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La Olaechea, un infierno |
Los agentes municipales encargados de velar por el ordenamiento del tránsito en la ciudad, suelen brillar por su ausencia
No por repetida la nota deja de ser actual: apenas comienzan las clases, la calle frente a las escuelas se vuelve un infierno por los padres que llevan a sus hijos a educarse, mientras les dan el mal ejemplo de estacionar en doble —o triple —fila para dejarlos. Comenzó la temporada de “todo vale a la hora de dejar a mi hijo en la escuela”.A la entrada, antes de las 8 de la mañana o a la salida, al mediodía, los agentes municipales de tránsito están ausentes y si llegan a andar cerca pareciera que se hacen los estúpidos, no ven nada, no saben nada o, directamente, justifican a los contraventores con un: “Qué quiere que haga”.Mientras tanto, decenas de automovilistas protestan porque a esas horas las calles de la ciudad son un infierno, avanzando a veces a paso de hormiga, porque hay padres que, si no buscan a sus niños en la puerta exacta de la escuela con su auto, pareciera que se los van a secuestrar o serán víctimas de algo, pobres angelitos.
Nada cuesta enviar al menos un agente municipal por semana a una escuela por vez para que primero advierta a los padres que están cometiendo una falta grave. Y a la semana siguiente, mandarlo munido de un grueso de boletas para que les imponga la multa correspondiente.
Oiga, no se pide que se distraiga a los agentes municipales de tránsito de sus arduas actividades diarias, sino solamente que pierdan veinte minutos por día en acostumbrar a los padres a no estacionar en doble fila frente a las escuelas.
Parece mentira, pero a esta altura de la suaré hay que repetirlo para que se haga carne en la mayoría, la convivencia exige el respeto por las normas establecidas. Todos debieran saber que es necesario y perentorio el cumplimiento de las leyes y ordenanzas que regulan el tránsito para que la convivencia en el espacio público quede bajo el paraguas de las buenas maneras y el respeto por el prójimo.
Además, ¿cómo es posible que un padre crea que educa a su hijo cuando lo manda a la escuela, si al mismo tiempo le da el pésimo ejemplo de estacionar en doble fila cuando lo deja o lo busca?
En algunas escuelas ni siquiera se respeta el espacio reservado a los transportes escolares y hay autos estacionados todo el día en esos lugares, como en el colegio San Francisco, sin que un agente municipal de Tránsito pase por ahí para labrar un acta a los infractores.
Otro día se podría hablar de la prohibición de estacionar a la derecha que existe sobre la calle Roca y cómo automovilistas, camioneros y demás hacen caso omiso de los carteles puestos cada media cuadra.
Por hoy, suficiente.
Juan Manuel Aragón
A 19 de marzo del 2025, en San José de Belgrano. Rezando un Rosario.
Ramírez de Velasco®
La acción de las autoridades en los regímenes clientelistas se define con una simple ecuación, que permite determinar a quién se afecta más; a los cientos que llegan a dejar a sus hijos en la.escuela, o a los pocos que se ofuscan por el desorden.
ResponderEliminarImportunar a los papás y/o ponerles multas no da votos, y ese es el resultado de la ecuación por la cual el funcionario decide qué medidas tomar....o no tomar. A los electores hay que dejarlos tranquilos.
LOS "SUDOROSOS ETCETERA"S LUMPENIZADOS,SE NIEGAN A CAMINAR,NO DEJARSE CURRAR,Y ADMINISTRAR SU POBREZA "SIN QUE SE NOTE",ADEMAS DE "JODER"AL MANDAMAS.
ResponderEliminar"el dictador es aquel que se ve dominado por una estructura cerebral situada en el tronco encefálico, sorprendentemente idéntica al cerebro que tiene cualquier reptil y que empuja hacia el dominio, la agresividad, la defensa del territorio y la autoubicación en la cúspide de una jerarquía vertical e indiscutida". Puede que el cerebro reptil siempre hubiera estado ahí, pero disimulado. Hasta que el político, una vez que se instala en el poder, descubre "todo lo que puede hacer con una orden o una firma. Toma conciencia de su capacidad para influir en la vida de los demás. Si la persona no está preparada, entonces es sólo cuestión de tiempo para que el cerebro reptil se apodere de los resortes del mando". El resultado es la pérdida de contacto con la realidad: "Lo ves solo. Aislado. Sin escuchar. Sin contacto con la gente. Agresivo. Cometiendo errores que nunca creíste pudiera cometer. Cada vez más rodeado por incondicionales que sólo dicen que sí".