Plaza Cagancha, Montevideo, Uruguay |
El 29 de diciembre de 1839 es la Batalla de Cagancha, en el departamento de San José, Uruguay, cuando fuerzas de ese país vencen a tropas rosistas
El 29 de diciembre de 1839 fue la Batalla de Cagancha, uno de los episodios más emblemáticos de la Guerra Grande, en el departamento de San José, Uruguay, cuando fuerzas de ese país vencieron a tropas rosistas. Este enfrentamiento marcó un hito en la compleja lucha por el control político y militar de la región durante el siglo XIX.Se enfrentaron las fuerzas lideradas por el general Fructuoso Rivera, presidente del Estado Oriental del Uruguay, y el ejército invasor comandado por el general Pascual Echagüe, enviado por el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.La Guerra Grande (1839-1851) fue un extenso conflicto civil en Uruguay que involucró a los dos principales partidos políticos de la época: los blancos, liderados por Manuel Oribe, y los colorados, encabezados por Rivera. La contienda trascendió las fronteras, involucrando a las provincias argentinas y al Imperio del Brasil, en una pugna por la influencia política en el Río de la Plata.
Rosas apoyó a Oribe en su intento de recuperar el poder en Uruguay, mientras que Rivera representaba la resistencia oriental con apoyo de los unitarios argentinos y sectores internacionales opuestos a Rosas.
En 1839, Rosas ordenó al general Echagüe invadir el territorio uruguayo para apoyar a Oribe, derrocado en 1838. Acompañado por Juan Antonio Lavalleja, líder blanco de renombre, Echagüe cruzó la frontera con un ejército de unos 6.000 soldados, entre los que había tropas rosistas y combatientes blancos. La campaña tenía como objetivo debilitar a Rivera y reinstalar a Oribe como presidente.
Rivera, por su parte, contaba inicialmente con 2.000 hombres, pero desplegó una estrategia de retirada calculada para alejar al ejército enemigo de sus bases de aprovisionamiento, ganando tiempo para reforzar sus filas. Mientras retrocedía, sus tropas se vieron fortalecidas por la llegada de nuevos contingentes, como unitarios argentinos exiliados que buscaban derrotar a Rosas. Finalmente, Rivera reunió un ejército de unos 3.000 hombres, entre ellos 400 legionarios franceses, 800 guardias nacionales orientales y un número significativo de españoles y voluntarios.
El 29 de diciembre de 1839, los ejércitos se encontraron en las cercanías del arroyo Cagancha. A pesar de estar en desventaja numérica frente a los 7.500 soldados de Echagüe, Rivera tenía una artillería superior que cumplió un papel crucial en el resultado de la batalla.
Rivera dirigió sus tropas en una disposición estratégica. La vanguardia, de 800 hombres, fue comandada por el general Anacleto Medina. En el ala izquierda había 600 soldados liderados por el coronel Ángel Núñez, mientras que el centro, con 700 infantes y artilleros, estaba bajo el mando del general Enrique Martínez. El ala derecha, con 500 hombres, quedó a cargo del coronel Fortunato Silva, y una reserva de 400 combatientes fue dirigida por el general Félix Aguiar.
Por su parte, Echagüe desplegó su ejército con 4.000 hombres en la vanguardia y el ala derecha, comandados por los generales Justo José de Urquiza y Juan Antonio Lavalleja. El centro, más débil, tenía 500 infantes y artilleros al mando del general Eugenio Garzón, mientras que el ala izquierda, con 3.000 efectivos, fue dirigido por el general Servando Gómez.
El enfrentamiento comenzó favorable para Echagüe. Sus alas de caballería lograron derrotar a las fuerzas de Rivera y las persiguieron, provocando su dispersión. Sin embargo, esta falta de disciplina fue un error táctico significativo, ya que dejó al centro del ejército rosista desprotegido. La infantería de Rivera, atrincherada, repelió los ataques del enemigo. Aprovechando esta situación, Rivera ordenó a su reserva atacar el centro del ejército de Echagüe, que, al no contar con una reserva propia, se vio obligado a ordenar la retirada.
La derrota en Cagancha obligó a Echagüe a replegarse hacia Entre Ríos con los hombres que lograron reunirse, marcando el primer fracaso de la estrategia de Rosas para intervenir en el Uruguay. Esta victoria consolidó la posición de Rivera y fortaleció el liderazgo de los colorados en la defensa del territorio oriental. Además, fue un golpe significativo para las aspiraciones de Oribe y los blancos de recuperar el poder.
La Batalla de Cagancha también dejó una huella duradera en la memoria histórica uruguaya. En Montevideo, la céntrica Plaza de Cagancha lleva su nombre en honor a este enfrentamiento, simbolizando la resistencia oriental frente a las intervenciones extranjeras.
En términos más amplios, la batalla fue un ejemplo de cómo la Guerra Grande reflejó las complejas dinámicas políticas, sociales y militares de la región del Río de la Plata en el siglo XIX. La influencia de potencias extranjeras, el protagonismo de líderes locales y las alianzas cambiantes configuraron un escenario en el que cada batalla, como la de Cagancha, dejó su marca en la historia de Uruguay y sus vecinos.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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