Ir al contenido principal

1767 ALMANAQUE MUNDIAL Pragmática

Carlos III

El 2 de abril de 1767, su majestad Carlos III de España da la orden de expulsar a los jesuitas de sus reinos


El 2 de abril de 1767, Carlos II, rey de España, firma la “Pragmática sanción de su Magestad en fuerza de ley para el estrañamiento de estos Reynos a los Regulares de la Compañía, ocupación de sus Temporalidades, y prohibición de su restablecimiento en tiempo alguno, con las demás prevenciones que expresa”.
La Compañía de Jesús fue una orden religiosa fundamental para la Iglesia católica durante la Contrarreforma. Se destacó en el Concilio de Trento, abordando puntos doctrinales y confrontando el surgimiento del movimiento protestante. Desde su origen, los jesuitas profesaron los tres votos de la vida religiosa (obediencia, pobreza y castidad), y añadieron un cuarto voto de obediencia absoluta al Papa, conocido como "circa misiones", el cual fue motivo de desconfianza estatal a partir de la Ilustración.
La rigidez de los defensores de los derechos de la Santa Sede frente a los regalistas, partidarios de los privilegios de la corona en sus relaciones con la iglesia, desencadenó disputas que condujeron a episodios como la expulsión de los jesuitas de Portugal en 1759 y de Francia en 1762. La acusación de instigar un atentado contra la vida del Rey en Portugal y un caso de malversación de fondos en Francia sirvieron de pretexto para sus expulsiones, en un contexto marcado por la polémica con los jansenistas y la hostilidad de figuras como Voltaire y Montesquieu.
En España, la caída de la Compañía de Jesús comenzó a gestarse en 1754 con la llegada al poder de un gobierno anti-jesuítico tras la caída del marqués de la Ensenada, ministro de Fernando VI. La Pragmática Sanción de 1767, promulgada por Carlos III en respuesta al Motín de Esquilache, ordenó la expulsión de los jesuitas de los dominios españoles y la incautación de su patrimonio, aunque las causas reales de esta medida fueron más allá de los disturbios sociales.
El Motín de Esquilache fue el catalizador de la medida, siendo una protesta contra las reformas urbanas propuestas por el marqués de Esquilache para reducir la criminalidad y mejorar la higiene pública, que incluían la prohibición de prendas que ocultaran el rostro. Aunque se acusó a algunos jesuitas de participar en los disturbios, la implicación de la orden nunca fue demostrada de manera concluyente.
La decisión de expulsar a los jesuitas se fundamentó en la lucha por el control estatal sobre la iglesia española, en oposición al poder papal representado por los jesuitas. La Corona española, bajo la dirección de Carlos III, ejecutó la orden con la intención de reafirmar su autoridad y, además, se apropió de los bienes confiscados de la orden.
El proceso de expulsión fue rápido y sigiloso. En la madrugada del 2 de abril de 1767, las tropas reales acudieron a las casas de los jesuitas y les ordenaron abandonar el país. Más de 2600 jesuitas fueron deportados de España y sus colonias. Aunque inicialmente fueron acogidos en la isla de Córcega, finalmente se vieron obligados a refugiarse en los Estados Pontificios tras la toma de la isla por los franceses.
La lucha contra la Compañía de Jesús continuó incluso después de su expulsión de España. El papa Clemente XIV, influido por las presiones de los monarcas europeos, suprimió la orden en 1773 mediante el breve "Dominus ac Redemptor". Sin embargo, algunos jesuitas se negaron a acatar la decisión y hallaron refugio en Prusia y en el Imperio Ruso.
Casi medio siglo después, en 1814, la Compañía de Jesús fue restaurada mediante la bula "Solicitudo omnium Ecclesiarum" emitida por el papa Pío VII. En España, Fernando VII autorizó su retorno de inmediato, marcando el fin de un período tumultuoso en la historia de la orden.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

Entradas populares de este blog

HISTORIA La Casa de los Taboada

La Casa de los Taboada, recordada en El Liberal del cincuentenario Por qué pasó de manos de una familia de Santiago al gobierno de la provincia y los avatares que sucedieron en la vieja propiedad Los viejos santiagueños recuerdan que a principios de 1974 se inundó Santiago. El gobernador Carlos Arturo Juárez bautizó aquellas tormentas como “Meteoro”, nombre con el que todavía hoy algunos las recuerdan. Entre los destrozos que causó el agua, volteó una pared del inmueble de la calle Buenos Aires, que ya se conocía como “Casa de los Taboada”. Y una mujer que había trabajado toda la vida de señora culta, corrió a avisarle a Juárez que se estaba viniendo abajo el solar histórico que fuera de la familia más famosa en la provincia durante el siglo XIX. No era nada que no pudiera arreglarse, aunque ya era una casa vieja. Venía del tiempo de los Taboada, sí, pero había tenido algunas modernizaciones que la hacían habitable. Pero Juárez ordenó a la Cámara de Diputados que dictara una ley exprop

RECUERDOS Pocho García, el de la entrada

Pocho García El autor sigue desgranando sus añoranzas el diario El Liberal, cómo él lo conoció y otros muchos siguen añorando Por Alfredo Peláez Pocho GarcÍa vivió años entre rejas. Después de trasponer la entrada principal de El Liberal, de hierro forjado y vidrio, había dos especies de boxes con rejas. El de la izquierda se abría solo de tarde. Allí estaba Juanito Elli, el encargado de sociales; se recibían los avisos fúnebres, misas, cumpleaños. Cuando Juanito estaba de franco su reemplazante era, el profesor Juan Gómez. A la derecha, el reducto de Pocho García, durante años el encargado de los avisos clasificados, con su ayudante Carlitos Poncio. Pocho era un personaje. Buen tipo amantes de las picadas y el vino. Suegro de "Chula" Álvarez, de fotomecánica, hijo de "Pilili" Álvarez, dos familias de Liberales puros. A García cuando salía del diario en la pausa del mediodía lo esperaba en la esquina de la avenida Belgrano y Pedro León Gallo su íntimo amigo Orlando

GALLOS Una costumbre milenaria

Reñidero en Valencia, España, circa 1930 En casi toda la provincia hay galleros, costumbre que muchos hallan que es bárbara, pero al ser mayoritaria también sería democrática, dice el autor La riña de gallos es una realidad en casi todo Santiago del Estero. En cada ciudad, pueblo, paraje, apeadero o simple revolcadero de burros, gran parte de los varones cría gallos llamados finos y espera dar el golpe en una pelea con apuestas que no le salvarán el año, pero al menos pagarán los gastos etílicos del fin de semana. Hay pequeños pueblos, en que se organiza una riña todos los fines de semana, siempre con mucho público, menos cuando están emplumando las gallinas, desde el final del verano hasta dos o tres meses después. Mientras la ley nacional 14.346 prohíbe explícitamente las riñas de gallos, desde 1986, cuando gobernaba la provincia Carlos Arturo Juárez, una ley las autoriza expresamente. El gobernador César Eusebio Iturre, reglamentó “el combate para el deporte de los gallos”, de una m