José María Cantos |
José María Cantos instauró en Santiago, al menos durante un tiempo, una manera de leer que fue peligrosamente maravillosa
En sus comienzos al menos, el Nuevo Diario fue una lectura peligrosamente maravillosa. Se trataba de instalar un periódico, en una provincia que se había acostumbrado a una manera de observar la realidad que siempre estaba de acuerdo con la mirada del poder. José María Cantos, muerto durante el tránsito del sábado 13 al domingo 14 de mayo, convocaba a la aventura de especular sobre Santiago del Estero desde un punto de vista más cercano al pensamiento del hombre común y corriente, usted, su vecino, el señor de la otra cuadra.Hasta mal escritito estaba, repleto de horrores de ortografía, mal diseñado, peor diagramado, se le veían las costuras por todos lados y al lado de notas de las mejores plumas de Santiago, Alberto Tasso y Carlos Zurita, por dar solo dos casos, por ahí no desentonaba el informe de un corresponsal de tierra adentro, redactando con los peores clichés del periodismo antiguo. Al fin había un diario como era Santiago, como es y como seguirá siendo.En los primeros tiempos todo fue apuro, urgencia, precipitación, había necesidad de decir cosas, como si viniéramos de un largo ahogo que se hacía sentir desde 1898 y que era urgente largar afuera, había que escupir verdades que habían sido largo tiempo calladas en esta provincia, que había hecho del silencio una virtud, del ocultamiento una moral y de la verdad una promesa para adelante, largamente incumplida, siempre fallida.Cantos había organizado una empresa para pegar en el corazón del establishment santiagueño, en su creencia más arraigada. Y pensaba que quizás de allí saldría algo mejor de lo que había, quizás un pensamiento distinto, una idea de progreso ausente hasta ese momento. Empujó hasta donde nadie había llegado para tumbar la monarquía (entendida como “gobierno de uno”), que hasta ese momento había reinado en Santiago.
Quienes hemos vivido esa primavera de la noticia en todos los medios de comunicación, sabemos que fuimos protagonistas de un tiempo irrepetiblemente glorioso, cuando escribíamos algo y al día siguiente tenía repercusión en miles de lectores u oyentes que confiaban en la prensa para tener esperanzas en que algo distinto era posible.
Fueron tiempos de urgencias, no nos representaba ese Carlos Aldo Mugica, casi un analfabeto político, ese César Eusebio Iturre aupado en el poder gracias a la estulticia de unos cuantos pícaros, ese Carlos Arturo Juárez que venía del fondo de la historia a completar el abandono provincial ni ese José Luis Zavalía, que creía que el Zanjón era un santo cristiano, entre otras ordinarieces de la incultura que portaba. Se trataba de instancias perimidas que se debían superar, para llegar a una instancia superior.
Quizás Cantos nos estaba dando un arma para pelear contra los molinos que siempre hicieron girar sus aspas al revés del viento en Santiago del Estero. Los más viejos, en esa redacción que quedó congelada en el tiempo, quizás sabían cómo venía la mano. Uno de ellos el genial y siempre exacto Pedro Cayetano Ferrera de Castro, anticipó el final del tiempo aquel, cuando decidió marcharse para siempre sin despedirse de los amigos. Dejaba crónicas que algún día cuando alguien hurgue en los archivos del Nuevo Diario, revelarán que sabía lo que vendría.
Al final llegamos a atribuir al descreimiento propio de los periodistas lo que no fue más que una desilusión por el destino truncado. Fue cuando nos dimos cuenta de que, si algo nuevo había de advenir a Santiago, no sería precisamente de la mano de los diarios. Pero ya teníamos metido adentro el bicho del periodismo, oficio que hasta hoy nos sigue tirando con una fuerza irresistible, hacia una verdad que siempre está más allá, huyendo por los bordes de la historia.
Es el caso de cientos de quienes pasamos por el Nuevo Diario y LV11, creyendo que lograríamos torcer el destino de una pasión llamada Santiago del Estero, con la fuerza de las palabras que repetía José María Cantos. Es cierto, en el camino le chinguiamos a la verdad, a veces por ignorantes y en ocasiones de puro gusto, si vamos a decirlo todo.
A quienes pasamos por esa escuela de vida nos fue bien, más o menos o francamente mal, pero siempre guardamos cariño por el Viejo Cantos, porque fue auténticamente él, desde el principio al fin. Fue el único que comió aca como todos nosotros y por eso nos entendía a los periodistas. Para él no éramos “los negros de abajo”, si alguna vez él también había vivido la pobreza material como cualquiera.
Porque, guste o no, con sus virtudes y sus muchos defectos, con todo lo que le conocimos quienes convivimos largas horas en esas oficinas, es el único que nunca nos mintió. Después, bueno, está lo otro, ¿no?, lo que debió haber sido y al final no pudo ser.
Chau Fundador.
©Juan Manuel Aragón
La mejor pluma. En esa redacción estaban grandes maestros de la profesión, como tu viejo, el Zoco Rosemberg, koli Bader, Mingo Schiavone y cada 15 días se sumaba Esteban Peicovich, corresponsal de la Revista Gente en España.
