La entrada de Hernán Cortés en México, de Augusto Ferrer-Dalmau Traída por los españoles, adoptada por los indios, olvidada por el idioma; una historia de hambre saciado sin templos ni abalorios Ignorada por casi todos, junto con los curas, me encargué de que los indios no se comieran los unos a los otros como estaban acostumbrados. Usted dirá que practicaban la antropofagia porque tenían religiones macabras que los obligaban a ello, aunque también puede ser porque les faltaban proteínas y vine a suplir esa falta. Después me convertí en algo común y corriente: en todas las casas siempre había varias, en algunas llegó a haber cientos. Soy fácil de mantener, a cualquier clima me acostumbro. Vivo en los Andes y en el llano, en el pantano, en el secadal, en el bosque y en el chaco, en el campo y la ciudad, siempre al lado del hombre, nunca lejos de él. Los españoles me trajeron a América en sus barcos y luego me llevaron por dondequiera que anduvieran, avío de sus correrías, despertador de...
Excelente pintor y excelentes caricaturas
ResponderEliminarNo tuve el gusto de conocer a don Absalón, pero sí de disfrutar de la amistad de Hugo, de quién sí tengo una pintura, y con quién además compartí una etapa de mi vida laboral. Una excelente persona, que indudablemente demuestra los valores con que don Absalón educó a sus hijos.
ResponderEliminarDe don Absalón me impactan sus hacheros, que transmiten la rudeza de su destino. Gracias por compartir un poco de su vida artística.