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Jean de La Fontaine |
El 8 de julio de 1621 nace Juan de La Fontaine, poeta célebre cuyas Fábulas se consideran una de las obras maestras de la literatura francesa
El 8 de julio de 1621 nació Juan de La Fontaine, en Château-Thierry. Fue un poeta célebre cuyas Fábulas se consideran una de las obras maestras de la literatura francesa. Murió el 13 de abril de 1695.Proveniente de una familia burguesa de la región de Champagne, se casó en 1647 con Marie Héricart, una heredera, pero se separaron en 1658. Desde 1652 hasta 1671, ocupó el puesto de inspector de bosques y vías fluviales, cargo heredado de su padre. Sin embargo, su etapa más productiva y significativa como escritor la vivió en París, donde atrajo el mecenazgo de figuras influyentes que le permitieron dedicarse plenamente a su arte.En 1657, se convirtió en protegido de Nicolas Fouquet, superintendente de finanzas, y desde 1664 hasta 1672, sirvió como caballero de honor de la duquesa viuda de Orléans en Luxemburgo. Luego, desde 1673, vivió durante 20 años en la casa de Madame de La Sablière, cuyo salón era un punto de encuentro de intelectuales, filósofos y escritores. En 1683, ingresó en la Academia Francesa, pese a la resistencia inicial del rey Luis XIV debido a su carácter irreverente y poco convencional.Su obra más destacada son sus Fábulas, publicadas en varias etapas: los primeros seis libros en 1668, cinco más en 1678-79 y el último en 1694. Las de la segunda colección muestran mayor habilidad técnica y son más largas, reflexivas y personales que las del primer recopilatorio. A pesar de que en el último libro se percibe una disminución en su talento, su obra sigue siendo una de las cumbres de la literatura francesa.
La Fontaine no inventó las historias de sus Fábulas; tomó material principalmente de la tradición esópica y, para la segunda colección, de la tradición asiática. Enriqueció las simples narraciones de sus predecesores, creando comedias y dramas en miniatura con una caracterización rápida y eficaz de sus personajes, a menudo mediante descripciones ingeniosas de su apariencia o gestos, y siempre con diálogos expresivos. Ambientadas generalmente en el campo, evocan el encanto perenne de la vida rural. En sus aproximadamente 240 poemas, la variedad y diversidad de temas y tratamientos es sorprendente. A veces reflejan la jerarquía social de su época y, en ocasiones, abordan cuestiones políticas contemporáneas y preocupaciones intelectuales.
Las Fábulas no solo presentan enseñanzas morales tradicionales, sino que también son elegías, idilios, epístolas o meditaciones poéticas. El tema principal es la experiencia moral cotidiana de la humanidad, mostrada a través de una rica variedad de personajes, emociones, actitudes y situaciones. Los críticos han clasificado las moralejas de sus Fábulas como un compendio de sabiduría proverbial, generalmente prudente pero teñida de un epicureísmo más amable en la segunda colección.
Lo que desconcierta a muchos lectores y críticos no franceses es la manera ligera en que La Fontaine expresa la profundidad en sus Fábulas. Sus personajes animales representan tipos humanos, sugiriendo que la naturaleza humana y animal tienen mucho en común. Pero también son criaturas de fantasía, similares solo de manera remota a los animales observados por naturalistas, y resultan divertidos debido a las incongruencias entre los elementos animales y humanos que La Fontaine explota hábilmente.
Su voz, siempre controlada y discreta, cambia de tono de manera casi imperceptible: irónica, impertinente, brusca, lacónica, elocuente, compasiva, melancólica o reflexiva. La nota predominante es la alegría, que La Fontaine describe como un "cierto encanto" que puede darse a cualquier tema, incluso al más serio.
La gracia, facilidad y perfección de las Fábulas son difíciles de capturar completamente incluso con un comentario textual detallado. Son la culminación de un siglo de experimentos en prosodia y dicción poética en Francia. La mayoría están escritas en versos de métrica variable, y de la interacción impredecible de sus rimas y ritmos, La Fontaine derivó efectos exquisitos y variados de tono y movimiento. Su vocabulario armoniza elementos diversos: arcaico, precioso, burlesco, refinado, familiar y rústico, así como el lenguaje de profesiones, oficios, filosofía y mitología. A pesar de esta riqueza, la economía y la contención son características clave de su estilo, y su apreciación completa requiere una sensibilidad aguda a los matices del francés del siglo XVII.
Entre sus escritos misceláneos, se encuentran versos ocasionales en una gran variedad de formas poéticas y piezas dramáticas como L’Eunuque (1654) y Climène (1671), y poemas sobre temas variados como Adonis (1658, revisado en 1669), La Captivité de saint Malc (1673) y Le Quinquina (1682). Estos trabajos son de calidad desigual y, en comparación con las Fábulas, son más bien ejercicios o experimentos poéticos. La excepción es Les Amours de Psiché et de Cupidon (1669), notable por su prosa elegante y la mezcla hábil de sentimiento delicado y broma ingeniosa.
Los Contes et nouvelles en vers, aunque voluminosos, son menos significativos que las Fábulas. Publicados entre 1664 y póstumamente, fueron inspirados mayormente por fuentes italianas, como Giovanni Boccaccio. La esencia de estos cuentos radica en su licenciosidad, presentada de manera frívola y superficial. Los personajes y situaciones están destinados a divertir, no a ser tomados en serio, y tienden a ser monótonos.
Aunque no consiguió el favor de Luis XIV, La Fontaine tuvo muchos seguidores cercanos al trono y entre la nobleza. Se movió en círculos literarios, frecuentando a figuras como Molière, Boileau y Racine, así como a La Rochefoucauld y Madame de Sévigné. Su verdadera naturaleza sigue siendo enigmática, caracterizada por su egoísmo ingenuo, comportamiento no convencional y resistencia a las restricciones. Sin embargo, encantó a muchos con su naturalidad y sinceridad en las relaciones sociales, y su trabajo muestra que fue un artesano literario ambicioso y diligente.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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