El caudillo sanjuanino |
En 1843, Nazario Benavídez, gobernador de San Juan, venció a Ángel Vicente Peñaloza en la Batalla de Iliaca
El 15 de enero de 1843, Nazario Benavídez Balmaceda vence a Ángel Vicente Peñaloza, “el Chacho” y lo obliga a exiliarse en Chile. Benavídez, poco nombrado en estos tiempos, un militar y caudillo, gobernador de San Juan en cuatro períodos distintos, fue aliado de Juan Manuel de Rosas y Justo José de Urquiza, y el hombre fuerte de Cuyo durante más de 20 años. Participó de las luchas entre unitarios y federales. Su asesinato desencadenó, entre otros hechos, la Batalla de Cepeda de 1859.El Chacho Peñaloza era un caudillo riojano; veía que la política proteccionista de Juan Manuel de Rosas era insuficiente para terminar con la pobreza del resto de las provincias, la ley de Aduanas no hacía progresar a las provincias. Así se alió a los unitarios para combatir al Restaurador de las Leyes.El gobierno de Benavídez fue ordenado y pacífico. Él quería ser "recto y justo" y con razón lo llamaron "el caudillo manso". Reprimió el pillaje y la matanza, fue tolerante con sus enemigos y generoso con los vencidos ante quienes nunca buscó venganza. Sarmiento, su enemigo, sin embargo, decía. “Benavides es un hombre frío; a eso debe San Juan haber sido menos ajado que los otros pueblos. Tiene un excelente corazón, es tolerante, la envidia hace poca mella en su espíritu, es paciente y tenaz”.Salvador María del Carril, de quien fue enemigo, pero terminó como aliado en tiempos de Urquiza, le dijo en una misiva: “Usted en aquella época infausta, estancó la sangre que había corrido a torrentes y dio asilo generoso a los oprimidos sin amparo”.
En febrero de 1842, Peñaloza –que venía de Chile– ocupó Jáchal, y en abril Felipe Varela invadió Guandacol. El Chacho pasó al norte y ocupó La Rioja, Catamarca y Tucumán. Era una guerra jodida para todos por la falta de recursos, agotados en la guerra de 1840. Además, iba de San Juan a Tucumán.
El 18 de julio Peñaloza y Benavídez se toparon en la Batalla del Manantial, ganó Benavídez. Peñaloza contramarchó hacia los Llanos de La Rioja, pero el ejército de Benavídez quedó en Tucumán por falta de recursos para regresar a San Juan. El Chacho tomó Jáchal de nuevo. Y el 15 de enero de 1843, Benavídez alcanzó y derrotó al Chacho en la Batalla de Iliaca, expulsándolo de los Llanos hacia la Cordillera. Los riojanos lo enfrentaron dos veces más al Chacho y tuvo que huir a Chile.
Pero, mire usté lo que pasó, en enero de 1845, Peñaloza le hizo llegar a Benavídez su deseo de volver a los Llanos. El “caudillo manso” le respondió: “...Serias garantías individuales para Usted y todas las personas que en esta vez le han seguido, siempre que inmediatamente de recibir ésta..., se ponga en marcha para esta Provincia”.
Luego mandó cartas a las demás provincias para que otorgaran igual indulto y sostuvo económicamente a la tropa de Peñaloza hasta que halló ocupación útil. A Peñaloza y su familia se los instó a instalarse en la provincia de San Juan y le otorgó pensión y finca.
Benavídez no quiso meterlo preso y enviarlo a Buenos Aires, como le pedía Rosas.
Autorizado por Benavídez, Peñaloza volvió a La Rioja en 1848. Al año siguiente participaría en el movimiento que depuso al gobernador Vicente Mota y lo reemplazó por Manuel Vicente Bustos. Benavídez no se opuso a esta revuelta, aunque no simpatizaba con Bustos.
Y aquí termina la historia del enfrentamiento entre Benavídez y el Chacho. Otro día se contará, si cuadra, cómo y por qué el cruel y alevoso asesinato del “caudillo manso”, terminó de tensar las relaciones entre las provincias de la Confederación y la orgullosa, levantisca y opulenta Buenos Aires y desencadenaron la Batalla de Cepeda.
Por hoy, suficiente.
©Juan Manuel Aragón
Comentarios
Publicar un comentario