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La costanera nueva |
Cuando se ponen a filosofar los muchachos del bar, a veces dan razones que son extremadamente lógicas, abajo van algunas
Dicen los muchachos del bar que es lógico que los policías de la Costanera Nueva se duerman o mirando quién sabe qué en el telefonito. Es mucho, estar ocho horas de guardia, en medio de la nada, aburridos, esperando que suceda algo para intervenir, custodiando prácticamente el vacío, porque no hay ni casas donde están apostados. Puede ser, ¿no?, es un laburo durísimo, afirman seguros.Pero no será tanto como los changarines del Mercado de Abasto, cuyo trabajo es uno de los más exigentes físicamente y también de los peor pagados. Al menos el policía tiene un sueldo que le permite tener una casa y comprar un auto o una motocicleta, mantener a la mujer, dar de comer a los hijos. Los que hombrean bolsas en el Mercado de Abasto, trabajan, con mucha suerte, por la mitad de lo que cobra un policía y no pueden darse el lujo de estar mirando el telefonito a cada rato. Hay muchos hombreadores de bolsas en la ciudad, que no se deben descuidar porque su laburo les exige estar siempre atentos. Pero no se quejan, es lo suyo, lo que les tocó, les cayó o eligieron.El que anda en la ambulancia del 107, en el turno de la noche, por ahí, si tiene suerte se duerme, pero al rato nomás lo despertarán para que salga a los pedos, con las luces encendidas, la sirena a todo trapo porque hubo un accidente. Debe ir bien despierto, atento a lo que hagan los otros automovilistas, porque en cualquier esquina, chau, puede ser que le toque perder y un transeúnte llame al 107 porque, colmo de los colmos, volcó el vehículo.
Todos los trabajos, afirman los amigos, tienen sus cositas, sus inconvenientes, sus particularidades o, como decían antes, cada maestrito con su librito.
Los periodistas, cuando había diarios, trabajaban con los feriados cambiados, tomaban franco el día anterior al resto de la gente, porque propiamente el 1 de enero, 1 de mayo y 25 de diciembre tenían que ir a la redacción, porque al día siguiente salía el diario.
Los enfermeros y médicos, puf, las cosas que tienen que ver, más si les toca estar de guardia en un hospital o en un sanatorio. Y todos lo mismo.
Hasta el jugador de fútbol, trabajo deseado —soñado más bien —por miles de aficionados, al final se harta de estar concentrado todos los putos sábados de su vida, trabajando fuerte los domingos a la siesta, entrenándose, no comer un guiso jugoso y grasiento cuando quiera. Y no todos son Messi, la mayoría juega quizás por un sueldo que es más o menos parecido al de un empleado de tienda.
Así que, amigos, no vengan con eso de: “Pobrecito el agente de policía, apostado en medio de la nada, con semejante oscuridad”. Qué pobrecito ni qué niño envuelto, ¡lleva una pistola al cinto, qué carajo! y si se aburre, que salga a caminar por los alrededores, que estire las piernas, que cargue un buen libro para leer o lleve una honda para hacer puntería contra un tarrito, cualquier cosa.
Y que no mire el telefonito, por favor. Algunos muchachos que salen a pedalear bien temprano, en las madrugadas, quieren que el policía los mire y sepa, por cualquier cosa que les pudiera suceder, que por ahí pasó un tipo vestido así y asá, en una bicicleta que era con manubrio palomita, doble caño o con cambios.
Cada laburo tiene sus cosas buenas y malas.
Hasta el de gobernador, qué tanto.
Juan Manuel Aragón
A 1 de marzo del 2025, en Quilumpa. Dando agua a la mula.
Ramírez de Velasco®
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