Ir al contenido principal

EJECUCIÓN El dolor, las heridas, las espinas, la sangre, el corazón

Pintado por Dalí

Cómo murió Nuestro Señor Jesucristo, o la crucifixión medida en términos médicos: un método cruel con un sufrimiento extremo

La crucifixión de Jesucristo, descrita en los Evangelios, fue un proceso de ejecución diseñado para infligir un sufrimiento extremo y prolongado. Su sufrimiento puede analizarse considerando las consecuencias fisiológicas y patológicas de las torturas previas, la mecánica de la crucifixión y las condiciones que condujeron a su muerte.
Antes de la crucifixión fue sometido a flagelación, un castigo romano conocido por su brutalidad. El flagelo, compuesto por correas de cuero con fragmentos de hueso, metal o vidrio, desgarraba la piel y los tejidos subcutáneos, exponiendo músculos y, en algunos casos, órganos. Estudios médicos, como los del médico William Edwards de 1986, indican que este proceso causaba laceraciones profundas, hemorragias masivas y un dolor intenso debido a la estimulación de terminaciones nerviosas nociceptivas. La pérdida de sangre, estimada en 500 o1000 mililitros o más, inducía un estado de shock hipovolémico, caracterizado por taquicardia, hipotensión y reducción del flujo sanguíneo a órganos vitales. Esto debilitó gravemente su cuerpo, comprometiendo su capacidad para soportar el estrés físico posterior.
La flagelación también provocaba inflamación sistémica y liberación de citoquinas, contribuyendo al síndrome de respuesta inflamatoria sistémica. Las heridas abiertas aumentaban el riesgo de infección, aunque la muerte ocurrió antes de que esta se desarrollara significativamente.
Además, la corona de espinas, probablemente hecha de ramas locales como la Ziziphus spina-christi, perforaba el cuero cabelludo, rico en vasos sanguíneos y nervios. Esto causaba hemorragias profusas y un dolor punzante, exacerbado por la presión constante de las espinas contra el cráneo.
Fue obligado a cargar el patibulum, la viga horizontal de la cruz, hasta el Gólgota. Con un peso estimado entre 30 y 50 kilos, esta tarea era extenuante para alguien en shock hipovolémico. La debilidad muscular, causada por la pérdida de sangre y el trauma de la flagelación, probablemente llevó a caídas, como sugieren los Evangelios al mencionar que Simón de Cirene lo ayudó (Marcos 15:21).
Cada caída agravó las heridas, causando más dolor y pérdida de sangre. El esfuerzo físico aumentaba la demanda de oxígeno, pero la hipoperfusión tisular limitaba su suministro, intensificando la acidosis metabólica y el agotamiento.
La crucifixión comenzaba con la fijación del cuerpo a la cruz. Los clavos, de 15 o 20 centímetros, se insertaban probablemente en las muñecas (espacio de Destot) en lugar de las palmas, ya que estas no soportarían el peso corporal. Estudios anatómicos, como los de Pierre Barbet, en 1950, sugieren que los clavos atravesaban el nervio mediano, causando un dolor neuropático severo, descrito como ardiente y eléctrico, irradiándose a los brazos. Este daño nervioso inducía parestesias y espasmos musculares incontrolables, aumentando la agonía con cada movimiento.
Los pies también eran clavados, probablemente a través de los metatarsos o el calcáneo. El daño a los nervios plantares generaba un dolor similar, mientras que la presión del peso corporal sobre los clavos causaba microfracturas óseas y desgarros musculares. La posición en la cruz, con los brazos extendidos y elevados, forzaba una postura que comprometía la respiración. La expansión torácica estaba limitada, y los músculos intercostales y diafragmáticos se fatigaban rápidamente. Para exhalar, Jesús debía empujarse hacia arriba con los pies, un movimiento que reactivaba el dolor de los clavos y las heridas de las piernas, además de consumir energía en un cuerpo ya agotado.
