Ir al contenido principal

FOLKLORE Literales

Instrumentos para pop y folklore

Hay un grupo de gente que no palmea en los recitales, no se mueve ni se entusiasma ni bebe, increíblemente sólo oye la música de los artistas


Obedientes, sinceros y exactos, cuando desde el escenario alguien dice: “¡A ver esas palmas!”, las levantan y las muestran muy contentos y felices, porque es lo que está pidiendo el artista, aunque no entienden bien para qué. Otra cosa sería que les pidieran: “¡Aplaudan!”, pues entonces sí lo harían, aunque habría que ver si seguirían el compás, porque fueron de público y si el artista no tiene quién le marque los tiempos, debería contratar a alguien y no pedir que lo hagan ellos. Cuando les solicitan: “¡A ver esas palmiiitas!”, ya no hacen nada, porque se las miran y las tienen medio grandotas. Dicen que esa parte es para los chicos, que sí tienen palmas pequeñas, no para ellos que las tienen de una medida de adultos, digamos.
Se niegan a bailar la mal llamada música folklórica cuando las chicas andan de pantalones, porque dicen que no van a saber qué agarrarse en la parte del zarandeo, ya que no se zarandea un pantalón. Y como siguen al pie de la letra lo que consignan las normas de convivencia y las buenas costumbres, jamás aceptarían bailar una zamba santiagueña sin sus pañuelos de bolsillo, y menos usando esos inmensos lienzos que se ven por la tele. “Bailamos la zamba con pañuelos, no con sábanas”, dicen. Y se quedan, modosos, viendo cómo lo hacen los demás.
Cuando van a las peñas populares o esas fiestas inmensas que se organizan en estadios de fútbol, se sientan muy calladitos, cada uno en su silla y se disponen a oír toda la música sin perderse una sola pieza, no pegan gritos ni se emocionan demasiado con los saltos que dan los cantores y las evoluciones raras que hacen sobre el escenario, no conciben que haya gente que acuda a un concierto a más que a escuchar, a sentir la música, a oír los sonidos de sus instrumentos.
La gente los llama Los Literales; si les dicen que en una peña de canciones populares se debe tomar bebidas alcohólicas, se rascan sinceramente la cabeza sin entender qué relación tiene la cerveza o la ginebra con un yaraví o cuándo fue que se emparentaron el ron con el malambo. Piensan que en realidad los demás van a esos lugares a emborracharse ex profeso, sin importar si pasarán buena música o tendrán que oir al grupo de boleros “Los Nocheros”, las tarantelas de “Los Manseros Santiagueños” u observar la humareda que sale del escenario cuando algún tonto invoca a los “demonios salamanqueros”, sin saber de lo que habla.
¿Alguien les quiere explicar que el folklore es un sentimiento? En esas ocasiones responden que, en realidad, es la expresión de la cultura de un pueblo: cuentos, música, bailes, leyendas, historia oral, proverbios, chistes, supersticiones, costumbres, artesanía y demás, común a una población concreta, incluyendo las tradiciones. Y responden que también recibe este nombre el estudio de estas materias.

Leer más: Algunos lugares comunes de los asados y tenidas de ebrios y la supuesta superioridad de una música sencilla

Si les preguntan de qué se trata la música que se oye en los festivales llamados folklóricos, explican que es pop. ¿Cómo dice? Pop: género ecléctico, nacido y criado en los Estados Unidos, que toma elementos de otros estilos: urban, dance, rock, música latina, rhythm and blues, folk. Sus canciones, escritas en un formato básico, en todo sentido, con letras que serían naif si no fueran tan tontas, con estribillos repetidos, temas melódicos y ganchos.
Discuten con quien sea que los conjuntos de música pop tocan en sus presentaciones guitarra eléctrica, batería, bajo, teclado y sintetizador, pero específicamente en la Argentina, los que se llaman folklóricos, suelen agregar violín eléctrico, zampoña, quena, bandoneón, flauta dulce, maraca, cajón peruano, charango, trompeta, armónica, bombo, tambor, arpa, pandereta, pito, acordeón, pinkullo, guitarra española (muy de vez en cuando) y otros instrumentos.
Hay veces que se muestran sorprendidos porque gente grande les avisa que ama el folklore, como si ello fuera posible. No lo entienden, les da grima pensar que hay gente que ama na ciencia. Les parece que es como demostrar buenos o malos sentimientos por la Historia de Roma de Teodoro Mommsem, la tabla del 7 o el repetido cuento del déficit cero, del que tanto hablan en la televisión.
La parte que menos entienden es aquella en que el artista apunta su micrófono contra el público, para que sean los asistentes los que entonen sus piezas. “Hemos pagado la entrada para oírlos a ellos, no para cantar nosotros”, sostienen ofendidos. A veces, a la salida, preguntan a los organizadores si devolverán la plata de la parte que cantó el público. Ellos fueron a oir —pongalé— a Carlos Oscar Carabajal, también llamado “Peteco” y no a su vecino de butaca.
Pero nunca les dan bolilla y los mandan a freír mondongo.
Como corresponde.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. ¡Totalmente! Y ni qué hablar de las peleas de padre e hijo, del paradójicamente apellido Paz, y los carnavaleros de Jujuy, que agregaron lanzar espuma, papel picado y vaya a saber si agua perfumada por albahaca 🤭.
    David, The Remixerox

