Tía Vicenta de 1962 |
El 22 de julio de 1966 el gobierno de Juan Carlos Onganía ordena clausurar Tía Vicenta, suplemento dominical que aparecía con el diario El Mundo
El 22 de julio de 1966 el gobierno de Juan Carlos Onganía ordenó clausurar Tía Vicenta. Era un suplemento dominical que aparecía con el diario El Mundo. Era una revista de humor político, que salía desde 1957.Pasaban por sus páginas Frondizi, Illia, Alsogaray, Onganía, otros satirizados por un humor inteligente. También caracterizaba en clave humorística las peculiaridades de grupos, personajes y tipos sociales de la Argentina. Empezó tirando 50.000 ejemplares para llegar a casi 450.000 en su último número.Comenzó siendo semanal hasta noviembre de 1960 y desde entonces fue quincenal. Fue una de las revistas que revolucionó las formas de hacer humor en esos años. Desde fines de la década del 30 y principios de la del 40, hubo dos publicaciones que marcaron época: “Rico Tipo”, de por Divito y “Patoruzú” de Dante Quinterno. Venían hegemonizaron el humor gráfico argentino, pero no supieron salir de la repetición de arquetipos. Y entre la Revolución libertadora y los primeros años del gobierno de Arturo Frondizi hubo una renovación decisiva o el “renacimiento del humor político”.En la línea del nuevo humor argentino de la década del 60 nace la revista. Juan Carlos Colombres, “Landrú” se basó en una “doble apuesta”, por un lado pretendía “desplazar el absurdo de lo cotidiano al terreno de la política” y, por el otro, “responder a una pregunta sencilla: si lo están haciendo en el Maipo o El Nacional, ¿por qué no hacerlo en una revista?”
Su creador imaginó una revista sin secciones fijas sino con cambios constantes. La idea era que cada número fuera sorpresivo para el lector.
Todas las semanas, la revista se disfrazaba y presentaba portadas y formatos diferentes que iban desde el de la revista “Claudia” a la Selecciones del Readers Digest pasando por “Ahora” o “La Chacra” entre otros.
El subtítulo de las portadas: “Revista del nuevo humor” refleja ideas definidas que marcaron su estilo. Por un lado, la política y sus representantes fueron personificadas en un sainete crítico y humorístico por presidentes, militares y representantes de partidos políticos. Desfilaron en sus páginas y portadas Rojas, Aramburu, Pinker, el perro olvidado por Perón, Frondizi, Alfredo Palacios y Krieger Vasena y se sumaron con los años Guido, Illia, Alsogaray, Onganía.
Sobre la prohibición de nombrar a Perón, dispuesta por el decreto 4161, Landrú buscó la forma de que aparezca en la publicación. A través de una viñeta bajo el título “Aumentativos no son/aunque terminen en on”, presentó ejemplos ilustrados: “buzo/buzón – pelo/pelón – lecho/lechón – coraza/corazón – velo/velón – pera/decreto 4161”.
También tuvo una segunda línea más allá de las figuras y escenas políticas: el “humor social”. Por sus páginas desfilaron “mersas, caqueros, pirujas, gordis, ratitas, gente in y out”. Así la sociedad se reconocía en arquetipos característicos de esos años y participaba de los concursos eligiendo al máximo exponente de cada una de las categorías.
Uno de los “mersas” más votado durante varios números fue el cantante Palito Ortega, exponente de la llamada “nueva ola”. La identificación del cantante, implicaba una valoración social realizada por los mismos editores mientras que este tipo de detalles eran la representación de un imaginario social en el cual existían “caqueros” y “mersas”, “gente in y out”, con consumos culturales específicos.
A esos campeonatos, se sumaban personajes en cuadros de historieta que aparecían con regularidad: el señor Porcel (discutidor empedernido); la familia Cateura (versión inesperada de un sector de la clase media cuentapropista analizada a través de esta familia cuyos padres eran identificados como violentos, ignorantes, ambiciosos, pero sobre todo peronistas); Rogelio, el hombre que razonaba demasiado; el detective Cuculiu y el señor Ricardo Fox. El humor no era solo político, llegaba a toda la sociedad.
Las caricaturas y fotomontajes inundaban sus páginas sorprendiendo a los lectores y mostrando el lado más cómico de los personajes de la política argentina como también de la sociedad. La revista fue el resultado del trabajo de varios colaboradores, algunos jóvenes y otros adultos, que habían empezado sus primeros pasos o se habían consagrado en la línea del humor gráfico en las décadas del 40 y 50.
”Tía Vicenta” fue clausurada cuando asumió Onganía como presidente de la Nación. Se adujo “falta de respeto hacia la autoridad y la investidura jerárquica”, por representar al presidente como una morsa.
Después de esa revista el humor gráfico dio una vuelta de tuerca más, se hizo de izquierda y acaparó la atención con burdos chistes que buscaban, con golpes bajos, apelar a una conciencia culposa de la clase media. La ironía finísima, el humor yendo un paso más allá de la inteligencia de los lectores, la caracterización de los tipos sociales, se perdió para siempre cuando irrumpió el socialismo que todo lo destruyó el siglo pasado, incluso la cultura.
©Juan Manuel Aragón
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