La crucifixión inducía hipoventilación progresiva. La posición elevada de los brazos fijaba los músculos respiratorios, reduciendo el volumen tidal y causando hipercapnia (acumulación de dióxido de carbono) y acidosis respiratoria. La hipoxia resultante, combinada con la pérdida de sangre previa, comprometía la oxigenación de los tejidos.
El corazón, ya estresado por el shock hipovolémico, trabajaba a máxima capacidad, lo que probablemente llevó a arritmias o isquemia miocárdica. Algunos investigadores, como Frederick Zugibe, en el 2005, sugieren que el estrés cardiovascular pudo causar un derrame pericárdico o pleural, consistente con la descripción de "sangre y agua" al perforar el costado de Jesús (Juan 19:34).
La exposición prolongada en la cruz, bajo el sol de Judea, exacerbaba la deshidratación. La pérdida de líquidos por hemorragias, sudoración y falta de agua concentraba la sangre, aumentando la viscosidad y el riesgo de trombosis. La deshidratación también contribuía a la insuficiencia renal aguda, ya que los riñones, privados de flujo sanguíneo adecuado, comenzaban a fallar. La acumulación de productos de desecho metabólico, como la urea, intensificaba la acidosis metabólica, causando confusión, letargo y un dolor generalizado.
El dolor en la crucifixión era multifacético: nociceptivo (por las heridas y clavos), neuropático (por el daño nervioso) e inflamatorio (por la respuesta sistémica). Cada movimiento para respirar o aliviar la presión reactivaba este ciclo de dolor. Los calambres musculares, causados por la hipocalcemia y la hipoxia, añadían otra capa de sufrimiento. La fatiga muscular extrema, combinada con la hipoxia y la hipercapnia, llevaba a un estado de colapso físico.
Estudios médicos estiman que la muerte por crucifixión podía tardar horas o días, pero en el caso de Jesús, ocurrió en unas seis horas (Marcos 15:25-37), probablemente acelerada por la gravedad de las torturas previas.
La muerte de Jesús probablemente resultó de una combinación de asfixia, shock hipovolémico y fallo cardiovascular. La asfixia era común en la crucifixión debido a la incapacidad de mantener la ventilación adecuada. El shock hipovolémico, iniciado por la flagelación, comprometió la perfusión de órganos vitales. Algunos autores, como Edwards, proponen que un infarto de miocardio o una ruptura cardíaca, secundarios al estrés extremo, pudieron ser factores contribuyentes. La perforación del costado, que produjo "sangre y agua", sugiere un derrame pericárdico o pleural, acumulaciones de líquido causadas por el trauma y el fallo cardíaco.
El sufrimiento de Jesús en la cruz fue un proceso de deterioro fisiológico extremo. La flagelación causó shock hipovolémico y trauma masivo. Los clavos generaron un dolor neuropático insoportable, mientras la mecánica de la crucifixión indujo hipoventilación, hipoxia y acidosis. La deshidratación, el fallo cardiovascular y la fatiga muscular culminaron en un colapso multiorgánico. La crucifixión era un método brutal, diseñado para maximizar el dolor y prolongar la agonía, afectando cada sistema del cuerpo en un ciclo de deterioro progresivo.
Juan Manuel Aragón
A 18 de abril del 2025, Viernes Santo.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

