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Supuesta manifestación contra Hamás |
Los terroristas del Hamás trasladaron rehenes en medio de manifestaciones falsas contra el propio régimen
Un relato de contrainteligencia tan fascinante como audaz, informado principalmente en la prensa árabe, salió a la luz tras la liberación de prisioneros israelíes. Según uno de los soldados cautivos, Hamás, a través de su enigmática “Unidad Sombra”, organizó falsas manifestaciones en la Franja de Gaza para encubrir el traslado de rehenes hacia lugares seguros. El ardid se sostuvo sobre el caos simulado de una protesta civil, interpretada erróneamente por algunos medios israelíes como un signo de debilidad del movimiento musulmán. Bajo esa apariencia de desorden popular, los prisioneros fueron movidos desde zonas como Beit Lahia y Beit Hanoun hasta una vivienda específica en Khan Yunis.La información, reproducida con particular alegría en la prensa del Oriente Cercano, proviene del testimonio de un soldado israelí liberado durante un reciente intercambio. Su relato expuso una de las operaciones de engaño más complicadas atribuidas a las facciones de la resistencia palestina. El centro de la trama es la “Unidad Sombra” —Wahdat al-Dhil en árabe—, grupo de élite de las Brigadas Izz ad-Din al-Qassam, el brazo armado de Hamás, cuya función principal era la custodia y el manejo de prisioneros de guerra.Fuentes árabes resaltaron la audacia táctica de esa unidad y su dominio de la percepción externa como herramienta de combate. En lugar de túneles o vehículos blindados —recursos previsibles y vulnerables ante la vigilancia israelí— la Unidad Sombra optó por aprovechar el engaño de un supuesto descontento civil contra Hamás. Convocó concentraciones masivas que parecían protestas genuinas contra la conducción del grupo en medio de la guerra. Esa puesta en escena, cuidadosamente medida, fue la cobertura perfecta.
El soldado liberado describió cómo los miembros de la Unidad Sombra se mezclaron entre la multitud. Ese camuflaje humano les permitió moverse con total discreción. La ruta elegida para la “manifestación simulada” cruzó el eje norte-sur de la Franja, desde Beit Lahia y Beit Hanoun hasta Khan Yunis. Un itinerario denso y visible, pero precisamente por eso, ideal: el flujo de personas en zonas bajo fuerte vigilancia se transformó en el mejor escondite posible.
En un punto determinado del recorrido, los cautivos fueron retirados de la masa sin despertar sospechas. El ruido, la confusión y el clima de tensión habitual en cualquier protesta —multiplicado por el entorno bélico— ofrecieron el velo perfecto. Los prisioneros fueron desviados hacia una casa en Khan Yunis, supuestamente acondicionada para resistir un ataque o intento de rescate.
La ironía no pasó inadvertida. Los primeros informes de prensa israelí interpretaron aquellas concentraciones como un indicio de fractura interna y debilitamiento político de Hamás. Se sabe, empero, que el Mossad, abreviatura de HaMossad leModi'in uleTafkidim Meyuhadim, que significa “Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales”, no fue engañado, pero no tuvo manera de hallar a los rehenes entre la multitud.
Algunos titulares celebraron el supuesto malestar popular. Esa lectura equivocada, sin embargo, fue parte del éxito de la operación: la maniobra pasó inadvertida, justo como estaba previsto.
Analistas árabes presentaron el episodio como un caso de manual sobre los límites de la inteligencia moderna ante la guerra psicológica. Los gestos cotidianos —una protesta, una multitud, un rumor— sirven como instrumentos de camuflaje. Hamás, con la Unidad Sombra, consiguió hacer del desorden una forma de control, y del engaño, una estrategia de protección.
Ramírez de Velasco®
El soldado liberado describió cómo los miembros de la Unidad Sombra se mezclaron entre la multitud. Ese camuflaje humano les permitió moverse con total discreción. La ruta elegida para la “manifestación simulada” cruzó el eje norte-sur de la Franja, desde Beit Lahia y Beit Hanoun hasta Khan Yunis. Un itinerario denso y visible, pero precisamente por eso, ideal: el flujo de personas en zonas bajo fuerte vigilancia se transformó en el mejor escondite posible.
En un punto determinado del recorrido, los cautivos fueron retirados de la masa sin despertar sospechas. El ruido, la confusión y el clima de tensión habitual en cualquier protesta —multiplicado por el entorno bélico— ofrecieron el velo perfecto. Los prisioneros fueron desviados hacia una casa en Khan Yunis, supuestamente acondicionada para resistir un ataque o intento de rescate.
La ironía no pasó inadvertida. Los primeros informes de prensa israelí interpretaron aquellas concentraciones como un indicio de fractura interna y debilitamiento político de Hamás. Se sabe, empero, que el Mossad, abreviatura de HaMossad leModi'in uleTafkidim Meyuhadim, que significa “Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales”, no fue engañado, pero no tuvo manera de hallar a los rehenes entre la multitud.
Algunos titulares celebraron el supuesto malestar popular. Esa lectura equivocada, sin embargo, fue parte del éxito de la operación: la maniobra pasó inadvertida, justo como estaba previsto.
Analistas árabes presentaron el episodio como un caso de manual sobre los límites de la inteligencia moderna ante la guerra psicológica. Los gestos cotidianos —una protesta, una multitud, un rumor— sirven como instrumentos de camuflaje. Hamás, con la Unidad Sombra, consiguió hacer del desorden una forma de control, y del engaño, una estrategia de protección.
Ramírez de Velasco®
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