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

BALCEDO Otro país crecía a su alrededor

Bobadal hoy, visto desde el satélite Brevísima historia de un hombre que forjó un pueblo lejano desde un almacén a trasmano del mundo El hombre se llamaba Balcedo Santillán. Era el dueño del almacén “El luchador”, en el lejanísimo Bobadal, pueblo que estuvo mucho tiempo a trasmano del tren, de las principales rutas y caminos, de los ríos y arroyos, con decir que ni los aviones surcaban su cielo. Nada pasaba por ahí, salvo camiones llevando leña, el ómnibus de la empresa Piedrabuena, carros cañeros, los sulkys en que se manejaban los vecinos y algún viajero que caía por ahí rumbo a otra parte. Alguien dijo alguna vez que los vecinos vivían tras los ancochis, protegiéndose de las inmensas nubes de tierra que dejaban los vehículos de cuatro ruedas. Que honraban su nombre muy bien puesto: “bobadal”, tierra suelta. Balcedo estaba ahí desde mucho antes de que el gobierno loteara el lugar y trazara las calles, algunas de forma arbitraria, pues cruzaban por el medio del patio de algunas casas....

LIBRO Magui Montero partió su alma

Magui Montero al centro, a la izquierda Manuel Rivas, a la derecha, Marcela Elías La presentación de un libro de poesías convocó a un nutrido grupo de amigos y admiradores Por Juan Gómez Fue el miércoles a la caída del sol. Café-Librería “Bellas alas”. Magui Montero presentó su libro “Hasta partir el alma”. De pronto las mesas se cubrieron de flores multicolores (mujeres) que ofrecieron alegría y ruido. Lluvias de ideas entrelazadas entre sí: “Interpela / herida social / mar de la vida / ternura extraviada / intento de reparar / la fuerza de la esperanza / la poesía una forma de escuchar que empieza con la palabra / el papel me reclama que escriba / habla una parte del alma”. La idea de la presentación de su obra literaria, Maqui quiso que tomáramos nota que está en contacto con su alma. Un refrán francés dice que “la gratitud es la memoria del corazón”. Tras sus palabras uno comprende que la vida apura y no tiene tiempo. Quiere encontrar lo extraordinario en lo cotidiano. Escogió es...

ALTO EL FUEGO Cuando el odio es un negocio

El mundo civilizado apoya lo incivil A muchos no les gusta lo que está sucediendo en estos momentos en el Oriente Cercano, Israel y Gaza, vea por qué Por Natalio Steiner desde Raanana, Israel Se logró el acuerdo. El fuego se detuvo. Y de golpe, silencio. Ni marchas, ni carteles, ni lágrimas de alivio. La paz llegó… y a muchos parece que no les gustó. “Habría esperado que las calles de Europa y los campus del mundo estallaran de alegría por el fin de lo que durante meses llamaron ‘genocidio’”, dijo Naftali Bennett, ex ministro israelí. Pero no pasó. Porque su causa nunca fue la vida de los palestinos. Fue el odio a Israel. La oportunidad de sentirse moralmente superiores sin entender nada. Durante meses repitieron lo que les dictaban desde los bunkers ideológicos, sin una idea propia, sin un dato, sin contexto. Ahora que el fuego se apaga, se apaga también su utilidad. Ya no hay cámaras, ni trending topics, ni víctimas que mostrar. Y sin eso, no hay negocio. La paz los deja sin discurso...

María Corina Machado obtiene el Nobel de la Paz

María Corina Machado Una luchadora incansable por la libertad y la justicia en un país bajo la opresión del socialismo En un mundo en que la oscuridad del autoritarismo se extiende como una sombra implacable, la noticia de que María Corina Machado ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025 ilumina el horizonte con esperanza renovada. Anunciado hace un rato en Oslo por el Comité Noruego del Nobel, el galardón reconoce su incansable labor por promover los derechos democráticos del pueblo venezolano y su lucha por una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia. Nacida en Caracas en 1967, Machado, ingeniera industrial de formación, ha transformado su herencia de liderazgo en un faro de resistencia civil ante la opresión del socialismo. Desde sus inicios en la política, ha encarnado la valentía frente a la opresión. Fundadora del partido Vente Venezuela en 2012, unió fuerzas opositoras en la alianza Soy Venezuela, demostrando que la unidad es el arma más poderos...

VERANO El gustoso sufrimiento de una tradición

Perfil de Santiago a la siesta El santiagueño ama tanto el calor que es tema recurrente de todas sus conversaciones, cuando llega el tiempo La poliorcética es el arte y la técnica militar desarrollada en la Antigua Grecia para el asedio y la defensa de ciudades fortificadas. El término significa, justamente, "arte de atacar y defender plazas fuertes". Este conocimiento se derivaba de la estructura de las pólis (ciudades—estado griegas), que a menudo estaban amuralladas y requerían estrategias específicas para su protección o conquista, como el uso de máquinas de asedio, trincheras y tácticas de bloqueo. Los santiagueños se ven asediados todos los años, por un sordo rencor que los atormenta hasta límites insoportables, sobre todo cuando el tiempo regala días frescos de la noche a la mañana, y con mediodías de sol ma non tropo. Para no sufrir, se abrigan como si fueran al Polo Sur, y hasta se hacen los de tiritar en las paradas mientras esperan el colectivo. Desean con el alma ...