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Eva Perón |
El 26 de julio de 1952, Argentina despidió a Eva Perón; sus funerales coparon Buenos Aires en un duelo imponente
El 26 de julio de 1952, la Argentina se detuvo ante la muerte de Eva Perón, figura central del peronismo, que murió a los 33 años tras una batalla contra el cáncer. Su deceso en Buenos Aires desató un duelo masivo, con multitudes que abarrotaron las calles durante días. Los funerales, marcados por la pompa del gobierno de Juan Perón, tuvieron un velorio prolongado en el Congreso y procesiones que reflejaron el fervor de sus seguidores. La organización meticulosa de los actos y el traslado de su cuerpo embalsamado a diversos puntos culminaron en un acontecimiento nacional, no exento de tensiones.María Eva Duarte, conocida como Evita, murió a las 20,25 en la residencia presidencial. Padecía cáncer de cuello uterino, diagnosticado en 1951, y su salud se deterioró rápidamente. En los meses previos, su figura pública se mantuvo vigente, aunque debilitada, con apariciones esporádicas que el gobierno aprovechó para reforzar su imagen.El anuncio oficial de su muerte se transmitió por radio, paralizando al país. Las autoridades declararon duelo nacional de cinco días. Comercios cerraron, y las actividades públicas se suspendieron. La prensa, controlada en gran parte por el gobierno, destacó la magnitud del luto, mientras algunos sectores críticos guardaron silencio.
El cuerpo de Eva fue trasladado al Congreso Nacional para el velorio. Allí, embalsamado por el doctor Pedro Ara, permaneció expuesto desde el 27 de julio. Miles de personas, organizadas en filas interminables, desfilaron ante el féretro cubierto de flores. Las imágenes de la muchedumbre, muchas veces incentivada por la maquinaria peronista, dominaron la escena.
Las autoridades movilizaron gremios y grupos afines para garantizar una afluencia masiva. Algunos testimonios de la época señalaron que la presencia de ciertos sectores fue menos espontánea de lo proclamado. Las filas se extendieron por kilómetros, con esperas de hasta 20 horas bajo la lluvia.
Noticiario de la época
La procesión fúnebre recorrió Buenos Aires con un cortejo con funcionarios, militares y delegaciones obreras. Las calles, decoradas con banderas y retratos, reflejaban el control estatal sobre el espectáculo. Los cánticos y llantos de los asistentes contrastaban con la disciplina impuesta por los organizadores.
El cuerpo embalsamado fue trasladado al Ministerio de Trabajo. El gobierno planeaba construir un monumental mausoleo, pero el proyecto nunca se concretó. La figura de Eva, idealizada por el peronismo, se convirtió en un emblema que el régimen explotó ampliamente en los meses siguientes.
Durante los funerales, se informó de incidentes menores. Algunos sectores opositores, aunque silenciados por el clima de duelo, expresaron su malestar ante la omnipresencia del aparato propagandístico. La prensa extranjera destacó la escala del acto, comparándolo con funerales de reyes absolutos.
El 11 de agosto, el cuerpo fue retirado de la exposición pública. Las autoridades lo trasladaron a un lugar secreto bajo estrictas medidas de seguridad. El gobierno temía profanaciones de los opositores, reflejo de las tensiones políticas de la época.
Los funerales culminaron tras dos semanas de actos ininterrumpidos. La Confederación General del Trabajo y el Partido Peronista organizaron ceremonias finales en varios puntos del país. La muerte de Eva Perón marcó un hito en la historia argentina, con un impacto inmediato en la dinámica política y social.
El cuerpo de Eva permaneció bajo custodia estatal hasta 1955, cuando el golpe militar derrocó a Perón. Su destino posterior, lleno de traslados y ocultamientos, añadió un capítulo más a la compleja historia de su figura.
Ramírez de Velasco®
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