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¡2025! ¡Feliz Año Nuevo, queridos lectores!

Felicidades a todos

Un recuento de lo que hace la gente esta noche a la hora de los pitos y algunas tradiciones de los argentinos que se deben rememorar

A la vuelta de la esquina cada 365 días está esperando el 1 de enero, la fecha más temida por todos, sean del gobierno, de la oposición, militen en política o les importe un pepino quién gana las elecciones, blancos, negros, gordos, flacos, mujeres, varones, grandes y chicos. Debería ser declarado Día Nacional de la Compostura, Día de los Sanguchitos de Miga con las Puntas Levantadas o Día del asco al lechón y a la Puta Sidra (para qué tomarán tanto los changos, si no se la bancan).
Anoche, a la hora de los pitos, todo el mundo se abrazó, se besó y lloró como si el 31 de diciembre de 2024 a las 12 en punto se hubiera estado por acabar el mundo y llegaron con sólo una tabla, navegando solitarios en medio de un mar embravecido, repleto de tiburones. Como los epicúreos romanos, todos los años los argentinos esperamos el fin del mundo comiendo, atragantándonos con manjares propios de la mejor tradición culinaria argentina, a saber:
Lechón,
Pollo,
Los nombrados sanguchitos de miga,
Empanadas,
Cabrito,
Asado de carne de vaca muerta (matada, dijo Shunko),
Quipi,
Pizza,
Vitel Toné
Y gaseosas y vino y cerveza, y clericó, y sidra (para el populacho), y champán (para la casta). Y a todo eso sume turrones, garrapiñadas, pan dulce repleto de frutitas.
¿Todo por qué?, porque hace unas horas se acabó el mundo, ya está, chau 2024, hola 2025, esperamos que, en tus 365 días, que hoy son flamantes, cero kilómetro (cero ka eme), a estrenar, sean mejores que los del año pasado, consigamos la felicidad tan ansiada o, como resumían las tías viejas anoche: salud, dinero y amor.
“¿En ese orden?”, preguntó un sobrino atrevido.
Y la vieja respondió:
“No, primero la plata, porque la salud y el amor van y vienen”.
Y todos dijeron que claro, para qué quieren amor y salud si no hay para viajes, ropa, comidas ricas, diversiones y jodas varias. Y estuvieron, ya medio picados, hablando un buen rato de las cosas importantes que se consiguen con plata, como —justamente —salud y amor.
“¿O los remedios te los dan gratis?”, indicó un tío.
Otro habló de las fabulosas mujeres que solía haber en Cariñito, Negro el 20 y otros lugares de muy mala fama. “Todas por plata, obviamente”, rememoró con cara de felicidad, mientras la tía lo pateaba por debajo de la mesa.
Hoy, 1 de enero, la vida continúa. Hemos dado una vuelta a la manzana y estamos en el mismo lugar que hace doce meses, cuando despedíamos al 2023, contentos, ilusionados, felices, porque este año sí que se nos iba a dar lo que soñábamos y no se nos dio, pero la cuestión es seguir remando y no perder las esperanzas.
Amigo, para este año pidamos que se le cumplan todos los deseos de felicidad, prosperidad, de bienestar familiar, de buenas relaciones maritales, que su vida sea un cúmulo enorme de buenas noticias.
Pero si todo esto no se da, el deseo de quienes hacemos esta página es que al menos haya comprado con tiempo un Alikal para la indigestión ácida, un Homeprazol. Si no, al menos un tecito.
Después dieta.
Total es enero.
Juan Manuel Aragón
A 1 de enero del 2025, en la Urquiza. Pasando con mi gente.
Ramírez de Velasco®

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