ResponderEliminarDon Cantos nos dabs todo en Deportes. Una linda época para recordar.
Ah , con razón yo empecé a comprar el Nuevo Diario. Vea, pues...
ResponderEliminarBueno pase unos años por alli. El viejo Cantos era el único que valoraba el trabajo que hice por el diario y me lo hacía saber.
ResponderEliminarSi bien durante todos esos años, y hasta el presente, estuve fuera del país y puedo no tener toda la información completa, tuve relación con ambos periódicos de Santiago por las notas que supe enviar desde el exterior mientras los diarios estaban abiertos a la opinión de la gente.
ResponderEliminarMi experiencia fue que el ND intentó ser "una empresa para pegar en el corazón del establishment santiagueño", mientras el establishment era privado y todos esos gobernantes que menciona el artículo no se metieron con la libertad de opinión de los ciudadanos.
Cuando el otro diario de Santiago cambió de dueños y dejó de ser una ventana abierta de opinión ciudadana, el ND tuvo que transar y hacer lo mismo para poder seguir operando. Y ahí se acabó el desafío al estáblishment, que ya no era tan privado.
Es la impresión que tengo por experiencia propia.
Carlos Zigalini
ResponderEliminarLa llegada de Nuevo Diario a nuestra ciudad produjo un hecho significativo; muchas personas pudieron volcar sus inquietudes al periódico gracias a la apertura que Don José María Cantos le imprimió a su emprendimiento. Sumado a ello, un grupo de periodistas jóvenes estaban abiertos a las iniciativa que aceptaron de buen grado.
ResponderEliminarEn mi caso, como Técnico de Gas del Estado en ese entonces, tenía la responsabilidad de promover el Uso no convencional del Gas Natural,; es decir: Grupos Electrógenos a Gas Natural, Aire Acondicionado y Gas Natural Comprimido.
Y me ofrecí a Don José María, escribir un artículo semanalmente que se dio en llamar : La Columna del G. N. C.y salía impreso en el Suplemento Automotor de los días Lunes. Y cuando se concretó el Congreso Latinoamericano del Gas en Salta, en Noviembre de 1.992 en el que participé como invitado, llevé al mismo una publicación especial de adhesión de Nuevo Diario al referido congreso, donde escribiera sobre el Transporte Público a Gas Natural Comprimido..
La difusión de ideas que podían ser favorables a nuestra provincia y región, tuvo en este hombre a un lider que con su empuje, consiguió logros importantes. Y así lo recordaremos .
Lo dicho por el señor Ibarra es real. Hoy ambos diarios están al servicio del poder o sea del "Z"; no permiten sacar una nota que no esté de acuerdo con su gobierno, ya sea a personas o instituciones.
ResponderEliminarDicho lo anterior, debo aclara que el Nuevo diario siempre fue un pasquín, a diferencia del El Liberal que tien contenido de interés.
ResponderEliminarSemejante viejo HDP, extorsionador. Nunca hizo nada por Sgo solo por sus bolsillos
ResponderEliminarBella nota mí loco, cómo siempre!!!
ResponderEliminarEs fácil tirar cascotes desde el anonimato. Y usar palabras agraviantes. Total es gratis y no tiene consecuencia.
ResponderEliminarY hoy es lo que es... si... todos tuvimos esa sensación de algo distinto... pero luego se convirtió en el folleto de hoy...
ResponderEliminarSIN IMPORTAR PA QUE LAO TIRA EL COMENTARIO.PERO QUE FIERITO QUEDA LO DE "ANONIMO".A VECES QUITA LAS GANAS DE JUSTAMENTE OPINAR .
ResponderEliminarEl NUEVO DIARIO era y lo es, un PASQUIN, donde buscan notas de otros medios, las cortan y pegan, por así decir. Si bie es cierto que a sus comienzos tuvo algunos buenos escribas, en la actualidad no los tiene, y al igual que El Liberal no saca nada que pueda molestas al Z. Y para muestra basta un botón, como se dice. En una oportunidad fui al Coleguio de Arquitectos y les comenté cómo no sacaron una opinión respecto a las dos torres gemelas implantadas en pleno micro centro, pues concentra y más tránsito, lo cual es perjudicial urbanisticamente hablando, y me contestaron que al mencionado colegio no le sacaban nota alguna pued anteriormente una nota sin mayor importancia LE HABÍA DISGUSTADO al "Z". O sea los proscribio.
ResponderEliminarVolviendo a Cantos, no lo conocí personalmente, sí a uno de sus hijos. Un AGRANDADO, SOBERBIO Y MAL EDUCADO.
Ahora al Nuevo Diario lo dirigen los hijos.....SOBERBIOS TOTALES !.
ResponderEliminarY dicho sea de paso, ambos diarios de Santiago, El Liberal y Nuevo Diario, ya no reflejan la realidad de la provincia, pues ambos trancaron con el poder, el "z", el cual estuvo astuto, solo sale a la luz lo qué el señorito quiere y le conviene. Transaron mediante la pauta y la obra pública, pues ambos ( los Cantos y los Ick ), cada uno conformaron EMPRESAS CONSTRUTORAS.
¡¡¡¡¡ Negocio redondo !!!!!