en varios estados de Norteamérica. Desplazaron y redujeron a otras especies de insectos (hormigas y arañas), importantes para el equilibrio de los ecosistemas y afectaron a las abejas, factor clave para la agricultura.
Es posible que cuando no quede ni un solo hombre habitando el planeta, ellas continúen su trabajo, tranquilas, eficientes, organizadas, impávidas frente al panorama desolador que se les ofrecerá. El hombre corre en estos tiempos una carrera contra sí mismo, midiendo el tamaño de sus colmenas, haciéndolas cada vez más escuálidas, matando a sus hijos antes de que nazcan, vaciando el mundo, en una loca carrera contra la propagación de su propia especie.
El día que el último viejo se mire el ombligo, sentado frente a un televisor, alimentándose con chatarra que descongeló de su heladera, ahí cerca, en el patio de su casa, ellas seguirán su trabajo, imperturbables, comiendo del rosal, aprestándose quizás para ver el nacimiento de otra humanidad luego del tiempo de oscura modernidad que se avecina.
La primera lección que deberían haber aprendido los hombres de las hormigas, es que vinieron al mundo para hacer lo que es debido, no para las drogas de la persecución de la propia felicidad, los barbitúricos del placer extremo, los narcotizantes pensamientos impuros, entre otros males suicidas.
Dicho de otra forma, las hormigas entienden el sentido de la vida alejadas de la filosofía barata.
Y los zapatos de goma.
©Juan Manuel Aragón
Tienen colonias en todos los continentes del mundo, salvo la Antártida y algunas islas lejanas o inhospitalarias. Se calcula que son entre el 15 y el 25 por ciento de la biomasa de los animales terrestres. Los científicos estiman que hay entre mil billones y diez mil billones de estos animalitos viviendo sobre la faz de la Tierra. El éxito de la supervivencia en el planeta, se debe a su organización social, a su capacidad para modificar hábitats, a su aprovechamiento de los recursos y a su capacidad de defensa.
En los hormigueros rige una estricta división del trabajo, hay comunicación entre los individuos y, aunque usted no lo crea, son capaces de resolver problemas complejos. Estas semejanzas con los hombres, fueron durante mucho tiempo fuente de inspiración y objeto de estudios que siguen hasta el presente.
Estos bichitos alegraron los espíritus de los militantes antimperialistas locales, cuando en el 2002, se supo que una hormiga originaria del norte de la Argentina y el sur del Brasil se convirtió en plaga en varios estados de Norteamérica. Desplazaron y redujeron a otras especies de insectos (hormigas y arañas), importantes para el equilibrio de los ecosistemas y afectaron a las abejas, factor clave para la agricultura.
Es posible que cuando no quede ni un solo hombre habitando el planeta, ellas continúen su trabajo, tranquilas, eficientes, organizadas, impávidas frente al panorama desolador que se les ofrecerá. El hombre corre en estos tiempos una carrera contra sí mismo, midiendo el tamaño de sus colmenas, haciéndolas cada vez más escuálidas, matando a sus hijos antes de que nazcan, vaciando el mundo, en una loca carrera contra la propagación de su propia especie.
El día que el último viejo se mire el ombligo, sentado frente a un televisor, alimentándose con chatarra que descongeló de su heladera, ahí cerca, en el patio de su casa, ellas seguirán su trabajo, imperturbables, comiendo del rosal, aprestándose quizás para ver el nacimiento de otra humanidad luego del tiempo de oscura modernidad que se avecina.
La primera lección que deberían haber aprendido los hombres de las hormigas, es que vinieron al mundo para hacer lo que es debido, no para las drogas de la persecución de la propia felicidad, los barbitúricos del placer extremo, los narcotizantes pensamientos impuros, entre otros males suicidas.
Dicho de otra forma, las hormigas entienden el sentido de la vida alejadas de la filosofía barata.
Y los zapatos de goma.
©Juan Manuel Aragón
Excelente reflexión. (Creatura superior la hormiga)
ResponderEliminarSon tan inteligentes estos bichitos, que no caben dentro de su organización políticos, ni pañuelos verdes, ni gremialistas vagos. Vivan las hormigas!
ResponderEliminarInteresante artículo para plantear ciertas diferencias organizativas y sociales entre hormigas y humanos.
ResponderEliminarEsas diferencias también se pueden plantear, tanto en similitudes como en contraposición entre casi todas las especies vivientes de la tierra, simplemente porque nuestra parte animal tiene también comportamientos instintivos que han ido siendo relegados por comportamientos de nuestro razonamiento racional.....que también incluye lo irracional.
Las hormigas no "entienden el sentido de la vida, ni son creaturas superiores, ni son bichitos inteligentes. Son sólo animales instintivos, algunas de cuyas colonias han logrado sobrevivir y otras se extinguieron a lo largo de la historia del planeta.