1972. Negrita

María Lastenia Lascano de Atterbury Esta nota fue publicada el 17 de agosto de 1992 en el diario “El Liberal”, la imagen fue proporcionada por Carlos Atterbury a quien se agradece por su amabilidad Por Juan Manuel Aragón padre del autor de este blog Vivimos una época de liberación de la mujer. La mujer se cree tan libre que ni siquiera debe actuar como a la mujer le corresponde, sino que tiene la libertad de adoptar las conductas de los varones. Cuanto más varonil la mujer más liberada estará de su condición propia. ¿Qué es lo propio de la mujer? Apelando a una autoridad podemos oírlo a San Pedro: "vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen a la palabra sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa". La fe y la virtud parecen no ser suficientes, y el apóstol agrega: "añadid a vuestra fe virtud, a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio prop...

AVÍOS Sin falsos cacareos

La entrada de Hernán Cortés en México, de Augusto Ferrer-Dalmau Traída por los españoles, adoptada por los indios, olvidada por el idioma; una historia de hambre saciado sin templos ni abalorios Ignorada por casi todos, junto con los curas, me encargué de que los indios no se comieran los unos a los otros como estaban acostumbrados. Usted dirá que practicaban la antropofagia porque tenían religiones macabras que los obligaban a ello, aunque también puede ser porque les faltaban proteínas y vine a suplir esa falta. Después me convertí en algo común y corriente: en todas las casas siempre había varias, en algunas llegó a haber cientos. Soy fácil de mantener, a cualquier clima me acostumbro. Vivo en los Andes y en el llano, en el pantano, en el secadal, en el bosque y en el chaco, en el campo y la ciudad, siempre al lado del hombre, nunca lejos de él. Los españoles me trajeron a América en sus barcos y luego me llevaron por dondequiera que anduvieran, avío de sus correrías, despertador de...

CUARTIROLO El sabor que se esfumó

El recordado cuartirolo De las pizzas gruesas y contundentes de antes a las finitas de hoy, historia de un cambio que no tiene vuelta De viejo uno se viene a enterar de que en la Argentina no se fabrica más el queso cuartirolo de la infancia, el que traía maicena en la cáscara, con ese gustito tan rico que sabía tener. Resulta que es oriundo de la Lombardía, Italia, y tiene denominación de origen protegida desde 1996, que es más o menos el tiempo en que dejó de aparecer en los almacenes de este bendito país. Se lo produce desde el siglo X, cuando se elaboraba al final del verano con leche de vacas alimentadas con "erba quartirola", el pasto fresco que crecía luego del tercer o cuarto corte de heno, antes del invierno, en los valles prealpinos de Lombardía. Esta hierba, rica y aromática, confería a la leche un sabor distintivo que lo cubría, y de ahí su nombre. Aquí ha pasado a llamarse cremoso, para no embromar a los productores lombardos, en el entendimiento de que las amas ...

1905 AGENDA PROVINCIAL Rava

Horacio Germinal Rava El 15 de agosto de 1905 nace Horacio Germinal Rava, abogado, poeta, escritor, socialista, apasionado por la cultura El 15 de agosto de 1905 nació Horacio Germinal Rava en Santiago del Estero. Fue un abogado y escritor, cuya vida transcurrió en su ciudad natal hasta su muerte el 16 de junio de 1994. Su existencia estuvo marcada por una profunda dedicación tanto a su profesión jurídica como a su pasión por las letras y la cultura. Desde joven, mostró un interés notable por combinar su formación académica con un compromiso social que lo llevó a desempeñar papeles diversos, dejando una huella significativa en la sociedad santiagueña. Ejerció como abogado, pero su labor no se limitó al ámbito legal. También desarrolló una intensa actividad cultural y social que lo convirtió en una figura influyente en el norte argentino. Fue profesor de la Universidad Nacional de Tucumán y la Universidad Católica de Santiago del Estero, en las que transmitió su conocimiento y valores a...

2005 AGENDA PROVINCIAL Padre

Portada de un disco de Carlos Carabajal El 13 de agosto de 2005 se presenta el film "Padre de la Chacarera", en el barrio Los Lagos de La Banda, dirigido por Melina y Luciana Terribili El 13 de agosto de 2005 se presentó el documental "Padre de la Chacarera", en el barrio Los Lagos de La Banda. El film, dirigido por Melina y Luciana Terribili, está centrado en la vida y obra del compositor Carlos Carabajal. Filmado en La Banda, el mediometraje del año 2000 explora la trayectoria del músico, su familia y su aporte a la chacarera. El acontecimiento fue durante las tradicionales fiestas del barrio, vinculadas a la familia Carabajal. Se realizó la presentación en el patio de la casa de María Luisa Paz de Carabajal, madre de Carlos y figura central de la dinastía folklórica. Asistieron vecinos, músicos y familiares, entre ellos Peteco, Graciela y Demi Carabajal, hijos del compositor. La proyección fue al aire libre, con una pantalla instalada en el patio, bajo un algarro...