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1558 ALMANAQUE MUNDIAL Caupolicán (con poema)

Representación moderna del héroe indio

El 27 de junio de 1558, Caupolicán, líder araucano, es ejecutado, marcando un momento clave en la resistencia contra los españoles

El 27 de junio de 1558, Caupolicán, líder araucano, fue ejecutado en Cañete, Chile, marcando un momento clave en la resistencia contra los españoles. Caupolicán, cuyo nombre en mapudungun significa “pedernal pulido” o “piedra azul”, nació en Pilmaiquén, aunque no se conoce la fecha exacta. Era conocido por su fuerza y coraje, y se convirtió en un toqui, o jefe militar, del pueblo araucano, que habitaba lo que hoy es Chile. En el siglo XVI, los araucanos luchaban contra la conquista española liderada por Pedro de Valdivia, que buscaba controlar la región y sus recursos.
En 1553 participó junto a Lautaro en la Batalla de Tucapel, cuando los araucanos derrotaron a los españoles y capturaron a Valdivia. Según el cronista Jerónimo de Vivar, un araucano llamado Teopolican, probablemente Caupolicán, mató a Valdivia con una lanza, luego de un debate entre los caciques. Esta victoria fortaleció la resistencia, pero provocó una respuesta más dura de los españoles. Tras la muerte de Lautaro en 1557, Caupolicán fue elegido toqui, posiblemente por influencia de su tío Colo Colo, para liderar la guerra contra los invasores.
En 1557, el nuevo gobernador español, García Hurtado de Mendoza, llegó con una campaña militar más agresiva. Caupolicán comandó a los araucanos en la Batalla de Millarapue, el 30 de noviembre de 1557, pero fue derrotado por los españoles, pues tenían mejor armamento.
A pesar de esto, Caupolicán no se rindió y planeó un asedio al fuerte de Cañete el 20 de enero de 1558. Su estrategia era dejar morir de hambre a los españoles, pero el plan fracasó por una traición.
Un yanacona, indígena aliado de los españoles llamado Andresillo, engañó a Caupolicán. Fingiendo desertar, lo convenció de atacar el fuerte durante la siesta, asegurando que los españoles estarían desprevenidos. Sin embargo, Andresillo alertó a los enemigos, que prepararon una emboscada. Los araucanos sufrieron grandes pérdidas y se retiraron. Este fracaso debilitó la posición de Caupolicán y marcó el comienzo de su caída.
El 5 de febrero de 1558, mientras organizaba una contraofensiva en Pilmaiquén, fue sorprendido por una avanzada española liderada por Pedro de Avendaño. Según el cronista Diego de Rosales, un guía indígena lo traicionó: intentó escapar, pero fue capturado en la Batalla de Antihuala. Lo llevaron a Cañete, y el capitán Alonso de Reinoso lo condenó a muerte por empalamiento, un castigo cruel para intimidar a los araucanos.
El 27 de junio de 1558, Caupolicán fue ejecutado en la plaza de Cañete. Según Alonso de Ercilla, autor de La Araucana y testigo del hecho, mostró gran serenidad: dio una patada al verdugo, se sentó en la pica y murió sin mostrar dolor, mientras indígenas aliados de los españoles le lanzaban flechas. Su muerte no detuvo la resistencia araucana, sino que la fortaleció.
Tras su ejecución, el hijo de Caupolicán, Lemucaguin, conocido como Caupolicán el Joven, fue elegido toqui y lideró la Batalla de Quiapo en noviembre de 1558, continuando la lucha. Según Ercilla, Fresia, la esposa de Caupolicán, lo reprendió por rendirse y arrojó a su hijo a sus pies, mostrando el desprecio araucano por la derrota. La muerte de Caupolicán inspiró a los araucanos a seguir resistiendo.
Caupolicán se convirtió en un símbolo de la lucha araucano. Aunque no tuvo el genio militar de Lautaro, su valor y sacrificio lo hicieron legendario. Hoy, calles y parques en Chile llevan su nombre, aunque la estatua del cerro Santa Lucía en Santiago, asociada popularmente con él, es una obra del escultor Nicanor Plaza sin relación directa. Su legado sigue vivo como un héroe de la resistencia araucano.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®


PS.
A continuación, el poema que Rubén Darío dedicó al indio chileno. El poema, publicado en 1888, exalta la fuerza y valentía del líder araucano. Describe su proeza al cargar un tronco durante un día y una noche para ser elegido toqui.

Caupolicán
Es algo formidable que vio la vieja raza:
robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.

Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,
pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,
lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,
desjarretar un toro, o estrangular un león.

Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,
le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,
Y siempre el tronco de árbol á cuestas del titán.

“¡El Toqui, el Toqui!” clama la conmovida casta.
Anduvo, anduvo, anduvo. La Aurora dijo: “Basta”.
e irguióse la alta frente del gran Caupolicán.

Por la copia JMA

 


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